domingo, 29 de diciembre de 2019

Y LEÓN. NO ME ENTERÉ, ME EQUIVOQUÉ DE SIGLO.



Y rectifico de inmediato. Aunque lo de León viene de varios siglos ha de unidad bajo un mismo reino, de manera definitiva hasta nuestros días, con la organización provincial de 1833 por en medio y el estatuto de autonomía de 1983 en la actualidad, me conformo con volver al siglo XIX por comodidad, y olvido ya la historia y esa maldita ficción de vivir en el siglo XXI. Y lo primero que hago es comprarme ropa adecuada para ello, de hombre y de mujer pues no se sabe nunca qué puede pasar y qué debe hacerse. Compro, entre otras cosas, capas de caballero, varios frac de hombreras, chalecos, corbatines y levitas, para empezar; y continúo con mantillas de seda, peinetas, faldones y corpiños, por si acaso. Y ya iremos viendo las necesidades, después de esta decisión, no sé si solo del ayuntamiento de León, de querer participar en la aventura loca a ningún sitio, siguiendo el ejemplo de las regiones españolas que, por su desarrollo económico y social, deberían tener como uno de sus máximos objetivos mejorar siempre la vida de los habitantes de sus territorios y no enfrentarlos ente si gratuitamente, y potenciar el desarrollo económico y social complementario y solidario en toda España. Eso, para los que se definen de izquierdas y quieren serlo algo, y tienen la perspectiva republicana, y hasta socialista,  en su horizonte, debería ser una voluntad indeclinable. Resumiendo, no más fragmentaciones, rupturas y fronteras socioeconómicas y políticas y más unidad y esfuerzos colectivos solidarios en todas partes, que no excluye, sino que presupone, tener en cuenta las diferencias ideológicas y de proyecto político de cada cual y su defensa democrática.  

Y para relajarme un rato pongo un canal de música para escuchar el concierto de navidad del Palau de la Música. Y mira por dónde, que en vez de escuchar como otras veces música clásica alemana, rusa, italiana, española, catalana, me ensordecen unos alaridos grotescos en forma de "presos políticos", "libertad frente al españolismo fascista", "independencia", y otros engrudos de difícil digestión auditiva, coronados con una amalgama de graznidos con ritmo de "Els segadors". Un ritmo que empecé a cantar cuando casi nadie de los que ahora lo cantan lo entonaba, teniendo edad ya para hacerlo, pero no lo hacían porque estaba prohibido, y ahora lo cantan como los franquistas cantaban el "Cara al sol". Yo hace tiempo que dejé de cantarlo y no volveré a disimular hacerlo. Cuando una cosa ha sido adulterada y prostituida, se deja de lado o se olvida. Y ya que hablaba del Palau, que antes daban bella música para levantar el ánimo, la sensibilidad y para juntar ilusiones, aunque acabaran con el himno, ahora, mientras las esteladas y las pancartas ondean, los ladrones que se metieron en sus bolsillos una millonada de euros, se ríen y se los gastan libres, o de semi vacaciones con sus especiales juicios, condenas y cárceles de papel. Y los que vociferan dentro del Palau les apoyan porque son "els seus lladres" (sus ladrones).

Y para rematar las noticias del día, repetitivas hasta el cansancio, leo que Pablo Iglesias, continúa siendo el aseador de aventureros, golpistas e indeseables, reuniéndose con ellos en La Generalitat, en la cárcel y hasta en la cola del cine. Este chico tiene vocación de salvador y, además, ahora está haciendo un trabajo de machaca para Pedro Sánchez y la dirección máxima del PSOE, que es Pedro Sánchez y su círculo más mudo y servil, buscando el poder económico y social que Podemos y socios subalternos han ido echando por la borda. 

De momento nada más. Mañana intentaré hablar de cosas de más enjundia y que sirvan para abrir un poco la perspectiva de trabajo social y político para intentar contribuir a que avancen alternativas solventes y eficaces para hacer frente a los graves problemas que sufren muchas personas, sin que nadie les haga caso.    


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