Después de un largo y contundente espectáculo en poco tiempo de exabruptos, descalificaciones y los "contigo nada", llegaron al abrazo, no sé si final, al acuerdo de gobierno y a la investidura. Después de proclamar el resultado de la votación, risas nerviosas, alegrías estimuladas, nuevos abrazos y felicitaciones y hasta lágrimas, unas públicas y otras, dicen, en privado. Sobre las públicas y más emblemáticas de Pablo Iglesias e Irene Montero, se entienden: al borde de desaparecer por el desagüe, resulta que no solo se salvan los muebles que quedaban, sino que además se consigue el principal objetivo perseguido, por encima de cualquier otra consideración moral, política o social: ministerios y carguillos. Luego ya veremos, la vida es, o puede ser, larga.
No pienso decir más sobre el debate de investidura y sus resultados. No he hablado de ello mientras se desarrollaba porque me interesaba muy poco y ya en alguna otra reciente ocasión he dicho lo que me parecía Pedro Sánchez, la actual dirección del PSOE-PSC y la posibilidad de un gobierno de coalición. Solo quería señalar algunas expresiones que me han parecido bufonescas, máxime teniendo en cuenta la charca política en que se ha convertido el Congreso de los Diputados, de lo cual ya hablé también hace poco y no repetiré.
Tienen "suerte" las organizaciones que se declaran de izquierdas, PSOE-PSC, Unidas Podemos, Bildus, y para de contar, de que en España haya una derecha tan decrépita y mugrienta, después de que la derecha independentista y cochambrosas de Catalunya, haya hecho surgir lo peor de la política española de siempre, simbolizado esta vez en la organización reaccionaria y filo fascista VOX. Y de que el PP de Casado haya abandonado cualquier pensamiento liberal y conservador serio y navegue en los mares estancados de la extrema derecha compitiendo con esta. Y de que Cs haya pasado de un centro derecha abstracto a difuminarse con PP y VOX hasta casi desaparecer. Y puede estar orgullosa la derecha reaccionaria catalana, socios y palanganeros, de haber contribuido a que una organización nominal casi inexistente como VOX tenga ahora 52 diputados y cogobierne en diversas regiones y municipios de España. Así ya tenemos a la extrema derecha "españolaza" y "catalanaza" compitiendo. Y en vez de avanzar, aunque fuera un poquito, hacia una España más social, solidaria y decantada hacia un proyecto real de izquierdas, tenemos una España más conservadora, más injusta socialmente y con algunos nubarrones peligrosos encima de sus gentes.
Por todo lo dicho, esperemos a ver que da de sí la nueva situación creada a partir del debate de investidura y su desenlace. Esto es lo que quería decir por hoy.
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