Que los propietarios de la riqueza, de la mayoría de las instituciones del sistema y de la comunicación mientan como bellacos en defensa de sus intereses, que unas veces coinciden con unos y otras con otros, es normal. Son sus intereses y los defienden con las monarquías feudales del Golfo, con las dictaduras árabes amigas, o menos amigas, o con las repúblicas bananeras. Da lo mismo, el dinero no es leal a otra cosa que al dinero.
Lo que no es normal es que los grupos de izquierda, más a la izquierda que nadie, y que siempre han pretendido extender certificados de rojo, revolucionario o comunista, hagan lo mismo que la Otan, los neocon de EEUU, o los neoliberales de La Comisión Europea. Da qué pensar. Y como no quiero pensar que son agentes camuflados del enemigo, me inclino a creer que equivocaron la vocación y deberían dedicarse a otra cosa, o corregir su rumbo errático.
En referencia a Libia, esos grupos coinciden con los occidentales partidarios de la intervención armada, con los islamistas integristas y con las monarquías del Golfo. Para ellos, los llamados por la prensa rebeldes, son generosos revolucionarios dispuestos a todos los sacrificios para que triunfe la causa del pueblo, sin parar mucha atención en que los principales grupos organizados en el Este de Libia tenían, según las más creíbles informaciones, relaciones con la CIA. Son los mismos grupos que han pedido intervención militar de la Otan. Lamento que hayan embarcado a miles de personas honestas que han salido a la calle para mejorar sus condiciones de vida y por la libertad y se encuentran en una situación en la que no está nada claro su destino, si no se paran los enfrentamientos armados y se empieza un diálogo para un acuerdo antes de que mueran más personas y se destruya la posibilidad de cualquier tipo de convivencia en paz.
Los hay que se pasan la vida haciendo revoluciones. Lástima que todas son sobre el papel o de boquilla. Espero que alguna vez reconozcan que se han equivocado en sus análisis y pronunciamientos y hagan votos de prudencia para el futuro. Sería un gesto bienvenido por los que creemos que no sobra nadie en la lucha contra el neoliberalismo y el capitalismo y por una democracia real enfocada al socialismo, algo cada vez más urgente y necesario con solo echar una ojeada a los desastres económicos y sociales que produce el sistema y a la destrucíón de la tierra, puesta de relieve estos últimos días con la tragedia de Japón, producida por la fuerza de la naturaleza desbordada y agravada hasta no sabemos donde por esa enegía tan limpia y controlada que nos impone el capital.
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