Fue, además de una entrañable persona, un militante formado en la escuela del trabajo, un obrero y dirigente metalúrgico actuando a pie de tajo en la defensa de las reivindicaciones más justas y sentidas de sus compañeros y compañeras de fábrica y de todos los trabajadores y trabajadoras en la lucha por la igualdad de todos los seres humanos.
Por ello fue militante comunista, ya en los momentos más duros de la Dictadura, y posteriormente dirigente a todos los niveles del PCE y de IU, participando en los debates sociales con sentido democrático y teniendo como uno de sus más importantes objetivos la formación política de los jóvenes en las ideas de la justicia social, la igualdad, la paz, la solidaridad de clase y el internacionalismo. O sea, lo fundamental e imprescindible del mejor pensamiento comunista.
Su muerte nos roba una parte de lo mejor de nuestro patrimonio del pensamiento y la acción por una vida más digna y una sociedad más fraternal. Cuesta hacerse a la idea de que no volveré a oir su voz preguntándome cómo estaba varias veces al año y siento que las circunstancias nos separasen tanto fisicamente. Al expresar mi sentido pésame a Rosa, su mujer, a su hijo Luís Miguel, a su nietecita y a todos los familiares y amigos, vaya mi recuerdo imborrable de Luís como un referente humano, moral y político.
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