No voy a detenerme mucho en Catalunya, la realidad política y social y las elecciones, todavía no celebradas el 17 de septiembre. Sólo reiterar que la aventura de secesión, emprendida por los independentistas, a la que se han sumado diversos tipos de oportunismo y arribismo, está a punto de culminar una etapa, sea cual sea el resultado de las elecciones. Una etapa en la que la mentira, el invento de una historia, la tergiversación y manipulación de la real, y la utilización al mejor estilo del pasado de los medios de comunicación catalanes, convertidos en voceros de la propaganda independentista, han conseguido crear una amplia y no sé si potente fractura en la sociedad catalana, enfrentada, manipulada y desinformada. Artur Mas, su gobierno y socios, son los principales responsables, al recoger y potenciar lo que siempre habían sido las ideas independentistas minoritarias de ERC. Por otra parte, la actitud confusa, ambigua y seguidista del nacionalismo, por parte de la izquierda reformista y de la más “radical”, PSC-PSOE e ICV-EUiA, han hecho posible que los graves problemas económicos, sociales, privatizaciones, recortes y corrupciones, consecuencia de las políticas de CIU, pactadas con el PP o con el PSOE, y los responsables catalanes de estas políticas, pasaran a un plano secundario ya que la independencia crearía un paraíso de felicidad. El gobierno del Partido Popular, en vez de abordar el problema con una política de fondo y las reformas constitucionales pertinentes ha contribuido a engordar el independendentismo. Ahora cabe abordar el panorama catalán teniendo en cuenta el resultado electoral.
Y ahora vayamos al gran problema de fondo que tiene el mundo, Europa y nosotros/as. Las guerras promovidas por Occidente y socios, la de Siria en primer plano en la actualidad, por intereses económicos y geoestratégicos de dominio político y militar. Las consecuencias: muerte, destrucción de países, desastres sociales y humanitarios y un éxodo de millones de personas huyendo de esta situación. Ahora nos encontramos con varios escenarios: 1º.- El de la emoción, producida por la foto del niño de tres años ahogado, utilizada para promover el apoyo caritativo a los refugiados y, de pasada, señalar a Siria y su gobierno como responsables principales, escondiendo la de los promotores de las guerras de Iraq, Libia y Siria, y del surgimiento de amplios movimientos terroristas como el Estado Islámico (DAESH), además de fortalecer a los ya existentes, Al Qaeda y Al Nusra. 2º.- Ahora, después de argumentar que la caridad no es suficiente, pasar al plano que interesa más a la Coalición de la Guerra: la necesidad de restaurar el orden para que los refugiados vuelvan a Siria. La Francia del “socialista” Hollande y el Reino Unido de Cameron encabezan las posiciones de los que quieren intervenir directamente, situando a Bashar Al Assad y su gobierno, no al Estado Islámico, como los principales enemigos, saltándose el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar el veto ruso y chino. Y 3º.- Si la emoción manipulada producida por los refugiados no es suficiente, no nos debería extrañar que los mercenarios occidentales infiltrados entre los refugiados reciban la orden de impulsar a terroristas a generar situaciones de terror, caos y conmoción, que justifiquen una nueva intervención al estilo de Afganistán, Iraq y Libia. Ya se han descubierto abundantes casos en diversos países europeos de la entrada de terroristas camuflados de refugiados.
Ante la situación que estamos viviendo se debe promover la reflexión, el análisis y la investigación y decir la verdad aunque no guste al poder ni a las mentes cándidas que se lo creen todo. Tenemos una Europa que hinca la rodilla y dobla la cerviz ante los planes de EEUU. Unos planes que obligan a Francia a no vender material bélico a Rusia y consideran normal espiar al “socio” alemán; que se proponen aislar, derrotar y liquidar como países soberanos, si es posible, a las actuales Rusia, China, Irán y Venezuela para que no puedan influir ni decidir en el mundo; que tienen enfilados a los países latinoamericanos, los más revolucionarios y los reformistas, para reconvertirlos en piezas de su nuevo patio trasero; que quieren una Siria fragmentada que, entre otras cosas, impida la construcción de gasoductos y comunicaciones comerciales diversas entre Rusia, Irán y el conjunto del Oriente Próximo, con la vista puesta en Europa.
Dos breves para terminar: ninguna manifestación sin pancartas contra las guerras y la agresión a Siria; organizar la protesta contra las maniobras de la OTAN en España. Convertir las bases militares de Rota y Morón en bases para la paz y el desarrollo económico y social de los pueblos africanos y mediterráneos.
Publicado en la columna Silbando la Internacional en el nº 289 de la edición impresa de Mundo Obrero de octubre de 2015
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