Estos aprendices y émulos de nazis no han tenido bastante con intentar usurpar en diversas ocasiones la memoria sobre Martin Luther King, Nelson Mandela y algunas personas más, para defender sus locas aventuras anti democráticas de secesión nazional-identitaria. Personas que con su vida de lucha contra la discriminación racial, la opresión y la explotación de personas y pueblos, por la libertad y los derechos humanos, contra la guerra y por la paz, han dado los mejores, más bellos, combativos y sacrificados mensajes de solidaridad humana e internacionalista frente a los deseos burgueses de los catalanes juzgados.
Y ahora se descuelga Elsa Artadi utilizando la memoria de Ana Frank para decir que la decisión de la Junta Electoral Central de mandar la retirada de esteladas y lacitos amarillos de los edificios públicos durante la campaña electoral, es, poco más o menos, igual que la actitud de los nazis de asesinar a Ana Frank. Elsa Artadi no solo cita sin ningún escrúpulo una frase entera de Ana Frank en referencia a sus verdugos, "No se nos permite tener nuestra opinión. La gente quiere que tengamos la boca cerrada, pero esto no impide tener tu propia opinión. Todo el mundo debe poder decir lo que piensa", frase que se acompaña de la imagen al lado de la niña judía asesinada por los nazis hace 74 años en el campo de concentración de Berger Belsen. Me suena a descaro indecente comparar a Ana Frank, víctima de un régimen criminal autor de millones de asesinatos, con los políticos juzgados actualmente por un tribunal independiente en el marco de las leyes y normas que este país se ha dado democráticamente. Políticos que son juzgados por haber echado a la papelera, después de pisotearlas de arriba abajo, la Constitución, el Estatut de Catalunya, que emana de la Constitución, y las más elementales normas de funcionamiento democrático de las instituciones catalanas. Casi nada las palabras de Altadi, que hasta la propia embajada de Israel, nada enemiga de los secesionistas, ha protestado por la comparación del juicio con el holocausto.
ANA FRANK.
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