Una izquierda liberal y folclórica
Publicado el 25 de octubre de 2016 a las 15:06
La socialdemocracia y el conjunto de la izquierda liberal actúan como pata izquierda del sistema.
La necesidad
La necesidad es el faro de toda acción política. Toda sociedad que aspira a perfeccionar sus mecanismos de organización y gobierno tiene como motor la búsqueda de la resolución de los conflictos de su momento histórico y es tarea de los movimientos políticos el ser la palanca de maniobras. Las mayorías sociales dan su apoyo al movimiento político con el que sienten un mayor vínculo, tanto en el aspecto ideológico como en el aspecto comunicativo, y que vean capaz de cubrir sus necesidades empezando por las más inmediatas.
En el capitalismo, al igual que en todo modo de producción, el poder político-jurídico está sometido a los intereses de la clase dominante. Junto con los agentes de producción ideológica, como pueden ser los medios de comunicación o como antaño lo era la Iglesia, se consigue condicionar a las mayorías sociales y especialmente a la clase trabajadora para que reproduzcan comportamientos ajenos a sus verdaderas aspiraciones políticas.
Las condiciones materiales, la relación con los medios de producción (propietario o productor), son las que determinan la conciencia social de los seres humanos y sus respectivos intereses políticos. Gran burguesía, pequeña burguesía, aristocracia obrera o clase trabajadora tienen necesidades distintas y buscan en el espectro político aquellos movimientos que sean capaces de cubrirlas. No tendría sentido un movimiento político que se objetive alrededor de la idea de lo “bueno” y de lo “malo” pues, aparte de que la propia ética está condicionada por la clase dominante, la política solo responde a los intereses materiales contrapuestos entre las distintas clases que estructuran la sociedad. O dicho de otro modo, aquella clase social que desee imponer sus intereses frente al resto debe actuar en relación a su propia realidad y a los medios para satisfacer los problemas que condicionan su existencia.
Una revolución política ha de contar con dos requisitos para que tenga lugar: unas condiciones objetivas y unas condiciones subjetivas. Las condiciones objetivas en el capitalismo, que justifican la toma de los organismos político-sociales por la clase trabajadora, son la propiedad privada de los medios de producción y la extracción de plusvalía por parte del burgués. Las condiciones subjetivas por el contrario, y como entendió el leninismo, han de ser creadas y su grado de desarrollo dependerá del país, cultura, zona, época, etc. Los Partidos Comunistas que surgieron a lo largo del siglo XX lo hicieron con la idea de actuar como el contrapoder de la clase trabajadora y eran los encargados de elevar la conciencia de clase de las mayorías sociales para poder responder a la ideología dominante y así tomar el poder político. El Partido es la vanguardia obrera porque conoce la realidad de los trabajadores y su acción política va encaminada exclusivamente a la defensa de los intereses políticos y por extensión de las aspiraciones revolucionarias de la clase trabajadora.
Cuando el Partido Comunista deja de representar a la clase trabajadora ésta busca otros movimientos que cumplan la defensa de sus intereses.
El Partido actúa como guía en la lucha social puesto que sin él, sin el cerebro orgánico conocedor de la ideología y aspiraciones de las mayorías trabajadoras, los sectores populares derivan en el espontaneísmo y la solución fácil intoxicada por el pensamiento burgués. Identificar qué elementos de la vida y la política son propios de la clase trabajadora y cuáles son propios de la burguesía es tarea del Partido Comunista y los problemas vienen cuando éste, infectado de la ideología dominante, comienza a actuar de manera ajena a los trabajadores que dice representar. Toda acción política que no tenga una guía firme y que no ejerza como contrapoder eficiente acabará diluida y adaptada al sistema por no conseguir nunca representar y solucionar los problemas de la clase trabajadora. Las experiencias socialistas pasadas demuestran que para desarrollar la conciencia de clase y avanzar en el proceso revolucionario no es necesario un partido de masas (electoral, público…), sino que el requisito fundamental es un Partido cohesionado y fuerte en el aspecto ideológico y comunicativo, representante de los intereses de los trabajadores y no de principios extraños a ellos. Un Partido que cubra las necesidades de las masas trabajadoras.
