jueves, 19 de diciembre de 2019

NO NEGOCIAN, TRAPICHEAN EN LA BUHARDILLA.

Soy más paciente de lo que parece a primera vista, a pesar de que pueda parecer lo contrario. Pero este año, cuando parecía que podía haber un desbloqueo de la situación política, económica y social, después de pasar por las urnas generales tres veces en otros tantos años, la situación ha vuelto a degradarse después de las elecciones de  primavera y ha producido una serie de anécdotas, pasteleos, declaraciones fútiles y demagogias que han representado echar un nuevo cubo de basura sobre la ya apestosa politiquería de los largos últimos tiempos. Y ya sé que esto afecta a todas las organizaciones políticas, pero mira por dónde, unas tienen más responsabilidades que otras, por su historia, entidad y papel gobernante. Estoy hablando del PP y del PSOE, que durante toda la etapa de democracia se han repartido el gobierno y han defendido un bipartidismo a medida de sus necesidades. Bipartidismo que pareció saltar por los aires, solo lo pareció, cuando aparecieron otros protagonistas políticos que pretendían disputar el poder político y el gobierno a los dos partidos citados. Uno de ellos nació en Catalunya, haciendo frente al independentismo desde la defensa de la Constitución y el Estatut y con un programa o propuesta política liberal con tintes sociales. Llegó a ser hace dos años el primer partido en votos y diputados en el parlamento catalán. No sigo, hoy no trato de Cs ni de Rivera, ya que este año en solo seis meses por su indigencia política ha perdido dos millones de votos y 47 de los 57 diputados/as que obtuvo en abril pasado. El otro partido del que hablo hoy es Podemos y los socios internos que ha diluido y convertido en sus acólitos, después de anular sus capacidades y potencialidades políticas. Ha pasado de tener 70 diputados hasta el pasado 28 de abril a 42 en abril y a 35 en noviembre. Y veremos en el futuro.
Y está el PSOE que ganó las elecciones el 28 de abril y que buscaba que todo el mundo le regalara sus votos en el Congreso para gobernar solo y por su cuenta. El resultado, todo un verano bochornoso para la política y para el propio PSOE y su dirigencia y militancia. De farsa en farsa, ha mantenido la llama de la suficiencia rechazando cualquier acuerdo que representara tener que acordar políticas con otros o, al menos, buscar consensos necesarios. Y de chulería en chulería, en septiembre convocó nuevas elecciones. Supongo que Pedro Sánchez y su sabio equipo político creyeron que arrasarían y podrían gobernar a su gusto y sin rendir cuentas a nadie, salvo en el caso de que necesitara votos nazionalistas para ser investido. El resultado fue la pérdida de más de 700.000 votos y tres diputados, pasando de 123 a 120. 
El PP subió, pero el que pegó un salto espectacular, de 24 a 52 diputados, fue VOX, gracias a los independentistas catalanes, a la incapacidad política del PSOE y al cansancio y hastío que la política está produciendo en sectores populares.
¿Y ahora, qué? Lo dicho, Pedro Sánchez está trapicheando con Podemos, con ERC y con los secesionistas. Nada nuevo bajo el sol ya que nada puede esperarse de un PSOE que ya nos ha metido en varios fregados políticos innecesarios y que ahora nos volverá a meter. No creo que se pueda esperar alguna cosa positiva de un cuentista artero, farsante, impostor y felón como Pedro Sánchez, al que solo parece interesar lucir en la pasarela. Por todo ello, no hablan de una forma entendible y clara, hacen ruido con la boca dando a entender que solucionarán todos los problemas manteniendo la defensa de las leyes y del más estricto funcionamiento democrático, mientras no se sabe qué está negociando con ERC y con otros.
       


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