jueves, 5 de diciembre de 2019

¿EL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS UNA TABERNA? 


19 "partidos", o grupúsculos para la politiquería barata y el medro con buenos ingresos a costa de la ciudadanía. Y ya no tienen bastante con estar tan pendientes del sillón que les toca sin haber hecho nada notable para ello, que además llegan al infantil acto de parvulario para disputarse y pelearse por un asiento. El espectáculo dado estos días, y especialmente hoy, es una degradación total de los básicos comportamientos cívicos que se exigen a cualquier persona, especialmente si esta persona ocupa un lugar público en la sociedad, fruto del voto democrático. 
Yo he sido diputado durante 11 años y he asistido y participado en todo tipo de debates sobre los más diversos y controvertidos asuntos, en los cuales se ha expresado la dialéctica de las contradicciones ideológicas, políticas y sociales entre los diversos partidos, muchas veces con inusitada dureza. Recuerdo una vez, antes de la guerra imperial contra Iraq, cuando Aznar se sentaba con Bush y Blair con los pies encima de la mesa apoyando aquel nuevo crimen de guerra, que desde los escaños de IU acusábamos a Aznar y al PP de asesinos por participar  en ella. O sea, que no se me caen los anillos por ver, asistir y participar en un debate político de gran dureza. Pero lo que está ocurriendo en el Congreso actualmente no tiene nada que ver con aquello. Hoy el Congreso es una charca de pequeños aventureros inútiles y ridículos, con marcas que van desde la extrema derecha fascista de VOX a la derecha política del PP, Cs y los nacionalistas diversos, todos ellos neoliberales hasta las cachas, acompañados de un PSOE, neoliberal con tintes sociales, dirigido por un parásito ambicioso y ególatra que lo mejor que hace  es exhibirse de pasarela en pasarela. De Unidas Podemos no hablemos porque están ensimismados en aquello de qué hay de lo mío y no se puede esperar nada útil.
Por todo ello, no extrañe a nadie el espectáculo que están dando. Cuando la política desaparece del horizonte como instrumento para analizar los problemas de las personas, de la sociedad española y del mundo, aparecen los miserables instintos viscerales capaces de pelear ya no por el sillón de diputado/a, sino hasta por una sillita más delantera. No sé si sentir pena, ira, asco, o todo al mismo tiempo. Para intentar ser positivo me limitaré a exigir un cambio para que la política ocupe, en el Congreso y en la calle, el lugar que le corresponde y acabe con la charca politiquera que nos invade. 
Que hablen, discrepen, debatan, pacten o denuncien unas políticas y defiendan otras, pero que hagan algo para lo cual fueron elegidos. Si no saben de qué hablar se lo facilito: Que se enteren de cómo viven las diversas clases sociales de la sociedad, de cómo está el trabajo, la educación y la sanidad públicas, la paz y la convivencia en el mundo, de que en Bolivia se acaba de producir un golpe de Estado cruento, de que la Libia que iban a liberar de la "Dictadura" de Gadafi entre todos con la OTAN, está destruída y se tiene que reconstruir, igual que destruyeron Iraq y parte de Siria y se debería hacer lo mismo. Que activen la vía política para solucionar lo de Catalunya y el Estado con la Constitución y las leyes en la mano y no con el pasteleo siniestro para tener unos cuantos votos y continuar mangoneando. Y que digan alto y dejen claro de una vez por todas que cuando consideren que la Constitución y las leyes básicas queden cortas u obsoletas, se reinicie el diálogo para ver cómo y cuándo se mejoran. Lo demás son cuentos.
Cuando del Congreso de los Diputados, máxima institución representativa de España, desaparece la política, entra la taberna. Es intolerable política y socialmente y debe acabarse con esta situación. Los hampones que hoy se restregaban en el lodo no lo harán por si solos y debemos ayudarles a hacerlo o echarlos.            

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