AY, LA ACTUALIDAD DE GALDÓS: "TRAGEDIA" Y FARSA.
Haber leído a Galdós, o leerlo ahora, permite entender muchas de las cosas que ocurren en España en la actualidad:
a.- Lo que pasa en Catalunya en la que los nazional-secesionistas han decidido volver al siglo XVIII, saltándose el XIX y gran parte del XX.
b.- A la ultraderecha que en el siglo XIX se llamaba moderada y ahora se presenta como centro derecha o constitucionalista.
c.- A la burguesía que nació para enterrar los derechos feudales y las propiedades parasitarias de la aristocracia y se convirtió de forma permanente e irreversible, hasta ahora, en su sustituta.
d.- A las clases medias que aspiraban entonces a subir en la escala social, diferenciándose de la clase trabajadora manual, y ahora quieren lo mismo, aceptando y apoyando las normas del patrón económico y político, sea en Catalunya o en toda España.
Para entender mejor este proceso me remito y os invito a ver dos obras magistrales: "El abuelo", de Galdós, en el que un aristócrata humanista e inteligente ve como sus sirvientes se convierten en clase media apropiándose de sus anteriores posesiones, camino de ser parte de la burguesía dominante; la otra obra es "El Gatopardo", escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, aristócrata, y llevada al cine por Luchino Visconti, con un proceso parecido.
Para entender mejor este proceso me remito y os invito a ver dos obras magistrales: "El abuelo", de Galdós, en el que un aristócrata humanista e inteligente ve como sus sirvientes se convierten en clase media apropiándose de sus anteriores posesiones, camino de ser parte de la burguesía dominante; la otra obra es "El Gatopardo", escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa, aristócrata, y llevada al cine por Luchino Visconti, con un proceso parecido.
e.- Al largo proceso que desde las Cortes de Cádiz y la aprobación de la Constitución de 1812, pasando por el alzamiento de Cabezas de San Juan, en que el general Rafael de Riego fue precursor del concepto moderno de Estado, hasta su asesinato por Fernando VII, el rey felón, acompañado de su hermano pequeño Carlos, otro felón.
f.- Y pasando, por no alargar más, por los reiterados intentos liberales para modernizar y hacer más justa social y políticamente España, y los movimientos reaccionarios contrarios, durante gran parte del siglo XIX y del XX. Esperanzas de avance modernizador social frustradas por levantamientos militares, revueltas y guerras civiles carlistas, que siempre empezaban por las regiones más desarrolladas del País Vasco, Navarra y Catalunya y que estaban contra cualquier intento de modernización liberal. Más o menos como ahora, afortunadamente sin armas, cambiando el clásico "Dios, Tradición, Rey Absoluto" carlista por "Dios, Tradición ( o esencia identitaria) y Caudillo", pretensión generalizada que lo primero que hace es intentar liquidar la normal división de poderes en cualquier sistema democrático, sustituyéndolos por el "Ordeno y mando", de los textos aprobados en septiembre de 2017 en el Parlament de Catalunya, o por el intento de Pedro Sánchez de controlarlo todo y gobernar en minoría con el Boletín del Estado.
Y aunque el carlismo siempre pierde las guerras y levantamientos, también ahora, pacta con los poseedores de toda España y es perdonado para continuar repartiéndose las ganancias, defender su actual sistema neoliberal y evitar cualquier posible avance hacia un tipo de sociedad económica y socialmente más digna para las clases trabajadoras, en la perspectiva de cambios políticos que avancen hacia propuestas de orientación socialista.
Decía Galdós:
"Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (...). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos".
f.- Y pasando, por no alargar más, por los reiterados intentos liberales para modernizar y hacer más justa social y políticamente España, y los movimientos reaccionarios contrarios, durante gran parte del siglo XIX y del XX. Esperanzas de avance modernizador social frustradas por levantamientos militares, revueltas y guerras civiles carlistas, que siempre empezaban por las regiones más desarrolladas del País Vasco, Navarra y Catalunya y que estaban contra cualquier intento de modernización liberal. Más o menos como ahora, afortunadamente sin armas, cambiando el clásico "Dios, Tradición, Rey Absoluto" carlista por "Dios, Tradición ( o esencia identitaria) y Caudillo", pretensión generalizada que lo primero que hace es intentar liquidar la normal división de poderes en cualquier sistema democrático, sustituyéndolos por el "Ordeno y mando", de los textos aprobados en septiembre de 2017 en el Parlament de Catalunya, o por el intento de Pedro Sánchez de controlarlo todo y gobernar en minoría con el Boletín del Estado.
Y aunque el carlismo siempre pierde las guerras y levantamientos, también ahora, pacta con los poseedores de toda España y es perdonado para continuar repartiéndose las ganancias, defender su actual sistema neoliberal y evitar cualquier posible avance hacia un tipo de sociedad económica y socialmente más digna para las clases trabajadoras, en la perspectiva de cambios políticos que avancen hacia propuestas de orientación socialista.
Decía Galdós:
"Podría decirse que la sociedad llega a un punto de su camino en que se ve rodeada de ingentes rocas que le cierran el paso. Diversas grietas se abren en la dura y pavorosa peña, indicándonos senderos o salidas que tal vez nos conduzcan a regiones despejadas (...). Contábamos, sin duda, los incansables viajeros con que una voz sobrenatural nos dijera desde lo alto: por aquí se va, y nada más que por aquí. Pero la voz sobrenatural no hiere aún nuestros oídos y los más sabios de entre nosotros se enredan en interminables controversias sobre cuál pueda o deba ser la hendidura o pasadizo por el cual podremos salir de este hoyo pantanoso en que nos revolvemos y asfixiamos. Algunos, que intrépidos se lanzan por tal o cual angostura, vuelven con las manos en la cabeza, diciendo que no han visto más que tinieblas y enmarañadas zarzas que estorban el paso; otros quieren abrirlo a pico, con paciente labor, o quebrantar la piedra con la acción física de substancias destructoras; y todos, en fin, nos lamentamos, con discorde vocerío, de haber venido a parar a este recodo, del cual no vemos manera de salir, aunque la habrá seguramente, porque allí hemos de quedarnos hasta el fin de los siglos".
Fragmento del discurso leído por Pérez Galdós ante la Real Academia Española,
La sociedad presente como materia novelable.
Benito Pérez Galdós nace en Las Palmas en mayo de 1843 y muere en Madrid en enero de 1920. O sea, hace 100 años. Y a pesar de tanto tiempo transcurrido, la España que él se pateó, viendo y analizando la vida de las gentes en las calles, en los campos y fábricas, y en su lucha por vivir, o sobrevivir, en circunstancias siempre difíciles, no está tan lejos de la España actual, salvando los niveles de crecimiento económico de entonces y de ahora y las conquistas sociales que la lucha del movimiento obrero ha producido, especialmente en lo que hacen y dejan de hacer las clases poseedoras y sus testaferros políticos y mediáticos, moderando las formas para pasar desapercibidos.
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