miércoles, 28 de marzo de 2012

Reforma Laboral: debe contestarla la Huelga General

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Cuando los trabajadores hacen huelga no es porque no quieran trabajar, sino porque quieren hacerlo en mejores condiciones. Ahora ni siquiera eso, se hace para no empeorar aún más. La Huelga debe tener la máxima contundencia posible ante la gravedad de la agresión, que viene precedida de otras muchas, y seguirán, si no las paramos. Hay un "desentreno" importante en la acción social por cuatro razones, entre otras: una, por la progresiva reducción del sentido de clase; dos, desmotivación fruto de la pasividad; tres, ruptura del sentido unitario de clase; y cuatro, el estado de ánimo que produce el miedo a perder una mínima estabilidad, para quien la tiene, o a perder incluso la precariedad engrosando el ejército de parados.

Para superar lo anterior no valen los voluntarismos. Sólo hay una manera de hacerlo progresivamente: informar verazmente, sin exagerar y sin triunfalismos o derrotismos; recomponer la unidad y la organización del movimiento obrero en las nuevas condiciones objetivas de la composición de clase, lo que exige teoría, educación y práctica, sin lo cual la clase se disgrega e individualiza; y, finalmente, articular un permanente ejercicio de participación democrática en asambleas, concentraciones, manifestaciones y huelga, cuando sea preciso. Al ser ahora preciso, a las direcciones y organizaciones del PCE nos toca actuar con urgencia, preparando en cada ámbito la Huelga General del 29. Es la tarea más importante.

Ya hace un año y medio, después de la HG del 29 de septiembre de 2010, se perdió el impulso social, sindical y político de tan importante acción por aquello de "hecha la prueba de fuerza, a vivir de la renta", esperando que una negociación con el gobierno del PSOE frenaría la pendiente de reducción de condiciones de vida y derechos laborales y sociales. Y, de paso, no erosionar más al PSOE porque detrás venía el PP. El PSOE fue derrotado después de apretar las tuercas y preparar el camino al PP. Y vino el PP, que va a lo suyo sin miramientos. El PP cree en el total liberalismo del mercado capitalista y aplica consecuentemente su política hasta donde puede, ya que no puede aplicarla totalmente, porque la liquidación de más de 100 años de construcción social produciría, o la rendición total a la sumisión, con efectos sociales devastadores, o el levantamiento social contra el sistema.

El PSOE antes y el PP ahora se escudan exclusivamente en la crisis mundial y española y en las exigencias de los mercados y de la Unión Europea, para imponer más recortes. En ningún momento, ni el PSOE, ni mucho menos el PP o CIU, han analizado críticamente las verdaderas causas y los mecanismos internos objetivos de la crisis (tipo de producción, distribución y reparto de la riqueza, competencia, mercado…) ni han hecho la más mínima valoración sobre la responsabilidad del capitalismo en la misma. El sistema es intocable y no tiene recambio. La principal responsabilidad es que las mayorías de las sociedades económicamente desarrolladas tienen demasiados derechos, en un mundo en el que se tiene que competir con los bajos salarios y las condiciones laborales y sociales ínfimas existentes en países como China e India, que sólo entre las dos ya suman más de un tercio de la humanidad. La alternativa que imponen es la deslocalización y privatización de empresas y servicios y la reducción de costes en salarios, seguridad, servicios sociales y pensiones.

Ante ese panorama, la globalización, o internacionalización para hablar en nuestro lenguaje, sólo es aceptable en un marco general complementario en todo: producción de mercancías y servicios, distribución, derechos básicos a mantener y fortalecer donde los haya, y desarrollo de los mismos donde no los haya. Es ahí donde existe una solución civilizada y justa para todos los pueblos y todas las personas. Yo vuelvo a reiterar lo mismo sin miedo a aburrir: el mercado sin planificación democrática, solidaria y con reglas claras es, y continuará siendo, un caos económico, social y ecológico. La planificación democrática de la economía, frente a la planificación económica del capitalismo, basada en la ganancia privada, permitiría, entre otras cosas, poner encima de la mesa algo imprescindible en la actualidad: la racionalización de la producción y distribución del consumo, según un desarrollo social relacionado con las necesidades y posibilidades reales de la humanidad. Qué producir, cómo producirlo y dónde producirlo, permitiría abordar con sentido solidario elemental y con inteligencia para sustituir la competitividad por la complementariedad, los graves problemas a los que nos ha conducido el estancamiento irreversible del capitalismo, entre los cuales está el que algunos llaman "decrecimiento" y yo prefiero llamar redistribución organizada para la estabilidad económica y social, que sólo puede realizarse a partir de la corresponsabilidad colectiva de pueblos, países e instituciones. Expuesto, aprobado y defendido con la participación colectiva, estoy convencido de que puede entenderse y aceptarse que el desarrollo social en países con retraso en sus condiciones básicas de vida puede complementarse con la reducción de consumismos parasitarios en otros, encontrando el equilibrio social y ecológico.

