Con la derrota de los imperios centrales, singularmente el imperio austrohúngaro, en la 1ª Gran Guerra de 1914-1918, se constituyó en 1918 el Reino Serbio, Croata y Esloveno, que luego pasaría a ser el Reino de Yugoslavia en 1929, hasta que la Alemania de Hitler lo disolvió, al ocupar el territorio, y masacrar y encerrar en campos de concentración a la población antifascista que se alzó. Eslovenia formó parte, pues, desde 1918 de los dos Reinos. Después de la 2ª Gran Guerra se formó en 1945 la República Federal Popular de Yugoslavia que en 1963 se convirtió en República Federativa Socialista de Yugoslavía compuesta por las Repúblicas Socialistas de Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia.
Alemania, Francia y la mayor parte de países europeos, impulsados por los EEUU, gobernados en aquel momento por Bill Clinton, hicieron saltar violentamente a Yugoslavia por los aires, sin importarles que se produjeran enfrentamientos y guerras identitarias devastadoras, todo en defensa de sus intereses económicos y de dominio geopolítico y para liquidar lo que, según decían algunos anticomunistas viscerales europeos, era el último vestigio en Europa del comunismo, caída la Unión Soviética. Los países "democrático-liberales" hicieron de otras formas lo que la Alemania de Hitler hizo en la Segunda Gran Guerra. La Alemania Federal de Helmut Kohl fue uno de los máximos impulsores de esta acción de destrucción de Yugoslavia y, en concreto, de la primera ruptura, la de Eslovenia con el Estado, por haber mantenido históricamente unos lazos especiales con ella. La vía eslovena, que Torra afirma será la catalana, produjo una guerra de 10 días, más de 60 muertos, centenares de heridos. Eslovenia actualmente no vive mejor que antes de la secesión, al contrario. Yo estuve en Eslovenia a principios de los años 80 en un viaje político como Secretario General del PSUC, ya que este partido mantenía una relación fraternal con la Liga de los Comunistas Yugoslavos en Eslovenia, y el nivel de vida de la población y la convivencia en todo lo que vi y percibí eran muy notables y no se notaba ningún signo de opresión por parte del Estado.
El personaje de la ultra derecha catalana, Torra, afirma que "los catalanes han perdido el miedo. No nos dan miedo", "estamos dispuestos a todo para vivir libres", como los eslovenos que "decidieron seguir adelante con todas las consecuencias". Todo en clara referencia a la perversidad de la España "autoritaria" y "franquista" que está agazapada para pegarles el zarpazo mortal. Y el patético Comín le subraya las palabras y comparte desde Bruselas la llamada a la insurrección, auto jaleándose entre todos, que es, al parecer, lo único que saben hacer bien.
Estamos en un momento difícil para reconducir algo las cosas a la razón política y a la convivencia, frente a la obsesión golpista de los secesionistas, por encima de constituciones, Estatut y normas elementales de funcionamiento democrático. No es el momento de mirar hacia otro lado mientras se avanza hacia el enfrentamiento por la locura de los que liquidan la política y actúan según los matones sin principios. Ni tampoco es el momento de pasar por alto que el ascenso de la extrema derecha en Andalucía, además de ser el producto de tantos años de gobierno del PSOE, con muchas cacicadas, amiguismos y corruptelas, se debe también al efecto secesionista catalán y a las actitudes contemplativas del gobierno de Pedro Sánchez que, salvo tener claro que quiere mantenerse en el gobierno a costa de pactar con quién sea, no sabe si va o viene en el tratamiento a fondo de los problemas económicos, sociales y políticos del conjunto de los españoles.
Alemania, Francia y la mayor parte de países europeos, impulsados por los EEUU, gobernados en aquel momento por Bill Clinton, hicieron saltar violentamente a Yugoslavia por los aires, sin importarles que se produjeran enfrentamientos y guerras identitarias devastadoras, todo en defensa de sus intereses económicos y de dominio geopolítico y para liquidar lo que, según decían algunos anticomunistas viscerales europeos, era el último vestigio en Europa del comunismo, caída la Unión Soviética. Los países "democrático-liberales" hicieron de otras formas lo que la Alemania de Hitler hizo en la Segunda Gran Guerra. La Alemania Federal de Helmut Kohl fue uno de los máximos impulsores de esta acción de destrucción de Yugoslavia y, en concreto, de la primera ruptura, la de Eslovenia con el Estado, por haber mantenido históricamente unos lazos especiales con ella. La vía eslovena, que Torra afirma será la catalana, produjo una guerra de 10 días, más de 60 muertos, centenares de heridos. Eslovenia actualmente no vive mejor que antes de la secesión, al contrario. Yo estuve en Eslovenia a principios de los años 80 en un viaje político como Secretario General del PSUC, ya que este partido mantenía una relación fraternal con la Liga de los Comunistas Yugoslavos en Eslovenia, y el nivel de vida de la población y la convivencia en todo lo que vi y percibí eran muy notables y no se notaba ningún signo de opresión por parte del Estado.
El personaje de la ultra derecha catalana, Torra, afirma que "los catalanes han perdido el miedo. No nos dan miedo", "estamos dispuestos a todo para vivir libres", como los eslovenos que "decidieron seguir adelante con todas las consecuencias". Todo en clara referencia a la perversidad de la España "autoritaria" y "franquista" que está agazapada para pegarles el zarpazo mortal. Y el patético Comín le subraya las palabras y comparte desde Bruselas la llamada a la insurrección, auto jaleándose entre todos, que es, al parecer, lo único que saben hacer bien.
Estamos en un momento difícil para reconducir algo las cosas a la razón política y a la convivencia, frente a la obsesión golpista de los secesionistas, por encima de constituciones, Estatut y normas elementales de funcionamiento democrático. No es el momento de mirar hacia otro lado mientras se avanza hacia el enfrentamiento por la locura de los que liquidan la política y actúan según los matones sin principios. Ni tampoco es el momento de pasar por alto que el ascenso de la extrema derecha en Andalucía, además de ser el producto de tantos años de gobierno del PSOE, con muchas cacicadas, amiguismos y corruptelas, se debe también al efecto secesionista catalán y a las actitudes contemplativas del gobierno de Pedro Sánchez que, salvo tener claro que quiere mantenerse en el gobierno a costa de pactar con quién sea, no sabe si va o viene en el tratamiento a fondo de los problemas económicos, sociales y políticos del conjunto de los españoles.
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