EN UN VERANO TÓRRIDO PLAGADO DE FENÓMENOS.
Es agosto tórrido y viendo el panorama y escuchando las informaciones, sin propaganda o con propaganda, de todo hay, uno vuelve a llegar a la misma conclusión: esto tiene ya poco tiempo para un arreglo que conserve unas determinadas condiciones económicas y sociales de vida, donde las haya, y que extienda una copia rebajada de éstas a toda la gente que no las tiene en los países historicamente empobrecidos, o a las cada vez más amplias zonas de pobreza y miseria de las grandes economías. Todo ello partiendo de que se tiene que reducir el consumismo y derroche parasitario en unas zonas y para grupos privilegiados, y extender el consumo de las cosas básicas para la población mundial que carece de ellas. Aunque quizás no sea necesario reiterarlo porque es bien conocido, lo anterior significa tener una concepción colectiva democrática, solidaria y sabia para abordar los problemas en cada país, zona, y en general, porque dejarlo todo al albur de la dinámica capitalista actual, se vista como se vista, es avanzar directamente hacia un abismo cada vez más cercano. La planificación de necesidades reales y posibilidades de cubrirlas, sólo es posible si conoces exactamente los problemas de malversación de materias y recursos en los lugares donde hay derroche inútil y los reduces progresivamente creando formas de vida austeras en lo superfluo y ricas en lo necesario; y en las amplias zonas de pobreza, o miseria, impulsando un desarrollo, en primer lugar de una agricultura que cubra las necesidades de cada espacio humano, de los medios productivos e infraestructuras necesarias, siendo el agua potable y para uso agrícola esencial, y dedicar una especial atención a la educación y la salud. Ahí es donde deberían centrarse todos los esfuerzos, en el mundo economicamente desarrollado con problemas de sobreproducción, y en el mundo actualmente empobrecido con carencia de lo más elemental. La solidaridad internacional actual, desde el mundo rico al mundo que padece miseria, hambre y pobreza, es, en el mejor de los casos, un parche que puede mitigar la inanición de sectores minoritarios de las zonas más golpeadas por la pobreza, la falta de recursos técnicos básicos y la sequía como maldición, como ocurre en El Sahel, y en el peor de los casos una forma de crear dominio y dependencia por parte de los países y grupos de donantes y de controlar politicamente, como es el caso de muchas ONGs yanquis y occidentales en Bolivia y en otros lugares, subvencionadas por los aparatos oficiales del sistema. Todo ello, sin dudar de la buena voluntad y el sacrificio de grupos de personas solidarias que no tienen nada que ver con este mundo de la conspiración. Es muy viejo aquello de no dar un pescado, sino enseñar a pescar, lo que no quita compartir el pescado escaso pero procurando que el que lo reciba sepa pescarlo para si y para mucha otra gente.
Creo que en un mundo como el actual en el que, para no ir más lejos, nos encontramos con una sequía desoladora en todo El Sahel, en el sur de Francia, en Italia, en la antigua Yugoslavia, en Grecia, en la peninsula ibérica, especialmente en España, en EEUU, y al mismo tiempo deshielos e inundaciones, no siendo todo ello fruto solamente de los fenómenos cíclicos, sino del efecto depredador producido por la acción humana, deberíamos acordar que es urgente cortar de raíz esta trágica situación económica,social y ecológica, si todavía estamos a tiempo de ello. Hoy, escuché a un científico hablar del deshielo y del efecto invernadero, y decía que ya no se trata de prevenir porque ya no estamos a tiempo, sino de situarnos en el qué hacer y cómo convivir con la situación de deshielo, calentamiento y todos los fenómenos adyacentes a ello. Reconozco que la poca ingenuidad que me queda, se me heló. Avisadísimos estábamos y estamos.
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