miércoles, 21 de septiembre de 2016

RECUERDOS DE VERANO.
Y llegó el otoño furtivo
como viejo huésped conocido,
con las luces más opacas
nubes, lluvia, temporales,
en ciudad, mar y montañas.
Y pensé en lo sucedido,
en lo propio y en lo conjunto,
todo es parte de mi vida,
todo enmarca mi futuro
personal y colectivo.
Y me asalta una sospecha,
que confirma lo que veo,
de banalidad en banalidad
palabras sin ideas desperdigadas
en el tiempo de luz perdidas.
Hay luchas imprescindibles
sin las que no existe vida,
hay peleas tabernarias
para derrochar energías
sin ley, dignidad y armonía.
Y nos entrará el otoño
con gallegas, vascas o terceras,
y sentiremos poco a poco
que las hojas ocres y secas
hacen hogueras de palabras y de ideas.
Y decido no enfurecerme,
mirar de qué va la tontería
y entender por qué política
se ha convertido casi
en saqueo y satrapía.
Elevar la mirada por encima
de palabras inútiles y huecas,
refrescar con el aire otoñal
viejos pensamientos de octubre
sin dogmatismos vigentes.
Cerró el verano y sus ruidos
llegó el otoño y sus silencios,
no hagáis caso de estaciones
ni de la primavera que viene.
Pensad, hablad, organizad.
Pensad en qué hacer de verdad,
en hablar a la clase sin engañar,
organizando su fuerza y voluntad,
dando confianza a su soledad
con nuestra entrega y honestidad.
Nada es simple y sencillo
para cambiar la vida colectiva
de mujeres y hombres que laboran
y mantienen el mundo en que vivimos
a pesar de la explotación y el vacío.
Recorramos el camino otoñal,
seco, mojado, con sol o viento,
acompañando nuestro paso
de miradas de apoyo y ternura,
de palabras sabias, sentidas.
¿Palabras fraternales? Pues sí fraternales,
aunque los vividores nos llamen antiguos.









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