Los estados Unidos son un estado terrorista y su presidente, en el que simbolizo todos los poderes que representa, un ser despreciable ética y politicamente. Obama, como casi todos los presidentes que le han precedido, es un dictador del mundo, que ejerce su papel exactamente igual que Bush, en color negro y sin atragantarse. En pocas horas ha subido a la tribuna para defender y ensalzar el terrorismo de estado, colgar medallas a los valientes esbirros asesinos, capaces de matar sin pestañear a quien sea, dar por buena la tortura que practica su país, ciscarse en todas las leyes internacionales, y avanzar que así continuará siendo ya que no hay nada imposible para los EEUU. Obama ha dejado claro que los EEUU no abandonan su papel histórico de verdugo. Obama es uno de los fraudes más grandes que ha producido la política, y eso que han sido numerosísimos.
¿Y Europa, la gloriosa Unión Europea, paladín de los Derechos Humanos, qué dice, qué hace? Aplaudir los crímenes y las torturas del amo como un auténtico vasallo, e incluso con un deseo mal contenido de imitarle y superarle en la práctica, como se ha puesto de relieve con la guerra que han armado en Libia entre toda la banda, protegiendo al mismo tiempo a los sátrapas amigos del Golfo, especialmente al pagador de todos los actos de terrorismo mundial, Arabia Saudita, socio gemelo del matón principal. Europa recupera su pasado más tenebroso: el de los movimientos fascistas que intentaron liquidar el movimiento obrero y las libertades, el de dos guerras mundiales devastadoras en vidas y riquezas materiales, el de multitud de guerras coloniales. Actualmente, Europa está liquidando rapidamente gran parte de su patrimonio revolucionario, de sus conquistas sociales obtenidas tras duras luchas, de su capacidad para entender que la paz y no la guerra era la mejor forma de convivencia entre personas y pueblos, después de su traumática experiencia. Europa está liquidando lo que se ha venido a considerar un modo de vida europeo más social, capitalista por supuesto, frente al más despiadado sistema americano. Los avances de la extrema derecha en toda Europa, con la punta de lanza en los antiguos paises socialistas, en Francia y paises nórdicos, pero con políticas en todas partes de signo ultra parecido, son la consecuencia de este vasallaje a EEUU, pero asumiendo ya que son las políticas propias. Europa, en su actuación actual en el mundo, es un espacio eticamente baldío, politicamente decadente y en caida libre, dando tumbos como un payaso sin gracia y perdiendo aceleradamente unas formas de vida algo más humanizadas que en otras latitudes.
Esta es, metro abajo, metro arriba del mapa, la realidad. ¿Y nosotros y nosotras, los hombres y mujeres de Europa? Pues nada, en la casi absoluta pasividad, escépticos y desmotivados, incapaces de entender a fondo lo que ocurre y levantar propuestas ante ello, capaces de unir y organizar un amplio sector. Estoy hablando de la falta de un proyecto, o al menos de un movimiento, numericamente importante y con calidad política y capacidad de organizarse, lo suficientemente significativo para construir a corto y medio plazo un principio de alternativa sólido y creible. Durante un tiempo parecía que el movimiento creado en torno al Foro Social Europeo, al calor de la constitución del Foro Social de Porto Alegre, sería un importante instrumento plural para empezar a avanzar en la unidad, convergencia y organización de una izquierda europea, que, a pesar de todo, es más amplia de lo que a veces creemos. Aquel movimiento que dio vida al Foro quedó estancado en la rutina de encuentros anuales de debate, algunas convocatorias sobre cuestiones diversas y poco más. Soy consciente de la dificultad de poner en marcha un amplio movimiento permanente pero no queda más remedio que intentarlo, activando todo lo que sea posible la izquierda sindical para que su movimiento fuerce a las mayorías a la acción, impulsando iniciativas en el Parlamento Europeo que sean ejemplares para organizar el debate y la acción en la sociedad, sacando al Partido de la Izquierda Europea de su contemplación eurocentrista de los problemas y luchas en el mundo y en Europa, contribuyendo al encuentro de los sectores intelectuales de izquierda dispersos, para que sean un motor de la lucha por las ideas, de esa lucha abandonada ante la dificultad de hacer frente al pensamiento conservador y reaccionario después del hundimiento de la Unión Soviética. En fin, recuperando plenamente un lenguaje claro y sin complejos en la defensa de las ideas. El socialismo no ha triunfado en el siglo XX, el capitalismo ha fracasado en el XX y en el XXI.
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