lunes, 3 de diciembre de 2018

ANDALUCÍA, LA EXTREMA DERECHA, LA IZQUIERDA.
TENÍA QUE EXPLOTAR POR ALGÚN SITIO. EMPIEZA A HACERLO.

Los resultados concretos ya los conocen. Se pueden resumir así: ganan las elecciones Ciudadanos, pasa de 9 a 21 escaños, y VOX, que pasa de la nada a 12 escaños en el parlamento andaluz, hasta ayer considerado un feudo sólido de la izquierda; pierde el PP, pero al ser segundo  cree que debe gobernar votado por derecha y extrema derecha; pierde el PSOE, con Susana Díaz y Pedro Sánchez a la cabeza, recibiendo éste un batacazo a sus ínfulas gobernantes y viajeras, y pierde Adelante Andalucía, con Podemos-IU a la cabeza de la candidatura. El PSOE pierde unos 700.000 votos, e IU alrededor de 300.000. 
La extrema derecha fascista practicante no estaba en España ni se la esperaba. Después de Franco, con Blas Piñar y compañía, había quedado sumergida y desaparecida de la escena pública como fuerza política actuante e importante. El surgimiento, la desaparición o la resurrección de la extrema derecha no es un fenómeno metafísico que aparece de la noche a la mañana como una especie de milagro. VOX es el resultado de una realidad económica y política con  repercusiones sociales y culturales, realidad que varía, matiza, cambia, el pensamiento, la opinión y la acción de amplios sectores de la sociedad, aunque no todos ellos reaccionen exactamente de la misma manera ante lo que acontece en la calle, que diría Machado. En Andalucía se ha producido un voto muy considerable a la extrema derecha, ha habido importantes cambios de voto, con una abstención a la izquierda que, escuchando a los dirigentes del PSOE o de Adelante Andalucía, parece que viene del despiste, de la distracción, o de no haber conectado con los votantes en sus casas, barrios, tascas, o en sus puestos de trabajo y estudio, y a través de partidos, sindicatos, asociaciones. De todo ello hay y mucho, lo cual ya es significativo, pero hay algunas cosas más que continúan siendo tabú para una izquierda, la moderada y la que se auto considera alternativa. 
Es patético escuchar vociferar a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón llamando a lanzarse a la calle para combatir el fascismo, a causa de la aparición espectacular de VOX con un programa real de extrema derecha, después de haber estado años denunciando que el fascismo, el franquismo y la extrema derecha ya existían y estaban representados por el PP y Cs, por Mariano Rajoy y por Rivera. Y son tan inútiles que son incapaces de analizar politicamente lo sucedido. Son incapaces de ver, o de aceptar, que una de las principales causas del resurgimiento con fuerza de la extrema derecha en toda España, se produce con la aparición de la extrema derecha nazional-secesionista catalana, con la que ellos se reúnen, a la que siguen en las manifestaciones, apoyan y defienden aquí y en Europa. Son incapaces de ver que Pedro Sánchez es presidente del gobierno con los votos de los independentistas y de Bildu. Y Susana Díaz y los dirigentes del PSOE afirman que hablarán sólo con todos los partidos constitucionalistas, no con VOX ya que este partido está contra la Constitución, o sea como Bildu, ERC, CUP, PDeCAT y con algunas declaraciones de extrema derecha y racistas de personajes como Torra y Puigdemont, entre otros. También descubren ahora que la extrema derecha puede resurgir de sus cenizas, como tantas veces ha hecho en la historia. Con sólo contemplar el panorama político de Europa se habrían dado cuenta de ello y no cuando han contemplado perplejos que España ya es también europea y tiene su representación de extrema derecha en un primer parlamento regional, si exceptuamos el apoyo de la extrema derecha flamenca, alemana, italiana....., a los secesionistas catalanes.   
Llega VOX con fuerza en el parlamento andaluz con un programa de extrema derecha y amenaza el futuro en toda España, sin tener siquiera personajes reconocidos. Mientras, la izquierda moderada, por llamarla de alguna forma, va de un lado para otro con contradicciones permanentes entre propuestas socialdemócratas y  neoliberales, entre federalismo unitario y confederalismo dispersor, y la otra izquierda, antaño alternativa, divaga por la nada en busca de asegurar una presencia y unos cuantos sillones políticos aunque no sirvan para hacer ninguna política real de cambio social. Una izquierda en conjunto, que engloba mayoritariamente a la sindical, la política y la intelectual, y que no hace otra cosa que reducir permanentemente su mejor patrimonio histórico humano y político en la defensa de la justicia social, la libertad y la democracia, el internacionalismo y la paz. 

Tendremos tiempo de  analizar y profundizar más en el conocimiento y comprensión de lo que sucede en España y que pone de relieve el salto electoral de VOX. Y deberemos ver de nuevo el QUÉ HACER.       

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