lunes, 10 de junio de 2019

 EL TRABAJO, EJE CENTRAL Y VITAL DE EMANCIPACIÓN.


Aún dedicando este artículo al trabajo como actividad humana central en la vida de todas las personas, sea cual sea la opinión ideológica que se tenga sobre él, antes debo considerar un par de cosas que no por conocidas y repetitivas me dejan de sorprender. La primera de ellas viene a cuento de las declaraciones de Manolo Monereo sobre Pablo Echenique, el hasta ayer secretario de organización de Podemos. Monereo, ex diputado de Podemos, al cual la nota de prensa califica de referente "intelectual" de esa organización y de "gran gurú", tal como suena, de Pablo Iglesias, no se anda con chiquitas con Echenique, al cual descalifica de forma rotunda al afirmar que en Podemos no había secretario de organización. A partir de ahí y mostrando vocación de convencido podemita, afirma que la actual situación de fracaso se superará y pide la celebración inmediata de una asamblea o congreso, la IIIª Vistalegre. Y en esas estamos, al tener en cuenta la breve historia de Podemos, que pasa de liquidar la casta política a convertirse en un miembro destacado de la misma; de asaltar los cielos, enterrar constituciones y abrir procesos constituyentes, a defender los artículos de la actual Constitución en los debates  televisivos como si fueran proclamas revolucionarias; de hacerle el sorpasso al PSOE, reiterando aquellos viejos sorpassos de Anguita, a arrastrarse por los suelos suplicando un ministerio, una dirección general, o lo que sea. Y, consecuente con todo lo dicho y con mucho más, nos encontramos con IU prácticamente desaparecida en manos de un grupúsculo de advenedizos tipo Garzón, Santiago...

La otra cuestión de la que quiero hablar brevemente, es la continuación del esperpento de los nazional separatistas de Catalunya. Y como no tienen bastante con sus reaccionarios y cómicos espectáculos aquí, ahora llaman a una concentración multitudinaria ante el Parlamento Europeo el día de su constitución, con la orden de no moverse de allí mientras duren los debates. Pueden pedir la participación de sus socios belga-flamencos, italianos, alemanes, holandeses..., de la ultra derecha nacionalista europea, que seguro que les aportan sus inestimables valores morales, políticos y, como no, sus huestes militantes. El asunto no me da más de si y ahí lo dejo.

Y vamos al asunto principal de este artículo: la centralidad del trabajo en los procesos de cambio y emancipación social. No es nada nuevo lo que voy a decir sobre el trabajo, pero como ha sido tan manipulado y deformado el asunto, hasta el punto de considerar una antigualla todo lo referente al trabajo y al movimiento obrero por parte de muchos "nuevos" movimientos, que de nuevo no tienen nada, considero necesario decir y aclarar unas cuantas cosas. La primera de ellas es que el trabajo, se quiera o no se quiera, se considere castigo divino o maldición humana, es un elemento imprescindible en cualquier sociedad en la que cada uno de sus miembros, además de ganarse el pan diario con él, quiera contribuir solidariamente al bienestar, a la educación, al disfrute de un ocio cultural y artístico creativo, y a la convivencia y solidaridad colectivas. Por tanto, no estoy hablando del trabajo en un sentido de rancio y desfasado "obrerismo", sino en la perspectiva de recuperación, fortalecimiento y organización del movimiento obrero organizado como base para la unidad de clase, teniendo en cuenta lo mejor de su pensamiento y de su historia de lucha y las importantes aportaciones que ha realizado en la conquista de mejoras  laborales  y sociales, en la defensa de la libertad y de los derechos humanos y en la perspectiva de construcción de una sociedad más justa. 
La actual globalización capitalista no sólo hace más urgente el control de los procesos laborales como forma de avanzar hacia la emancipación, sino que sitúa a esta como la única alternativa válida para avanzar a una sociedad mundial más igualitaria y justa socialmente, en paz y sin guerras, internacionalista, solidaria y colaboradora entre todos sus países. La globalización neoliberal no sólo no globaliza derechos y condiciones de vida más dignas, sino que, en la permanente búsqueda del máximo beneficio en el menor tiempo posible, establece la más agresiva competencia entre los diversos grupos económicos dominantes por el control de mercados, estimula el enfrentamiento entre los trabajadores de unas empresas contra otras, de unos países frente a otros. Y eso, que no es nuevo en la historia del capitalismo y que está en los procesos de competencia por el control geopolítico y económico, como se ha demostrado en la historia de las dos guerras mundiales y en las innumerables guerras que se han producido y se producen permanentamente por el dominio geopolítico y por la posesión y control de las materias primas, se ha acentuado y acentúa cada día con la  globalización neoliberal. 
Como conclusión, podemos afirmar que la globalización neoliberal acrecenta y continúa el dominio que el capitalismo ha tenido siempre sobre los países y sobre los trabajadores, mientras que en sentido contrario el movimiento obrero organizado no sólo no es capaz de avanzar en un mismo sentido, compitiendo con el capital por el poder, para impulsar y conquistar cambios económicos, sociales y laborales a favor de los trabajadores de cada país y del mundo, uniendo sus fuerzas y avanzando solidariamente por encima de los intereses bastardos del capital, sino que, en muchos casos,  parece incluso retroceder. Las organizaciones sindicales y los partidos de izquierda, otrora claros representantes y organizadores de la unidad y lucha de los trabajadores, están aislados en cada país y a nivel general, defendiendo en el mejor de los casos moderadas reformas institucionales que no cuestionan lo fundamental de las políticas del capital. Un capital que sigue recortando derechos laborales y sociales, precarizando cada vez más el puesto de trabajo, y multiplicando siempre que le es posible la competición entre los trabajadores asalariados y otros que, aún siéndolo, convierten en autónomos para mejor dividir y enfrentar. Últimamente, la aparición y desarrollo de la robotización, se ha considerado como la sustitución del trabajo humano por el del robot. Creo que más que temer la robotización, lo que se debe temer y combatir es el uso que el capitalismo está haciendo y querrá hacer de ella. Entra también dentro de la lucha de clases y la perspectiva de emancipación. No temer a la máquina, sino temer al propietario privado de la máquina.  
Todo lo dicho forma parte de una situación general, a pesar de que  esporádicamente se producen importantes huelgas y movilizaciones obreras, como ha sido el caso de los metalúrgicos alemanes, de diversos sectores franceses y, en especial por lo que representa, la gran huelga de más de 200 millones de trabajadores de la India el pasado mes de enero. Esas acciones ponen de relieve que hay posibilidades de avanzar contra el capital si las organizaciones sindicales de clase se ponen de acuerdo y coordinan en cada país y a nivel general, y si las organizaciones políticas que todavía se reclaman de la izquierda actúan consecuentemente. Si el sindicalismo de clase y la izquierda tienen vocación y se ponen acuerdo y coordinan para impulsar políticas de transformación social y de competir con la derecha económica y política para reducir su poder y hacer avanzar ideas y proyectos anticapitalistas, en la lucha por la consecución de la emancipación y avanzar hacia un horizonte socialista, es posible el cambio.    

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