No paran. Y cuánto antes asumamos que es así y que no se rendirán, tanto mejor, ya que es la única forma de hacerles frente y pararles los pies. Ayer hubo una gran movilización social en Madrid, una gran marcha sobre el Parlamento, convocada inicialmente por la Coordinadora de Barrios y Pueblos en Lucha de Madrid, con el lema
"Caminemos juntos contra la crisis y el capital". Como es de sobras conocido,escrito y divulgado en los diversos medios, la jornada del 19 de Junio en toda España tenía también una consigna central contra el Pacto del Euro y lo que representaba ya, e iba a representar todavía más, de reducción de las condiciones de vida y de trabajo de la población europea. La jornada, parece ser, debía de haber tenido una dimensión europea, algo que, salvo algunas manifestaciones poco numerosas en pocos paises, no se ha producido.
No quiero ser optimista, ni mucho menos triunfalista, en la valoracion del 19 M en España, pero sí repetir y repetir que fue muy importante y que esa es la única via para que no continúe produciéndose cada vez con más fuerza lo que ayer se denunciaba colectivamente en los gritos de de los manifestantes: "Es una estafa, no es una crisis", "Lo llaman democracia y no lo es", "Manos arriba, esto es un atraco", y, paralelamente, las consignas de lucha, "Caminemos juntos contra la crisis y el capital", "Parados, moveos", "Dormíamos y despertamos", "Lucha obrera contra el paro", "Europeos levantaos"..., entre otra muchas.
Celebraría que CCOO Y UGT, como sindicatos mayoritarios, tomaran nota, analizaran lo que han hecho hasta ahora, fueran capaces de rectificar lo que han hecho mal, o no han hecho debiendo hacerlo. Una incorporación progresiva, desde su propia personalidad, independencia y formas de hacer, al movimiento de la sociedad para buscar alternativas al conjunto de problemas y dramas colectivos que ha creado el capitalismo en su fase más descontrolada y brutal, sería una, seguramente decisiva, acción capaz de producir cambios reales en la situación. Algo que debería defenderse en el conjunto del sindicalismo europeo y mundial para ir creando pacientemente una nueva realidad posible y, sobre todo, necesaria. No se puede caminar contra la crisis si no se lucha contra las causas de ésta y sus responsables.
Se debe derrotar a una UE que está empobreciendo a los pueblos. La actual UE es la Europa del Capital y ha demostrado con creces que es incapaz de abanderar la construcción de la Europa de los Pueblos, una Europa que se desarrolle desde los parámetros de la cultura del trabajo, de la solidaridad, de los derechos sociales, de la paz y de la democracia real, la que busca y articula la participación de las personas en todo, no sólo en votar cada cuatro años. Una Europa que respete y haga respetar la tierra y no la destruya, para lo cual es imprescindible poner en marcha un desarrollo sostenible, que significa crear, fabricar y repartir de forma justa todas las riquezas útiles para vivir, eliminando progresivamente el consumismo parasitario, causa principal de insolidaridad, de enfrentamientos violentos, de miseria, de infelicidad. Europa debería ser ejemplo, recogiendo el espíritu de sus revoluciones, de que otro mundo es posible, para lo cual hace falta una educación que tenga al ser humano como centro de su actuación. Una Europa internacionalista que salga de su eurocentrismo egoísta para contribuir al desarrollo sostenible de todos los pueblos y no continúe su política de rapiña, al estilo y semejanza del peor imperialismo de los Estados Unidos de América.
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