La izquierda liberal
España es una de las naciones más derechizadas de Europa y no porque ganen los conservadores las elecciones como ocurre en tantos otros países. Es de las naciones más derechizadas porque tras la conversión del PCE al Eurocomunismo su deriva ideológica ha ido encaminada hacia lo que conocemos como “pensamiento de la izquierda liberal”, hermano de la socialdemocracia capitalista, que fomentado por lobbys económicos burgueses como la Open Society de Soros (1) se ha encargado de llevar a los partidos y movimientos de ideología obrera en Occidente a una desconexión de las mayorías trabajadoras que dicen defender. La socialdemocracia y el conjunto de la izquierda liberal actúan como pata izquierda del sistema.
Su origen se remonta a las ideologías derivadas de las revueltas elitistas de mayo del 68 y su finalidad no es otra que la adaptación del sistema liberal a las crisis periódicas que sufre aunque en su aspecto sea vendido como “luchas rebeldes”. Desde la prensa, las redes sociales, y la política liberal de izquierda se nos bombardea a diario con la idea de que el fundamentalismo intolerante es el mayor lastre de nuestra época. La politización de las distintas formas de vida (cosmopolitismo, teorías sexuales, feminismo burgués, etnicismo, nacionalismo fraccionario, veganismo…) despolitiza la economía con el resultado de que el proceso del capital siga intacto. El sistema, lejos de rechazar las formas de vida alternativas a la “oficial”, no solo las tolera, sino que las promueve en cuanto surge una parcela de consumo que satisfaga a esos grupos identitarios autodeclarados oprimidos en torno a cuestiones idealistas. La justicia social hacia los grupos con el estatus de víctima únicamente encuentra solución en la conformación de una sociedad que proteja, a través de la discriminación positiva, a todo aquel que se declare como minoría oprimida, mientras la mayoría trabajadora es silenciada, ridiculizada y declarada como intolerante. ¿Y cómo se consigue que la izquierda comunista, que debería analizar la realidad desde un punto de vista de la necesidad de la clase trabajadora, acepte tales postulados? Basta con que haya un lobby, un mercado, un par de rebeldes útiles y barnizar las luchas de la burguesía como progresistas.El objetivo del neoliberalismo individualista no es otro que el de borrar todo signo de socialización (romper con el ritual) (2) del ser humano bien sea en el ámbito familiar, laboral o de su comunidad-Estado,así como igualmente busca la destrucción de las culturas autóctonas en favor de la cultura de consumo liberal anglosajona.
Lo que conocemos como “pensamiento de la izquierda liberal”, hermano de la socialdemocracia capitalista, que fomentado por lobbys económicos burgueses como la Open Society de Soros se ha encargado de llevar a los partidos y movimientos de ideología obrera en Occidente a una desconexión de las mayorías trabajadoras que dicen defender.Las cuestiones ideológicas en política tienen una fuerte relación de causalidad y por ello no es sorprendente que aquellos países occidentales cuyos Partidos Comunistas aceptaron las ideologías posmodernas, ajenas totalmente al sentir de los trabajadores, tengan un movimiento obrero tan pobre y no paren en su descenso hacia la marginalidad. En cambio, en el Este de Europa, los Partidos Comunistas sí que satisfacen las necesidades más inmediatas de sus mayorías trabajadoras y sí que responden a sus intereses políticos directos. En cuestiones como la inmigración la postura del comunismo del Este le ha hecho crecer en apoyo popular, mientras que el insulso “Refugees Welcome” de la izquierda occidental solo ha dinamitado más su imagen. Los países del Este tienen unos Partidos Comunistas que defienden las históricas necesidades de familia, trabajo y patria que fueron fundamentales en la construcción del bloque soviético mientras que los Partidos Comunistas occidentales rechazan las aspiraciones reales de los trabajadores actuando como el liberalismo cosmopolita, con unas ideologías descafeinadas que únicamente han traído derrotas a la clase trabajadora y de ahí su imparable descenso en apoyo y reputación. Cuando el Partido Comunista deja de representar a la clase trabajadora ésta busca otros movimientos que cumplan la defensa de sus intereses.
