CUATRO CUENTOS CORTOS EN LAS TABLAS ARITMÉTICAS.
SUMAR: Había una chica menuda con gran inteligencia, ternura
y sensibilidad social y humana. Miraba todo lo que ocurría a su alrededor y
estaba cada vez más indignada, con ganas de denunciar lo que pasaba y a los
culpables. Sin embargo, se sentía débil e impotente para enfrentarse al
conjunto de intereses que causaban dolor, malestar y pobreza a tanta gente, y
le asombraba la pasividad de la mayoría de los afectados y su credulidad en los
cuentos y mentiras que vendían los autores del desastre.
Indagando sobre la realidad descrita llegó a dos
conclusiones relacionadas una con otra. La primera conclusión, difusa en su
memoria por no haber vivido el inicio del proceso, tenía su origen en la
progresiva pérdida de principios y valores de igualdad y justicia social que
habían parecido intangibles hasta entonces, pero que las derrotas
circunstanciales de los defensores de éstos ante los genios malignos del egoísmo
y posesión y su subsiguiente
claudicación ante los principios y valores del régimen adversario, habían
creado una nueva situación, en la que desaparecían o diluían los conceptos
colectivos de la solidaridad ante los nuevos dioses del individualismo y la
posesión. Pensó la chica menuda: cuando uno acepta las políticas antagónicas
del otro se ha autoderrotado. La segunda conclusión, consecuente con la
primera, fue entender a fondo que su debilidad personal no era un hecho
aislado, sino el fruto de la debilidad colectiva y que esto no tenía solución
si no se ponía remedio a ésta. Y ni corta ni perezosa empezó a buscar la fuerza
en el colectivo de personas perjudicadas, en fase de serlo, o que, simplemente,
no aceptaban una situación tan caótica, injusta e indigna, producida por una
minoría contra la mayoría. Y sin perder de vista la difícil realidad en que se
movía, empezó a contactar con las personas más próximas para sumar fuerzas poco a poco, ampliar su radio de
acción progresivamente y organizar un verdadero revolcón social. Sumar,
entender, unirse. Entender, unirse, sumar, desde la honestidad, la dignidad, el
sentido colectivo y el desprecio por la ambición y el poder personal. Más
adelante ya llegaría conjugar la tabla de multiplicar.
RESTAR: Había un grupo de individuos malos que vivían de
robar y engañar y para hacerlo querían anular o rebajar la inteligencia, la
bondad y la ternura de todos los buenos. Hacía mucho que estaban empeñados en
ello, y aunque habían conseguido avanzar mucho en la práctica material y en el
pensamiento de una mayoría de la gente, no estaban seguros del todo, ya que
últimamente se habían producido protestas que cada vez eran más amplias,
coordinadas y consistentes. Por tanto,
se debían neutralizar éstas y culminar sus objetivos: tener una sociedad dócil
dispuesta a creérselo todo. El grupo de malos se camuflaba bien entre la
población ya que no se diferenciaba del resto y sus componentes no eran
especialmente perversos, pero aplicaban fanáticamente formas de acumular dinero
y propiedades en el menor tiempo posible, para enriquecerse personalmente. Y
esto siempre se hace a costa del resto. Por eso, cuando se enteraron de que una
chica aparentemente insignificante había convencido a mucha gente a unirse y
organizarse para cambiar el régimen, pusieron en marcha grupos de mercenarios para
neutralizarla a ella y al amplio movimiento que se había levantado, sin pararse
en leyes y formas. Y así estamos en un momento en que se está escribiendo el
principio de desenlace del cuento, entre los que quieren seguir sumando fuerza
para mejorar la vida y los que quieren restar para que todo siga igual.
MULTIPLICAR: (Visión desde el interior del movimiento).
Vieron que todo iba mal: la especulación sustituía y hundía la economía; la
situación social de la gente empeoraba y la pobreza de amplios sectores pasaba
a miseria; la tierra se degradaba a más velocidad; la cultura se banalizaba
hasta convertirse en un espectáculo zafio; los servicios públicos,
especialmente la salud y la educación, se privatizaban para dar negocio a los
ricos, mientras se reducía su calidad y se tenía que
pagar más por ellos; la corrupción se convertía en un hábito natural de
funcionamiento en la economía y en la política,
cambiando la mentalidad de la
gente, que la veía como una cloaca y al mismo tiempo continuaba votando a los
corruptos. Ante todo ello, unos pocos decidieron cambiarlo todo siguiendo el
ejemplo de una chica valiente y menuda que había iniciado el proceso lanzando
un emotivo y sencillo mensaje de unidad y coraje. Se convocaron, juntaron y
decidieron iniciar la batalla para cambiar las cosas, sin complejos ante la
desigualdad de fuerzas e instrumentos frente a los enemigos. Empezaron por el
lenguaje, conocedores de que éste había sido adulterado para no decir las cosas
como son, cambiaron su actitud personal de pasividad y tolerancia ante la
manipulación y las mentiras que los medios de propaganda del régimen
destilaban; pasaron, en fin, de la pasividad personal a la entrega solidaria y
al principio de fraternidad, y de la pasividad ante la corrupción a su denuncia
y a la defensa de la honradez sin sombras. Poco a poco su imagen se fue
dibujando en el panorama social y cultural colectivo y vieron, como vemos
nosotros ahora, que las mentes, hasta entonces escépticas y cínicas iban
cambiando. Estamos ya en la fase de la historia en la que multiplicamos el
número y la decisión de los convencidos.
DIVIDIR: Los malos empezaron a dividirse y enfrentarse entre
si, entrando en un principio de desbandada. No se puede dejar engañar el lector
por una primera impresión ya que buscarán las formas de parar el golpe,
recuperarse, reconstruir sus tácticas y estrategias y volver a la carga, pues
no es la maldad intrínseca del ser humano, la tan socorrida “condición humana”,
lo que les unía, y les une todavía, sino los intereses de clase y el egoísmo
que genera un sistema. Se trata pues de aplicarles permanentemente la tabla de
dividir y restar, mientras desarrollamos la de sumar y multiplicar para hacer
crecer, fortalecer y hacer irreversible un sistema de relaciones humanas y sociales
que no tenga nada que ver con un sentido patrimonial y excluyente de los bienes
colectivos. Si esto no pretendiera ser sólo un sencillo ejercicio de
realidad-ficción, les diría que el juego de fondo entre los que deben restarse
y dividirse y los que necesitan sumarse y multiplicarse, es el juego elemental
de la lucha de clases e intereses. Y creo que, siguiendo las orientaciones de
algunos maestros, debemos tener la vocación de salvar de su miseria moral hasta
a los que están al otro lado de la barrera, aunque ahora les tengamos que
dividir, enfrentar y vencer.
Dudo que esto que llamo cuentos, tal cual está escrito,
tenga alguna utilidad pedagógica para niños/as. Desearía que fuera visto como
una manera más de relación escrita entre los y las que creemos en las tablas de
sumar y multiplicar pero no queremos que nos engañen con falsas sumas y números
fragmentados en decimales. Fin por el momento.
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