¿MEDICAMENTAZO? ¡ROBO!
Lo llaman medicamentazo pero, en realidad, es un robo. Y, de inmediato, salen al ruedo las representantes de los dos trileros mayores, PP y PSOE, a defender sus intereses, que la mayoría de veces no coinciden con los nuestros. Ana Mato, no tengo claro si es ministra de sanidad o pasaba por allí, que defiende la eliminación de 456 medicamentos porque muchos pueden ser sustituidos por "productos naturales". Y contesta Trinidad Jiménez, en nombre del PSOE, la que gastó una millonada en vacunas que engordaron a la farmacéutica productora para tirarlas luego, y arremete contra el "medicamentazo" y contra el PP. Y salen unos y otros dirigentes de los dos partidos, con ayudas subsidiarias de CiU y otros, utilizando las medicinas y la sanidad como asunto recurrente para echarse los trastos a la cabeza con una verborrea de bocazas, pero sin entrar ni por asomo a una aproximación seria y rigurosa al asunto, que es una parte básica de una sociedad que quiera garantizar plenamente la salud, mientras entre unos y otros están reduciendo servicios que venían en gran parte de la etapa franquista. Tampoco hablan con rigor y en serio, en el tema sanitario y en los otros de importancia, de las verdaderas causas de la crisis y de qué y quién la provoca. En el fondo, procediendo de latitudes diferentes, defienden lo mismo, repartiéndose los papeles, en función de quien gobierna, mientras procuran guardar el botín de los que no pasan por las urnas, quedándose una parte de este botín en forma de privilegios. En esta tarea tienen una aburridísima colaboración de los mamporreros tertulianos, que hay que ver la habilidad que tienen para denunciar las maldades sociales del PSOE, los del PP, y las del PP, los del PSOE, obviando el conjunto de las corresponsabilidades y las causas de fondo de los graves problemas.
Volviendo al silencio absoluto sobre los responsables de esos graves problemas, en España y en el mundo, es curioso como unos y otros dicen que en un año, o en dos, o en cinco, con sus recetas van a solucionarlos. Que crecerá la economía, se creará empleo y volveremos al bienestar anterior. Hace unos meses el PP decía que España, su sociedad, Europa, los mercados, esperaban que llegasen ellos para producirse de inmediato el milagro. Ya saben qué está pasando. Ahora lo dice el PSOE, aunque con escasos argumentos, después de su espectacular fracaso económico y electoral.
Desengañémonos, es momento de levantar mucho más la voz y decir las cosas claras: con el capitalismo sólo habrá parches. Y si un día "crece" la economía, que posiblemente crecerá, será después de haber reducido los derechos laborales y sociales de las clases trabajadoras un 30 o un 40 por cien. Ni su crecimiento, ni su sistema económico ni formas de producción, pueden dar otra solución que no sea mantener los privilegios de una minoría cada vez más reducida, a costa de la mayoría. Es más, su concepción del "crecimiento" y de la producción es depredadora social y ecologicamente. El mundo que crearon es un mundo en ruinas. En el mundo actual es tiempo de revoluciones no de parches para recomponer el caducado sistema. Es difícil el camino, pero no hay otro.
DE VUELTA CON EL "PROGRESISMO" QUE HIBERNA LAS IDEAS.
Cuando oigo el concepto progre se me ocurre de inmediato una reflexión ¿es ignorancia de lo que ocurre y cómo enfrentarlo, o es conocimiento exacto de lo que ocurre y traición a las ideas? En nuestra antigüedad política contemporánea, progresismo procedía de progreso, o sea avances en la vida colectiva de la gente. Tenía un significado alternativo a conservador y reaccionario. Progresivamente, en la medida que movimientos "progresistas", digamos, por ejemplo, la socialdemocracia reconvertida a social liberalismo, iban abrazando las ideas del capital, antaño antagónicas, el sentido de progreso, progresista, progre, se fue convirtiendo en una coartada para justificar la traición a las anteriores ideas de cambio, de defensa de una sociedad diferente al capitalismo, aunque no hubiera una voluntad socialista revolucionaria. Es por eso, que ante la aceptación del capitalismo, incluso en su vertiente más neoliberal, por parte de la progresía política, sindical e intelectual, no queda otro camino que, perdonen la terminología bélica, el rearme moral e ideológico, sin hacer caso a los progres que sólo se mueven algo, o se ponen como hooligans, cuando gobierna el PP. Cuando gobierna su partido, el PSOE, le piden respetuosamente que sea algo más social. Son una especie de limosneros laicos. Ni siquiera son capaces de denunciar las guerras y matanzas en las que participa su partido.
¿ Es esto irreversible? nunca debemos dar nada por perdido, siempre hay la posibilidad de regeneración moral y política, no debemos renunciar a que un día, los que son honrados, reconozcan que se han equivocado y rectifíquen. Hasta ese día, como se dice en castellano, a dios rogando y con el mazo dando.
ALEMANIA: NACIONALISMOS Y LUCHA DE CLASES.
Las máximas autoridades alemanas, arropadas por los medios de comunicación, por la propia oposición socialdemócrata y por una parte mayoritaria de la opinión pública, incluida la clase trabajadora, cargan contra los países perezosos y contra las gentes de esos países por aprovecharse de la riqueza creada por el pueblo alemán. Lo que está haciendo Alemania actualmente, salvando las enormes distancias políticas y las diferentes mentalidades colectivas, me recuerda a la defensa por parte de la Alemania de Hitler del Lebensraum (espacio vital) y del Anschluss (anexión) de territorios ajenos, por las armas. Ahora no funciona así, es muy diferente, ha habido una segunda guerra, una derrota y una nueva realidad europea, no exenta de profundas contradicciones y problemas. Y Merkel no es Hitler. Hoy, Alemania, salvo su participación militar en Afganistán, no hace guerras por su espacio vital, ni creo que lo tenga en mente. Hoy, Alemania domina Europa a través de la economía y de su gran potencial exportador a toda Europa y al mundo. Esto incluye a España. Muchas de las infraestructuras de España, que Alemania reivindica que se han hecho con su dinero han servido, sobre todo, para que los productos alemanes lleguen a cualquier rincón de España en tiempo récord, mientras de desmontaba gran parte del sistema productivo español. El derroche en aeropuertos fantasma, infraestructuras inútiles y burbuja inmobiliaria ya lo denunciamos nosotros, sin esperar a que lo haga Alemania, uno de los países que más se ha beneficiado de todo ello, especialmente desde la puesta en marcha del euro. Por tanto, sobran nacionalismos y a la izquierda nos falta entender muchas cosas. El nacionalismo es un sustitutivo de la lucha de clases, es una coartada del capitalismo en tiempos de crisis para diluir la lucha de clases y enfrentar, esta vez sólo anímica y socialmente, a la clase trabajadora de un país con la de otros países. Esto es válido en el plano europeo y en el de cada estado de Europa. De una forma más o menos sutil Alemania organiza a sus trabajadores/as contra los de otros países. Esto no puede ser definitivo, no podemos marchar hacia atrás, tenemos que reconstruir un sentido de clase por encima de fronteras, en la defensa de unos condiciones de vida y derechos básicos. Es una tarea social, sindical, intelectual y política. Sin ella nunca puede haber Europa de los pueblos, sólo habrá, como ahora, Europa de los mercados y el capital. Y de ahí nada se puede esperar que sea bueno para los pueblos.
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