Que las ideas conservadoras tienen una inercia en su aplicación que no necesita ninguna dialéctica, está claro. La filosofía del beneficio como máxima de la economía capitalista, o de mercado como la llaman, frente al sentido social de la economía para cubrir con dignidad las necesidades básicas; la práctica de la extracción de la plus valía del trabajo asalariado o dependiente para así aumentar las ganancias y la acumulación de capital; consecuente con todo ello, la privatización de cualquier actividad o servicio público que pueda generar beneficios; convertir la educación en las escuelas o a través de la propaganda en los medios de comunicación en un antídoto contra la conciencia crítica pública; y, para no agotar el asunto, la falta de cualquier escrúpulo moral y político en utilizar la violencia y la guerra para dominar territorios, controlar o saquear riquezas, fabricar y vender armas para usar, o simplemente para vender y renovar cuando se consideren obsoletas, etc. Sin ir más lejos, he aquí una sucinta exposición de lo que son los "valores" conservadores al servicio de un sistema que se vende como el de la libertad y los derechos humanos en el mundo y para cualquier ocasión en la que los intereses de este sistema se pongan en cuestión. Sea ello en Vietnam, en Yugoslavia, o en Iraq, Libia y Siria. O en Chile, Uruguay, Argentina, Brasil, Venezuela.., antes y ahora. Hasta aquí un resumen suficientemente claro y explícito para comprender con facilidad el pensamiento y la práctica conservadora, de derechas, o como quiera llamarse, aunque dentro de ella, como en cualquier actividad humana hay más o menos fanatismo en su aplicación, dependiendo ya de la relación de fuerzas, del carácter individual de los que la aplican, o de la cultura social colectiva de donde se aplica.
Pasemos ahora, al pensamiento y a la práctica de "izquierdas", "progresista", "revolucionaria", "transformadora". Y para ello tengamos en cuenta algunos elementos de la realidad de los últimos 40 años: desde el Vietnam que derrota al imperialismo de los EEUU, después de una terrible guerra de éstos contra el pueblo vietnamita, a las relaciones actuales de práctica convivencia y colaboración en economía, inversiones, propiedad, y hasta colaboración militar; o en América Latina, que después de haber convertido al conjunto de países en "patio trasero", haberlos saqueado, amenazado e intervenido directa e indirectamente, dejándolos en la mayoría de casos en la indigencia económica y en la pobreza social, cuando empieza a haber una conciencia general de que aquello debe cambiar y algunos de esos países, dirigidos por organizaciones o movimientos de izquierda revolucionarios o reformistas, deciden independizarse y defender su soberanía y la unidad latinoamericana, poniendo en marcha programas de desarrollo social y cultural, las fuerzas conservadoras de esos países, de acuerdo con EEUU y sus aliados europeos y mundiales, deciden intervenir de nuevo de todas las formas posibles para impedir la soberanía de cada estado y el proceso de unidad de todos los países de América Latina.
Al llegar aquí es necesario hacerse la siguiente pregunta: ¿Está reñida una política de valores y principios revolucionarios o de cambio social con un programa político que priorice, o articule en el tiempo, la solución de los problemas, poniendo en primerísimo lugar y orden los que afectan al hambre, los derechos sociales, la salud, la educación, o la vivienda, que son los problemas que sufre la población más pobre y humilde. En Venezuela tenemos un ejemplo de todo ello, la Revolución Bolivariana pone en marcha un ambicioso programa de reformas contra la pobreza, el hambre, por la educación, la salud y la vivienda, programa con resultados que son saludados por organismos internacionales de la ONU y otros como exitosos, pero cuando la financiación de este programa tiene algunas dificultades debido a la bajada drástica del petróleo, principal riqueza exportadora del país, las fuerzas de la derecha, que ya han intentado golpes de estado y han recurrido permanentemente a la violencia terrorista, al estraperlo y al boicot alimentario y sanitario, sin éxito, para recuperar sus viejos privilegios, se levantan con el apoyo del fascismo de EEUU, de Europa y del mundo, acusando al gobierno de Venezuela de todos los males que ellos engendraron y el gobierno soluciona, a pesar de las dificultades coyunturales.
Es en este crítico momento cuando se conoce con objetividad y sin triunfalismos ni demagogias la actitud de cada organización de izquierdas, progresista o revolucionaria. Ni es de recibo la actitud verbalmente prepotente de una "izquierda radical y revolucionaria" que culpa al gobierno bolivariano de moderado y claudicante, ni tampoco la de los demócratas inmaculados de salón que poco a poco van conformando sus opiniones a las del sitema: "Venezuela es una Dictadura política, inútil economicamente y socialmente". Y así se quedan satisfechos con el ninismo, siempre conservador. La dialéctica de fondo de una izquierda consecuente es la de que en ningún caso desaparezcan las ideas, valores y principios de fondo por la urgencia y el ritmo para enfrentar lo más perentorio, cayendo en un pragmatismo sin principios, ni tampoco dejar de hacer lo imprescindible de forma práctica para mejorar la vida de la gente, aunque ello no sean medidas pretendidamente "revolucionarias".
En definitiva y de acuerdo con todo lo dicho, la retórica "revolucionaria" que no tiene en cuenta la situación económica, social y cultural concreta, es un camino seguro al fracaso. Y por el otro lado, si desaparecen las ideas, principios y valores que defienden otra sociedad posible en la vía socialista, un partido, un sindicato, un movimiento, se convierten en una especie de "Empresa de Trabajo Temporal", (ETT). Actualmente, en España y fuera de ella, hay demasiadas ETTs buscando asegurar un puesto de trabajo lo mejor remunerado para sus miembros. Sé lo difícil que es encontrar el camino justo entre la lucha por la justicia social, la igualdad, la paz y el socialismo, y el necesario realismo con principios para priorizar las urgencias sociales cuyas demoras acentúan el sufrimiento de muchas personas. Sé también que debemos ser consecuentes en la defensa de unas ideas, principios y valores que consideramos básicos para cambiar el mundo hacia un horizonte socialista.
Exelente artículo. Gracias Paco.
ResponderEliminarConcluyo que el impulso moral es la principal virtud de un revolucionario como decía Fidel y ante tantos errores y traiciones de la llamada "izquierda", aseguraría que es el quiebre de ese principio fundamental más que los posibles fallos, lo que nos ha llevado a esta situación de desconcierto. No se puede admitir, por ejemplo, que Podemos opte por la ABSTENCIÓN cuando el PP propuso condenar a Venezuela, no se puede admitir que hoy Monedero mencione como quedó Libia tras los ataques del imperialismo cuando él fue un promotor principal del Ni OTAN Ni Gadafi,no se puede admitir que el ayuntamiento de Madrid homenajee a los mercenarios asesinos de "los cascos blancos",no se puede admitir que el ayuntamiento de Madrid reciba a los familiares del golpista asesino de Leopoldo López cual si fuera un preso político y aquí tengamos a Alfon detenido, un preso político de verdad por el que el consistorio no ha movido un dedo. Puedo seguir, pero quiero traer a Roque Dalton, fusilados por sus compañeros de guerrilla y los dos acusadores e instigadores de su crimen, son hoy periodistas mercenarios de los EEUU. Nada de esto es izquierda, unos y otros son traidores de la peor ralea.