lunes, 16 de septiembre de 2019

GOTAS FRÍAS. TERRITORIO. MALEZAS.


Si, ha habido una "gota fría", o dos, que ha devastado amplias zonas de España, en especial en el sudeste peninsular, (Murcia, Alicante, Valencia, Almería, Málaga....,hasta Arganda del Rey en Madrid). Se debe tener en cuenta la reproducción episódica de esos fenómenos físicos, conocerlos y estudiarlos para prevenir la muerte y  destrucción que pueden producir, y analizar también a fondo los cambios que se están produciendo en España y en el mundo debido, según argumentan y prueban científicamente en muchos casos, al efecto invernadero. 
O sea, que es incuestionable que se deben analizar, conocer y prevenir los viejos y nuevos fenómenos atmosféricos y climáticos, pero igualmente se deben tener en cuenta otras realidades más pedestres y tan dañinas como las anteriores que potencian y agudizan los efectos destructores de las citadas. Me refiero, sin dar más vueltas, a la ocupación irracional del territorio, a la inexistencia de una planificación urbanística de valles, lomas, montes y cursos naturales por donde fluye o ha fluido siempre el agua cuando se producen las torrenteras pluviales o los deshielos. Ocupación urbanística irracional acompañada muchas veces de especulación, y casi siempre de suciedad y maleza por falta de la imprescindible limpieza de bosques, montes y cañadas. 
Los efectos, a veces demoledores, de todo lo anterior, son, sencillamente, el producto de la dejadez, desidia y falta de responsabilidad de los gobiernos de España, de los de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos. De la falta de recursos humanos y económicos dedicados al cuidado del territorio y de su planificacíón según las leyes pertinentes, acompañadas de las necesarias penas cuando se vulneran esas leyes. 
Ahora, además de ver las responsabilidades concretas de cada institución y persona responsable en los efecto de la "gota fría", lo más urgente es ver las imperiosas necesidades de los miles de personas que lo han perdido todo, o casi todo, en casas, enseres, cultivos y tierras y poner en marcha la reconstrucción de las vidas y condiciones de vida y de trabajo de toda la población afectada. Las vidas perdidas, desgraciadamente, ya no tienen solución. Y aquí, de nuevo, no se trata de ir a hacerse la foto en las zonas afectadas, sino de poner encima la mesa todos los recursos económicos, técnicos y humanos para revertir la situación lo más rápidamente posible. Y que toda la población no directamente afectada colabore voluntariamente a esa reconstrucción con trabajo, recogidas de dinero, donación de enseres necesarios. Las instituciones deben estar al frente de estas tareas e impulsarlas.            

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