La comunicación
La política surge de la necesidad real de las masas, no de problemas creados en un laboratorio. Por mucho que la política esté al orden del día no quiere decir que el nivel de conciencia de clase esté alto y por eso cuando como ahora lo rebelde es moda, ya no se trata de rebeldía,sino de disidencia controlada. Los proyectos políticos que tengan como bandera el socialismo han desaparecido del escenario político y la izquierda, lejos de ser comunista, se identifica como perroflautera, inoperante, marginal y lo más importante de todo: un movimiento político que lejos de solucionar los problemas de los trabajadores crea otros que no le importan a nadie más que a sí mismo. Las mayorías sociales entienden lo que son sus intereses materiales y también entienden lo que son conflictos elitistas y problemáticas de tribu urbana ajenas a ellas.
Las mayorías trabajadoras de nuestro país no tienen ningún tipo de vínculo con grandes sectores de la denominada izquierda ni psicológica, ni culturalmente. Desde mayo del 68 y especialmente desde la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética la izquierda occidental no ha parado de abanderarse en luchas de escaso valor político y práctico.
Para un comunista la lucha política material y las banderas, símbolos y demás elementos comunicativos tienen como única tarea el crear conexiones con las mayorías sociales para otorgar el poder a la clase trabajadora. El uso de dichas herramientas con un valor sentimental individual, desarraigado del sentir popular,es un error ya que carece de todo sentido científico y práctico.
Los llamados “ayuntamientos del cambio” de Madrid y Barcelona son el mejor ejemplo de cómo una minoría de izquierdas demuestra su incapacidad institucional al considerar como deseos de las masas sus propios intereses. Placas, estatuas, banderas, nombres de calles, ensalzamiento de fiestas extranjeras y boicoteo a las propias, shows mediáticos el Día de Reyes…elevando así al primer plano político luchas marginales que no satisfacen la necesidad más inmediata de los sectores populares. No solo se trata de un mero cambio de fachada, además la nueva fachada no le gusta a nadie. Los símbolos y el lenguaje tienen que servir para elevar la conciencia de las mayorías trabajadoras hacia la conquista de sus objetivos políticos no para imponer las inquietudes y pasiones de un sector de la población extraño, idealista, romántico y marginal. Es curioso cómo Podemos o últimamente IU, que se jactan de aplicar una teoría populista para vincular su proyecto a las masas bajo cualquier significante, estén infectados y sean los impulsores de un folclorismo que supuestamente deberían combatir.
Un movimiento político que lejos de solucionar los problemas de los trabajadores crea otros que no le importan a nadie más que a sí mismo. Las mayorías sociales entienden lo que son sus intereses materiales y también entienden lo que son conflictos elitistas y problemáticas de tribu urbana ajenas a ellas.
Si una acción política que se dice transformadora no tiene una validez práctica en el sentido de ser capaz de modificar la realidad a través de la comunicación, su utilidad es nula. Esa transformación debe pasar por cubrir las necesidades y avanzar en los intereses de los trabajadores y no por rebozarse en cuestiones y luchas folclóricas sin ningún valor político ni vínculo comunicativo con los sectores populares.
¿Izquierda?¿Derecha?
Históricamente la izquierda como categoría política agrupaba todo aquel movimiento que hacía avanzar a la clase trabajadora en su lucha política. Tras la victoria ideológica del liberalismo durante el siglo XX podemos encontrar a una izquierda compuesta por los más diversos sectores, la mayoría de ellos muchos más perjudiciales para la clase trabajadora que la propia derecha: el progresismo otanista, el neohippismo ácrata, el veganismo, el hembrismo, el “ultrademocratismo”, el nacionalismo provinciano…y toda una serie de grupos elitistas endogámicos a cada cual más esperpéntico que no representan a ninguna mayoría social.
