A veces es imprescindible elevarse por encima de las cosas colectivas para entrar en la cotidianidad de las relaciones humanas, de los amores, de los desencuentros. Tengo un amigo íntimo, Pedro, que una vez conoció a una persona que le impresionó mucho en todos los sentido, por su belleza austera y natural, por su carácter firme, a pesar de haber estado casi toda su vida adulta subordinada a otra persona que había anulado su personalidad convirtiéndola en una persona de hogar e hijos, situación que sólo rompía por su profesión educativa. Mi amigo, habiendo vivido mucho, en un momento de su madurez se encontró, de casualidad primero y conscientemente después, con esa mujer, Isabel, que tanto le impresionó, y entabló una relación con ella que, a pesar de tener inicios muy conflictivos y hasta dramáticos para ella tiró para adelante por el amor, el cariño, la ternura, la amistad y la complicidad que se profesaban, algo que de forma muy rápida y progresiva alcanzó unas cotas de relación extraordinarias y hasta subliminales, a pesar de las dificultades familiares y de distancia. Así fue durante años, siendo la distancia entre ellos, ella vivía en Almería y él en Valladolid, un gran impedimiento a la hora de encontrarse de forma natural, hablar, tomar un café, leer un libro en común, cuidarse o amarse. Vieron que era necesario cambiar la situación familiar, la distancia y compartir el día a día pero no encontraron el modo y el momento de iniciarlo. Y un día, ella, de golpe le dijo que todo se había acabado, que todos los años de intensa relación, las palabras y emociones compartidas, los múltiples escritos intercambiados ya no servían de nada, se había agotado todo y en su horizonte inmediato existía otra persona y realidad. A Pedro se le hundió el mundo, no llegando a comprender que de la noche a la mañana desapareciera toda una historia que de tan intensa a veces hasta dolía. Pero los hechos son inexorables y no tienen vuelta atrás y así se deben aceptar. Ahora Pedro busca otros horizontes cercanos. Este cuento no tiene final, ni feliz ni trágico, tiene sólo un momento de receso como el que tantas veces vivimos los seres humanos. Está inmerso en un mundo cada vez más irracional y caótico, en el que hasta el momento los y las que queremos cambiarlo hemos fracasado. Pero no nos rendiremos a la adversidad.
LO ESCRITO ES PURA FICCIÓN PERO FICCIÓN BASADA EN CONOCIMIENTO DE COSAS QUE LES OCURREN A PERSONAS QUE NO ESTÁN LEJOS DE NUESTRAS VIDAS COTIDIANAS.
LO ESCRITO ES PURA FICCIÓN PERO FICCIÓN BASADA EN CONOCIMIENTO DE COSAS QUE LES OCURREN A PERSONAS QUE NO ESTÁN LEJOS DE NUESTRAS VIDAS COTIDIANAS.
A veces la ficción cuenta lo que la historia oficial y los informes callan. Pero esa franja de "historias mínimas" siempre suceden en un tiempo y en determinadas condiciones. Y una las lee así. No hay escapatoria a la mirada de clases. Me gustó tu relato.
ResponderEliminarEs una historia preciosa, no han tenido ningún final, ni feliz ni triste, pero lo vivido posiblemente haya merecido la pena.
ResponderEliminarLa historia es preciosa, pero difícil si no daban ningún paso, como decía Cortázar, "¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse....?", a pesar de todo, seguro que lo vivido les ha merecido la pena. Deberías seguir escribiendo historias que a nadie interesan.
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