Para ir afinando en los conceptos teóricos, políticos y culturales que utilizamos diariamente para definir y hablar de los diversos fenómenos que conforman la vida, la información y el posicionamiento y dinámica colectiva cotidiana. Para intentar actuar lo más acertadamente posible desde las ideas y la acción que defendemos los comunistas, intento aclarar, también para mi práctica política, algunos conceptos que muchas veces utilizamos de forma genérica, superficial y contradictoria.
Ya nuestros clásicos, en el Manifiesto Comunista de 1848 y en otros documentos básicos sobre el desarrollo de las formas de producción burguesas, nos descubrieron el proceso que estaba desarrollando el creciente capitalismo en la integración productiva, económica, social, cultural y política y sobre la irreversible internacionalización, consolidación e integración del mismo. Afirmaron al mismo tiempo que este proceso llevaba implícita la progresiva contradicción y destrucción del mismo por los intereses intercapitalistas confrontados y, sobre todo, porque la contrapartida a su desarrollo conducía a la asociación, unidad y lucha revolucionaria de una clase obrera explotada y, consecuentemente, creaba el enemigo que lo destruiría. En el terreno de los análisis sobre el desarrollo del capitalismo y su internacionalización se han cumplido en gran parte prácticamente todos los fenómenos anunciados, salvo en lo que se refiere a la irreversibilidad de la caída del capitalismo y a su sustitución por un sistema socialista. Ha quedado patente que las tesis apuntadas en El Manifiesto Comunista sobre el desarrollo e internacionalización del capitalismo eran, en lo fundamental, correctas, como hasta reconocen muchos teóricos, economistas y políticos burgueses en la actualidad, especialmente en lo referente a las crisis cíclicas del capitalismo, pero se han demostrado erróneas en la concepción determinista del desarrollo revolucionario imparable de las fuerzas obreras destinadas a enterrar al capitalismo. Ahorro detalles sobre lo sucedido en este terreno por ser muy conocido y no tratarse en estas notas de profundizar en ello.
La internacionalización, o globalización, ha servido al capital para expandirse y unirse en lo fundamental de sus intereses de clase, a pesar de las contradicciones y enfrentamientos de unos grupos o países contra otros, que se han dirimido en el siglo pasado con dos guerras mundiales, la muerte de millones y millones de seres humanos, la inmensa mayoría trabajadores, y la destrucción de la riqueza creada por éstos. Se ha impuesto la globalización económica para la libre circulación de capitales financieros, comerciales y productivos. La globalización no ha servido, en cambio, para que los trabajadores hicieran lo mismo, imponiendo su unidad y solidaridad de clase, aunque en determinados momentos históricos pareció que era posible. La revolución industrial del siglo XIX, acelerada en el XX, además de la explotación de la clase obrera de los países de más desarrollo económico, ha ido acompañada de un colonialismo e imperialismo que ha concentrado la mayor parte de las riquezas mundiales en los países más ricos, creando pobreza y desempleo en los países colonizados y dependientes.
Resumiendo, la globalización neoliberal desarrollada en las últimas décadas, especialmente a partir del derrumbe de la Unión Soviética, es la acentuación de los rasgos más opresivos y anti sociales de la doctrina liberal clásica y plantea y ejerce un radicalismo extremo contra las fuerzas del trabajo y la liquidación de sus organizaciones sindicales y políticas. Quiere liquidar la intervención del Estado como garante de más justicia social, intensifica la privatización de empresas y servicios, reduce el gasto social y propicia la libre competencia de los grandes grupos económicos, subordinando todas las leyes al mercado neoliberal. Es el triunfo de las tesis económicas más conservadoras de los teóricos de la Escuela de Chicago, Friedrich August Hayek y Milton Friedman, seguidas al pie de la letra e impuestas por Reagan, Thatcher y Pinochet, como tres de los más significativos personajes de la reacción neoliberal mundial.
La izquierda en su vertiente socialdemócrata pasó del reformismo al social liberalismo, aceptando después de la caída de la URSS que fuera del capitalismo no había vida, y la izquierda alternativa de orientación marxista, muy afectada politicamente después de aquel derrumbe, quedó cada vez más encerrada en una concepción burocrática electoralista que la ha dejado sin teoría ni práctica de clase. Ambas dos izquierdas aceptando, en un grado u otro, las migajas que quiera dar el sistema.
La internacionalización, o globalización, ha servido al capital para expandirse y unirse en lo fundamental de sus intereses de clase, a pesar de las contradicciones y enfrentamientos de unos grupos o países contra otros, que se han dirimido en el siglo pasado con dos guerras mundiales, la muerte de millones y millones de seres humanos, la inmensa mayoría trabajadores, y la destrucción de la riqueza creada por éstos. Se ha impuesto la globalización económica para la libre circulación de capitales financieros, comerciales y productivos. La globalización no ha servido, en cambio, para que los trabajadores hicieran lo mismo, imponiendo su unidad y solidaridad de clase, aunque en determinados momentos históricos pareció que era posible. La revolución industrial del siglo XIX, acelerada en el XX, además de la explotación de la clase obrera de los países de más desarrollo económico, ha ido acompañada de un colonialismo e imperialismo que ha concentrado la mayor parte de las riquezas mundiales en los países más ricos, creando pobreza y desempleo en los países colonizados y dependientes.
Resumiendo, la globalización neoliberal desarrollada en las últimas décadas, especialmente a partir del derrumbe de la Unión Soviética, es la acentuación de los rasgos más opresivos y anti sociales de la doctrina liberal clásica y plantea y ejerce un radicalismo extremo contra las fuerzas del trabajo y la liquidación de sus organizaciones sindicales y políticas. Quiere liquidar la intervención del Estado como garante de más justicia social, intensifica la privatización de empresas y servicios, reduce el gasto social y propicia la libre competencia de los grandes grupos económicos, subordinando todas las leyes al mercado neoliberal. Es el triunfo de las tesis económicas más conservadoras de los teóricos de la Escuela de Chicago, Friedrich August Hayek y Milton Friedman, seguidas al pie de la letra e impuestas por Reagan, Thatcher y Pinochet, como tres de los más significativos personajes de la reacción neoliberal mundial.
La izquierda en su vertiente socialdemócrata pasó del reformismo al social liberalismo, aceptando después de la caída de la URSS que fuera del capitalismo no había vida, y la izquierda alternativa de orientación marxista, muy afectada politicamente después de aquel derrumbe, quedó cada vez más encerrada en una concepción burocrática electoralista que la ha dejado sin teoría ni práctica de clase. Ambas dos izquierdas aceptando, en un grado u otro, las migajas que quiera dar el sistema.
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