Voy a hablar de las mujeres y de los hombres que hemos sido comunistas, lo somos todavía y tenemos vocación de continuar siéndolo en el futuro porque defendemos otro tipo de sociedad más justa, digna, fraternal y feliz y tenemos la convicción profunda de que con lo actual continuamos avanzando hacia el desastre. La primera pregunta que se me ocurre el 13 de abril, quince días antes de un nuevo 1 de Mayo, que me temo, y ojalá me equivoque, será muy parecido a los inmediatamente anteriores con demasiado de rutina, podría decir: ¿es todavía válida la concepción de otro mundo más justo, solidario, fraternal y civilizado, o fue una utopía en el pasado convertida hoy en quimera? Y si no es válida nuestra concepción y lucha, que es la del Movimiento Obrero histórico que ha arrancado al capital todas las conquistas sociales y políticas que han contribuido a mejorar las condiciones de vida de la gente, ¿qué es lo válido, la continuación de lo que hay hoy con un cada vez más acelerado deterioro económico, social, ecológico y humano, imparable con las políticas del capitalismo salvaje, en un mundo de más de 7000 millones de seres humanos, gran parte de los cuales son masa marginada sin derechos elementales? Y si nuestra concepción histórica no ha caducado ¿se debe defender el socialismo como salto espectacular a una democracia económica y social real en la vía del comunismo o debemos enterrar la concepción socialista como quimera y adecuarnos a la situación domesticando nuestro programa, propuestas, alternativas y señas de identidad elementales?
Mis preguntas pueden parecer puramente retóricas, un ejercicio gratuito de política ficción, alejada de los problemas y preocupaciones de la gente, incluidos los de la mayoría social que defendemos. Considero que no son retóricas ya que se refieren al núcleo central y estructural de un pensamiento y de una acción practicados en nuestro quehacer histórico, con sus avances y retrocesos, y de una alternativa de futuro. Y si es vigente nuestra concepción socialista y comunista como fundamental, si no única, alternativa para la humanidad en el presente y a medio y largo plazo, ¿sirve la unidad, coordinación y fortalecimiento de una organización propia de los que nos sentimos socialistas y comunistas e intentamos poner en práctica nuestras ideas? Y hablando en plata, ¿es necesaria la militancia en el PCE? Todo lo que estoy diciendo no es nuevo. De forma recurrente aparece en el horizonte, por unas causas u otras, el interrogante sobre el PCE por el surgimiento de grupos o movimientos, más o menos espontáneos o artificialmente impulsados, que empiezan hablando contra las siglas, siempre las nuestras, y acaban vociferando: ¡disuélvanse! Eso sí, una orden imperativa para que abandonemos creencias y prácticas, acompañada siempre de frases con ardor revolucionario retórico y citas permanentes a Lenin y a todos nuestros “santos”.
Volviendo a la necesidad o no de militancia en el PCE, ¿cómo debe ser esta militancia, cerrada y endogámica para mantener puras las esencias, o como base organizativa e ideológica sólida para proyectar a la sociedad las ideas socialistas y comunistas de forma natural en cada proceso de movilización reivindicativa, sin estridencias verbales y contribuyendo a crear un gran movimiento capaz de derrotar a la vieja sociedad y a sus representantes e iniciar una nueva etapa histórica? Volviendo un poco atrás: ¿se considera, consideramos, que tienen solución los problemas colectivos en el tran-tran de la explotación capitalista, con sus secuelas de miseria, paro, precariedad, inseguridad, violencia y guerras? ¿por qué se ha producido un retroceso tan grande y brutal en el mundo, y especialmente en la zona más cercana de África, pero también en Ucrania y Europa, con la desaparición de la URSS?
Es hora de decir las cosas claras y defender nuestras ideas a pesar de las circunstancias objetivas, de las dificultades de todo tipo y de las creaciones artificiales de “nuevos” productos políticos mágicos. ¿Es el PCE un instrumento válido? ¿lo es Izquierda Unida? Si se considera que no valen es mejor y más honesto decirlo claramente y no perder el tiempo. Si se cree que son instrumentos necesarios, o imprescindibles, sólo hay una vía: ser consecuentes y trabajar en positivo para fortalecerse en número y en calidad y capacidad y unirse para un mismo objetivo. Subordinar las ambiciones personales, cuando las haya, que es casi siempre, a las necesidades democráticas colectivas. Centrar todos los esfuerzos en la defensa de nuestra política y divagar poco en grandes elucubraciones sobre los demás, convirtiéndote en interprete y portavoz de los que claman contra la “casta” y a la más pequeña de cambio actúan como lo peor de la “casta”.
Como véis, expreso más interrogantes que rotundas afirmaciones ya que éstas, si se precisan, las debéis hacer los lectores y lectoras de esta columna, que no pretende otra cosa que ser útil al partido y a las ideas que éste defiende. Algo que no creo que se haga recurriendo al “sagrado” nombre del partido y al “santoral” rojo, venga o no venga a cuento, sino teniendo convicciones y defendiéndolas, haga el tiempo que haga en la intemperie de la política.
LIBERTAD PARA MANNING Y CESE DE LA PERSECUCIÓN DE ASSANGE Y SNOWDEN.
Publicado en la columna Silbando La Internacional de la edición impresa de Mundo Obrero nº 284 de mayo de 2015
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