En resumen, para construir una nueva realidad, no bastan palabras, tampoco las mías, sino la voluntad de construirla, en este caso por urgente necesidad. Tampoco una huelga, por mucho éxito que pueda tener su realización, soluciona nada, pero es la forma en que en un momento determinado se puede expresar con fuerza la denuncia de una situación y las alternativas para superarla. Soy consciente de que en la convocatoria sindical del día 29 hay muy pocos elementos de los que he expresado en este escrito, aunque vayan a estar presentes en la voluntad de una parte de los hombres y mujeres que se movilizarán. Sé que las motivaciones de la huelga son más limitadas, excesivamente limitadas, pero estoy convencido de que ésta puede contribuir a impulsar la idea de que luchar contra la reducción de derechos debe ir unido a la perspectiva de un cambio social.

El día 29, la Huelga General para impedir más tropelías sociales del PP y de los beneficiarios de sus políticas. Al día siguiente, una acción sistemática con formas diversificadas es el camino a continuar.

Publicado en la columna de Francisco Frutos "Silbando la internacional" en el Nº 247 de la edición impresa de Mundo Obrero Abril 2012

3 comentarios:

  1. La gente está perdiendo el miedo a votar a la izquierda, como se ha comprobado en Andalucía, esperemos que también pierdan el miedo a manifestarse defendiendo sus intereses, por supuesto más allá de un simple día de protesta, que por otra parte, tendría que tener una afluencia masiva si tenemos en cuenta que al menos seis millones de personas, no tienen ya nada que perder... porque el estado se lo ha quitado.

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  2. Por motivos varios llevo unos días sin comentar. Tras la inicial alegría por los resultados en Andalucía, que son significativos, he leído con algo de preocupación sus comentarios en relación a un posible pacto con el PSOE sin que exista un fundamento político real. No me parecía que tal posibilidad pudiese siquiera existir, la verdad. Añado que he tenido noticias de que en algún ayuntamiento gobernado por el PSOE se ha propuesto (por el grupo del PSOE) solucionar los problemas económicos del ayuntamiento reduciendo al 50% los salarios de los trabajadores municipales. Entiendo que un posible pacto, incluso que no incluyese participación de IU en el gobierno -es decir, para que el PSOE pueda gobernar en Andalucía-, debería pasar por unos mínimos. El control de los ayuntamientos gobernados por el PSOE para que no tengan tentaciones insanas con respecto a sus trabajadores debería ser uno de esos mínimos, así como una garantía de que los recursos públicos y/o privados van a utilizarse para solucionar el problema del desempleo (Gordillo lo explicó muy bien en el debate sectorial). Mientras tanto y de forma inmediata, hacer efectiva la renta básica, al menos como un alivio temporal a los problemas económicos de muchos andaluces. La oposición al escudo antimisiles debería ser también uno de los puntos. De todos modos, y aunque la posibilidad de un gobierno del PP es horrenda, permitir el gobierno del PSOE a cambio de nada tampoco me parece una opción. No creo que deba asustarnos la opción de Extremadura. Al menos serviría para sacar de sus (bien pagadas) poltronas a muchos y, a fin de cuentas, la mayoría que supone el PSOE e IU podría oponerse a las políticas del PP -si es que el PSOE está dispuesto, evidentemente, aunque lo dudo. No obstante, confío en que IU sabrá negociar a partir de su nueva situación -eso si PSOE y PP no terminan conformando un “gobierno de concentración” o similar (quizá no sea tan descabellado ese pensamiento). Por lo que se refiere a la abstención, creo que es preocupante (más aún si cabe en Asturias) pero no soy tan optimista como MDF que la asocia a un apoyo a la izquierda extraparlamentaria. Más bien lo veo como un apoliticismo dañino para los trabajadores.

    En cuanto a la huelga, destaco que tanto CCOO como CGT cifran en torno al 41% el seguimiento en los centros públicos de educación en Andalucía ( http://www2.fe.ccoo.es/andalucia/plantilla.aspx?p=29&d=737

    http://www.fasecgt.org/spip.php?article14792 ). Poco, me parece a mí. Teniendo en cuenta que no sufrimos las presiones que se dan en la empresa privada o en la propia educación privada o concertada, es indicativo, creo, de las características del sector.

    Un saludo,
    interino2

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  3. Valoro como un éxito el resultado del huelga general del 29 de marzo y entiendo que en proceso de afianzamiento de la concienciación y movilización de las y los trabajadores es necesario incorporar otras perspectivas que rebasen el mero objetivo económico, como son la situación internacional y la guerra como negocio, pues ese es el signo del capitalismo bélico financiero de nuestro tiempo. Percibir que nosotros, como clase trabajadora española, formamos parte de un entramado más complejo dónde la explotación se presenta bajo formas diferentes según el grado de desarrollo del país o de las particularidades de la región, es el paso necesario para avanzar desde ese objetivo económico hacia otro político y de carácter internacionalista. No podemos limitarnos a exigir una redistribución de la riqueza, sin plantearnos cómo se ha producido, de dónde proviene y hacia dónde va. Sin duda la planificación de la economía es el único camino para que esta especie en peligro de extinción que somos los humanos podamos sobrevivir y será con otras pautas de consumo, con otra conciencia necesariamente solidaria y con la dignidad como atributo inalienable.

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