El abandono de la búsqueda de conquistas sociales por parte de lo que entendemos como izquierda ha dejado a las clases trabajadoras occidentales huérfanas y éstas han buscado representación en otro tipo de fuerzas que sí ven capaces de satisfacer sus intereses más inmediatos frente a la época de crisis que venimos sufriendo y que va a continuar. Mientras Trump, Le Pen o el UKIP empiezan a arrasar con el apoyo obrero y popular de sus respectivos países, la única respuesta de la izquierda ha sido calificarlos como amenazas abstractas y responder con vergonzoso activismo virtual. El izquierdista medio no logra entender como estas nuevas fuerzas crecen tanto y acaba llegando a la conclusión de que todos los que apoyan el Brexit (3) o el referéndum sobre los refugiados en Hungría (4) son paletos sin cultura que no están a su nivel intelectual. Lo que el izquierdista medio no comprende, porque está infectado hasta arriba del pensamiento liberal, es que mientras Trump, Le Pen o el UKIP se han posicionado a favor de la clase trabajadora en cuestiones de rigurosa actualidad política como la salida de la UE, la OTAN y el imperialismo, ruptura del TTIP, impago de la deuda, solución real a la crisis migratoria o la lucha contra el terrorismo la izquierda estaba ensalzando problemas que no le importan a nadie para autojustificar sus propias acciones. Y si con suerte la izquierda aborda las inquietudes de las mayorías sociales ¡es para ponerse en su contra y satisfacer a los poderes económicos!. “Reforma” de la UE, “liberar” países de enemigos de EEUU, capitalismo de rostro humano y PYMES, fronteras abiertas, relativismo cultural con el islam…
Con los programas y propuestas sobre la mesa hay fuerzas ultraconservadoras o de ultraderecha que cubren un mayor número de necesidades de las clases trabajadoras, comprenden mucho mejor la psicología de las masas respecto a sus inquietudes e intereses y, en definitiva, cumplen más objetivos revolucionarios que la izquierda. Por ello reciben el apoyo de las mayorías trabajadoras de la sociedad y ciertos Partidos Comunistas, sobre todo en el Este de Europa, coinciden con ellos en sus propuestas, porque sitúan a los trabajadores en el núcleo de sus luchas y saben qué políticas les interesan y cuáles no. Entretanto la izquierda liberal sigue en su característica posición beata-pecadora fomentando guerras y llorando por sus víctimas, viendo machismo en los adjetivos y no en el burka o condenando el terrorismo y justificando el wahabismo por tolerancia multicultural.
Los partidos de izquierda tradicional en Occidente, como ocurre en España con el PCE, no pueden estar lamentándose por el panorama desolador y hablar continuamente de “repensar” el movimiento, cuando en ese “repensamiento” no se sabe distinguir entre los intereses de la clase trabajadora y los intereses de los poderes económicos con los que nos bombardean desde los mass media (1) . Si se reniega del trabajo, de la cultura, de lo que demandan las familias, de la soberanía de tu Estado, de la comunicación, del pasado y el presente, de la necesidad de tu pueblo y en definitiva de todo aquello que te vincula con la mayoría trabajadora ese movimiento no es más que o un gestor del capital o un entretenimiento sin capacidad de transformar nada. Puro folclore.
21/10/2016
Arturo C. Fernández-Le Gal
Fuente: Radio 1916
Anexos
(1) George Soros y la izquierda, y viceversa http://www.rebelion.org/noticia.php?id=215832 El “think thank” neoliberal que diseñó a “Podemos” cuatro años antes: http://noticias.lainformacion.com/politica/el-think-tank-neoliberal-que-diseno-a-podemos-cuatro-anos-antes_44sNzNPRhUm5HBXo6oZmJ2/ , George Soros y sus fundaciones, hackeados y pillados http://kaosenlared.net/george-soros-y-sus-fundaciones-hackeados-y-pillados-texto-completo-en-httpwww-lahaine-orggeorge-soros-y-sus-fundaciones/
(2) Cómo el neoliberalismo acaba con todo límite y valor social. Diego Fusaro
(3) El ‘Brexit’, la UE y el papel de la izquierda reformista
(4) Inmigración y progresismo: la coherente posición del Partido Comunista Obrero Húngaro
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