Sin ganas de entrar a fondo en un debate sobre el concepto, significado y realidad del término república, vayan unas ideas perezosas que notan el final de julio y adolecen de nervio dialéctico. En ellas no me interesa entrar en el debate superficial que, a mi entender, se produce sobre la cuestión, como si el solo hecho de nombrar y reivindicar la república y atribuirle todas las virtudes políticas y la solución mecánica de todos los males y carencias sociales, fuera una especie de milagro institucional irreversible. Después de afirmar que los republicanos cuando hablemos de la Tercera República debemos centrar el asunto en derechos sociales y laborales, acabar con la corrupción, limpiar la política de vividores, defender la paz frente a la guerra y la solidaridad entre todos los pueblos, quiero entrar en algo más prosaico, expresión de oportunismo puro, de deformación grotesca del sentido republicano que, como mínimo, la izquierda "real y alternativa", o que así se cree, debería desenmascarar, aclarar y denunciar públicamente para que no se prostituyera un poco más el concepto república y todo lo mejor que históricamente se ha hecho, o se ha intentado hacer, en su nombre.
En Catalunya, la derecha nacionalista y sus socios de "izquierda", prostituyen el concepto, el sentido y el nombre de república y lo que ello ha significado históricamente y lo convierten en una entelequia autoritaria para disfrazarse de modernos republicanos frente a la caduca monarquía. Y la masa horneada se cree lo de una república catalana milagrosa en la que desaparecerán los males que su derecha, de acuerdo con toda la derecha española, ha producido, recortando sus derechos y robando a mansalva y en la que se atarán los perros con "fuet de Vic". Y los enterados de la "izquierda" les bailan el agua, con un permanente sí pero no, no pero sí, o ya te lo miraré o diré si puedo rascar algo para unos centenares de personas que tendrían difícil ganase la vida en el mercado de trabajo y puedan cobrar unos buenos sueldos. En Catalunya y en toda España, esta izquierda, en el mejor de los casos, se cree y defiende que la república catalana abre el camino y luego viene la española. Qué bella y equívoca es la ilusión. Lo que debe hacer la izquierda, la moderada que gobierna y la alternativa, es algo más simple y de más entidad: ver en concreto qué se hace de inmediato con las propiedades robadas por Franco para devolverlas al pueblo, o al patrimonio público, y de dónde viene todo el dinero que poseen y con el cual han trapicheado toda la vida sus herederos, tal como se está conociendo a fondo estos días; quién es el responsable de dar un ducado a la nieta de Franco; desenterrar a Franco del Valle de los Caídos pero, en primer lugar, dotar de recursos suficientes a la memoria histórica para poder hacer lo más elemental: recuperar los restos enterrados en cunetas de los familiares cuyos descendientes así lo soliciten.
Sin más por hoy, certifico que me parece vivir el nivel político y moral más bajo de la historia democrática. Y al ser ateo no debería decir aquello de que Dios nos coja confesados.
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