sábado, 8 de febrero de 2020

EN LA MESA DE LA RATAFÍA Y EL CHINCHÓN: TORRA- SÁNCHEZ.


Repetir las mismas vaguedades por un lado y por el otro, es una inútil muestra de aparentar que se hace algo para solucionar cosas que, a mi entender, solo tienen una vía de solución, que más adelante resumiré brevemente. Es un nuevo episodio del culebrón, un día no toca hablar de nada ya que está todo dicho y al día siguiente cambia todo por ensalmo porque a uno de los interlocutores, que no ha hecho nada útil para los catalanes que se dice que "gobierna", ni representa nada con una cierta entidad política aceptable democráticamente en ningún sitio, se le ocurre convocar unas elecciones, quién sabe cuándo, después de que le aprueben unos presupuestos. Y por el lado del gobierno presidido por Pedro Sánchez, una retórica edulcorada, variable según intereses del momento, lenguaje tramposo por parte del presidente y de sus marionetas más cercanas, que muchas veces hasta se equivocan al definir las cosas o lo hacen adrede para que nadie les trinque  los juegos políticos malabares para ir tirando del carro mientras dure.
Por tanto, en la mesa de la ratafía-chinchón, la misma forma de abordar el problema que nos ha traído hasta aquí: el intento de los nazional-secesionistas catalanes de independizar Catalunya, sin atender a ninguna ley democrática colectiva: ni Constitución, ni Estatut, ni las más elementales normas de funcionamiento de las instituciones de representación colectiva, como demostraron de forma contundente y definitiva con la aprobación los días 6 y 7 de septiembre de 2017, de una especie de "constitución de su republiqueta", que competía con ventaja con las normas del franquismo. Y ya sería hora de que todo el mundo que se llama constitucionalista y que tiene una presencia pública en la sociedad y crea opinión, dijera lo que piensa con claridad sobre cada cosa. Y estoy pensando en los que dicen tener y defender una concepción legal de la democracia, o sea que ésta tenga normas colectivas aprobadas por consenso o amplia mayoría: Constitución, Estatutos, y la legislación consecuente y correspondiente y que, a veces, parece que naveguen en las aguas estancadas de la equidistancia. Y de equidistancias en el asunto del golpismo independentista catalán, en los últimos años ya hemos asistido a demasiadas, desde las del PSOE de Zapatero y sus regalos envenenados, a las del PP y volver al PSOE. La otrora izquierda alternativa, la catalana y la de toda España, no corta ni pincha, salvo cuando tiene que hacer de palanganera o de auxiliar de las demostraciones de fuerza nazional secesionista en las calles o aprobar alguna resolución parlamentaria conjunta, siempre pretendidamente muy avanzadas socialmente, muy federalista o vaya a saber qué, y anti fascista, sin acercarse nunca ni por casualidad a analizar de dónde viene y cómo se produce este salto espectacular, hasta hoy, de la extrema derecha en España. 
Y así, entre tirios y troyanos, ya tenemos la derecha catalanísima de los Pujol, Mas, Puigdemont, Torra, Aragonés, Junqueras, Laura Borrás, Clara Ponsatí, Elsa Artadi....., contribuyendo a levantar y dar más vida a la derecha españolísima de Abascal, Ortega Smith, Espinosa, Rocío Monasterio, Casado...De todas estas cosas muchos de los constitucionalistas declarados y practicantes hablan poco y no las ponen en relación. Hablan del VOX, PP, Cs, de la Corona y de la Justicia en España, pero de Catalunya hablan del maestro armero, citando de pasada la última mamarrachada de Torra, y va que chuta.
La solución solo puede ser la aceptación clara de las leyes, la Constitución en primer lugar, y si se tienen que introducir reformas de la misma, hágase de la única forma posible, con el debate colectivo buscando el consenso democrático y luego adecuando los estatutos y demás leyes correspondientes a la situación prácticamente federal que vivimos, que en algunos aspectos que deben ser de carácter universal para todos los españoles, incluso excesivamente fragmentados. En consecuencia con lo que digo, el lenguaje del gobierno, de la Justicia y de las organizaciones políticas deber ser claro e inequívoco: la democracia parlamentaria funciona con leyes colectivas y La Constitución es el marco que las engloba y ordena todas.
En consecuencia con todo lo dicho y aunque no sirva de nada: !!Qué país, qué paisaje, qué paisanaje!! Pero debe haber arreglo.
   



No hay comentarios:

Publicar un comentario