Francisco Frutos
Publicado en Mundo Obrero del mes de Octubre. Nº 241.
Se ha producido en un largo proceso el colapso ideológico, moral y político de las organizaciones sociales y políticas que históricamente han estado al servicio del cambio social. En la misma línea ha habido el colapso ideológico, moral y político de los intelectuales occidentales, especialmente de los europeos. Unos y otros han perdido el norte de lo que representa, es y hace el capitalismo, o navegan en una deriva sin rumbo. Esto no afecta a todas las organizaciones ni a todos los intelectuales de manera total. Hay importantes núcleos de resistencia y de ofensiva que no se han plegado a la derrota histórica del movimiento obrero organizado y sus aliados y que continúan considerando que el caos es una forma permanente del capitalismo, porque no puede ser de otra forma ya que su objetivo es el máximo beneficio en el mínimo tiempo y sin importar si ello se consigue robando "legalmente" o con la guerra. Y continúan defendiendo el socialismo y el comunismo porque éste pretende ser un movimiento real que anule y supere el caos actual, a pesar de los fracasos que con su nombre ha habido. Y aquí entramos en el meollo del asunto. Hoy, más que nunca, es imposible defender el socialismo y el comunismo en una competencia con el capital, como si de un juego se tratara, con los mismos contenidos y las mismas armas con las que éste actúa. Esto fracasó y continuará fracasando. Actuando en las sociedades capitalistas más desarrolladas en el marco de las leyes sociales que nunca cuestionaron el capitalismo, se han hecho avanzar elementos de socialismo, o incluso de comunismo, fruto de la lucha de clases: en las condiciones laborales, en los derechos sociales, en los servicios públicos, especialmente en la sanidad y educación universales. Avances en derechos que ahora, desde hace unos cuantos años y aceleradísimo con el fracaso del capitalismo, llamado eufemísticamente crisis, están en fase de profunda reducción o de simple eliminación. No se puede avanzar hacia un cambio social real, si no se defiende un cambio radical del modelo productivo y no se avanza hacia una economía sostenible social y ecológicamente, enraizada totalmente en la paz y enfrentada a la estrategia de guerra del capitalismo, el diálogo entre todos los pueblos, la complementariedad y la colaboración en vez de la competencia, y el internacionalismo.Los Estados Unidos son la sociedad desarrollada más despiadada, injusta y caótica. Europa se le acerca desde hace años. ¿Recuerdan cuando los mercenarios, teóricos y estrategas del capital decían y escribían que Europa se estaba quedando desfasada y retrasada respecto a EEUU porque teníamos demasiados derechos, en su lenguaje "rigideces sociales"? Ahora que EEUU está en rápido declive callan pero defienden con fanatismo las mismas ideas y políticas, ideas y políticas que se resumen en: a/ no al estado, sí a la sociedad civil, que son ellos como clase; b/ privatización de todo, empresas y servicios; c/ que el usuario de los servicios públicos pague por cada servicio, además de las reducciones salariales, IRPF e IVA, con lo cual paga dos veces. Y así nos pareceríamos más a los EEUU con 46 millones de personas que ni siquiera tienen seguro médico. En definitiva, esos delincuentes de la pluma y de la palabra glosan la iniciativa individual frente al compromiso colectivo y se venden al mejor postor en tertulias y periódicos, siempre al servicio de la clase hasta ahora dominante. Sus tesis han fracasado y continúan fracasando y, sin embargo, no se hunden ellos ni los que les pagan. No es un milagro que no se hundan con la que está cayendo. No se hunden porque no les hundimos. Han creado un imaginario social y político: no hay clase trabajadora proletaria, todos somos aspirantes a ricos; todos tenemos derecho a disfrutar de la sociedad consumista que han impulsado; todo es relativo, menos su sistema, los principios y valores colectivos los califican de dogmas y antiguallas; intervienen desde la extrema derecha hasta el izquierdismo de salón, según convenga, comprando a todo el que se deja comprar. Hoy hay condiciones objetivas para exigir y producir el cambio, pero no existen las subjetivas. Cómo crear las condiciones subjetivas es la tarea de una izquierda que sea capaz de salir de su colapso. Y no hay atajos para ello. Esas condiciones vendrán de una insoportable aceleración de la degradación social y la consecuente aceleración de la conciencia crítica. Lo que antes se veía innecesario, o imposible, se verá como una cuestión de supervivencia, aunque las condiciones subjetivas no se darán plenamente si previamente, seguramente en un largo proceso, no se han ido introduciendo en el debate social los elementos de análisis para comprender la realidad y actuar sobre ella, de la única manera que se construye la conciencia de cambio y el coraje colectivo para afrontarlo: organizándose, coordinándose y situando las acciones parciales por cosas concretas en una perspectiva de lucha global. Arrancando del capital y sus poderes reivindicaciones justas negadas, parcelas de intervención y exigencia de toma en consideración de las propuestas sobre otro tipo de economía, de democracia, también en la economía, y de formas de participación reales.Avanzando en lo anterior, una observación de fondo: el actual sistema económico es insostenible social y ecológicamente, por dos razones elementales: la primera es que fragmenta, divide y enfrenta a la sociedad en el interior de cada país o colectivo y, a nivel general, porque no existe una justicia social básica, un principio de igualdad real, que no es pasar por el túrmix a toda la sociedad en una falsa homogenización, sino tener en cuenta el esfuerzo, la capacidad y las necesidades de cada cual. La segunda razón es sencilla: ¿alguien cree que un mundo de 7000 millones de seres humanos en la actualidad puede sostenerse con la concepción económica y financiera de crecimiento y competencia de todos contra todos? Es imposible. Por las dos razones apuntadas es imprescindible proponer, defender y conquistar el principio de planificación democrática de la economía, en cada país, en amplias regiones o continentes y a escala general. Si se pone en marcha será un proceso gradual, largo y complejo pero avanzará porque es necesario. En este sentido, las actuales instituciones internacionales, en especial la ONU y, en lo que nos afecta directamente, la Unión Europea, no sirven. Deben transformarse en verdaderas instituciones democráticas y participativas. Una reforma superficial como proponen algunos no serviría de nada. La ONU debe eliminar el derecho de veto y la actual concepción del Consejo de Seguridad, dar todo el poder a la Asamblea General, con una ponderación objetiva de lo que representa cada país en espacio y número de habitantes, sin dejar fuera a nadie. La OTAN, como organización armada del capital, debe desaparecer. Conclusión. A veces podemos padecer el síndrome del triunfalismo y el voluntarismo. Otras, el síndrome de la impotencia para cambiar las cosas. En ambos casos nos equivocamos. Sólo hay un camino: reformismo fuerte en lo concreto con perspectiva revolucionaria socialista. Esto significa tumbar el régimen. ¿Complicado? Claro. ¿Imposible? En absoluto. Lo peor es dejar que los salteadores e ineptos continúen. En el día a día de la actualidad, estar presentes y organizados en todas las movilizaciones y protestas, y explicar y defender nuestras propuestas. El 15 de octubre y en todas las convocatorias de lucha programadas y en la campaña electoral. http://franciscofrutos.blogspot.com/
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