NELSON MANDELA.

 Fue un revolucionario, un rojo, un luchador por la igualdad humana y la justicia social. Sus propuestas para Sudáfrica, para el conjunto de África y para el mundo eran socialistas, aunque fuera consciente de que no se puede acelerar atropelladamente el curso de la historia ni quemar etapas cuando no tienes el poder económico y militar para impedir el bloqueo y el boicot. 

 Nelson Mandela no era una especie de santo negro por encima de la lucha de clases, cuyo espíritu levitaba sobre los negros oprimidos, asesinados, discriminados y marginados, intentando calmar sus sufrimientos con un poco de caridad cristiana y con un llamamiento a la resignación. Nelson Mandela les llamaba a la rebelión, a la revolución, no contra los blancos por ser blancos, sino contra los blancos, los negros o los amarillos, por formar estos parte de la minoría que explota, reprime y asesina a la mayoria, para enriquecerse a su costa. Ni más ni menos. 

 No debería ser necesario dar tantas explicaciones sobre Mandela si no fuera porque todas las "fuerzas vivas" del capital y de la derecha internacional y sus fantasmas en los grandes medios de comunicación y manipulación de masas se han rasgado todas las vestiduras y se desgañitan aullando lisonjas, glosas y parabienes que lo mínimo que se puede decir de ellas es que si toda esta gente tuviera un poquito de vergüenza se las callarían o meterían donde les cupieran. Es un espectáculo indecente ver y escuchar a los que antaño le llamaban terrorista, ponerlo como ejemplo de la paz y el progreso mundiales. A los que compartían la sentencia de Margaret Thatcher cuando afirmaba que el Congreso Nacional Africano (CNA) era una organización terrorista y que el que creyera que un día gobernaría vivía una fantasía.

 Obama, Premio Nobel de la Guerra, frente a Mandela Premio Nobel de la Paz; el Clinton y el Solana de los bombardeos contra la población civil de Serbia y el Bush, Blair y compañía  de la matanza y destrucción de Iraq; los Cameron, Sarkozi  y Hollande de las guerras terroristas contra Libia y Siria; los Aznar, Rajoy, Sánchez Camacho, Jiménez-Chacón y Zapatero. Mención aparte merece el cinismo del verdugo sionista Netanyahu, que mostraba su condolencia con el gran hombre desaparecido, el mismo hombre que un día dijo que África no sería libre hasta que no lo fuera el pueblo palestino. Alguién incluso,  llegando a hacer un gran ejercicio de inteligencia y reconocimiento del sentido pacifista y contemporizador de Mandela dice ante una fotografía de éste, con el puño cerrado al lado de Fidel Castro, que Mandela cerraba el puño sin ira y sin espíritu de venganza, con lo cual quedaba claro que era un buen hombre, se entenderá que frente a los rojos que lo cierran con ira y ansias de venganza, que son todos los que no renunciamos a cambiar el mundo. Estos energúmenos de la derecha hasta quieren despojar a Mandela de su historia y de su compromiso. Muchos "progres" hacen lo mismo.
 Ha sido triste para Mandela comprobar que el proyecto que defendió hasta el último momento de conciencia, haya quedado extremadamente reducido: no hay apartheid, hay igualdad racial, hay derechos y libertades, pero también hay discriminación, explotación y diferencias abismales entre la mayoría que trabaja, produce y crea la riqueza y la minoría que se apropia de ella. En esta minoría están están los oligarcas blancos de siempre, los locales y los de las empresas multinacionales que controlan las minas y materias primas, pero también la nueva clase oligarca negra que se ha creado. Están los que hace un año mandaron disparar contra los mineros asesinando a 34, un hecho en absoluto aislado. El problema, en este caso como en todos, no es del color de la piel, sino del color del dinero y de la avaricia con la que se apoderan de él blancos o negros. 

MANDELA HERMANO, SERÁS SIEMPRE UNA REFERENCIA HUMANA, POLÍTICA Y REVOLUCIONARIA.