UN FANTASMA RECORRE ESPAÑA: "FRENTE POPULAR".
De golpe y porrazo ha surgido de la nada una nueva consigna desconocida hasta ahora en los anales de la historia política: "Frente Popular". Propios y extraños, militantes y mirones, ideólogos, teóricos y predicadores de fin de semana, descreídos que vuelven a la fe, nuevos profetas del asalto a los cielos, dirigentes de larguísima trayectoria y permanencia estructural en todos los niveles de dirección de los movimientos y partidos alternativos y el comunismo, han descubierto este nuevo concepto destinado a revolucionar el pensamiento de la izquierda.
Yo una vez leí una larga novela que arrancaba en el siglo XIX, recorría todo el XX y alumbraba ideas en el XXI. En esa novela se hablaba de manifiestos comunistas, revolución, comunas, unidad popular, frente popular o de izquierdas. En la década de los años treinta del pasado siglo, en la 2ª República, hasta se convirtió en la convergencia y unidad en un Frente Popular para combatir y derrotar a la derecha y para enfrentarse al golpe fascista de 1936. El triunfo del levantamiento de Franco y de los fascismos nazi e italiano, con la aquiescencia y silencio cómplice de las "democracias", cortó de raíz el proceso de profundo cambio económico, social y cultural que había puesto en marcha la república para acabar con el dominio capitalista caciquil del antiguo régimen monárquico, modernizar España en sentido profundo y superar la miseria, el analfabetismo y la humillación que afectaban a amplios sectores de la sociedad española.
Durante la Dictadura, junto a diversos grupos antifranquistas más o menos presentes en el terreno de la resistencia y la denuncia, hubo una fuerza activa permanente luchando por las libertades y en defensa de las reivindicaciones populares con propuestas constantes para hacer frente a la realidad, impulsando las luchas sociales y organizando a los trabajadores y trabajadoras: el PCE. Sin afán de darle un falso protagonismo que no se merezca, sólo basándome en la historia, el PCE impulso amplios movimientos reivindicativos y antifranquistas entre la clase obrera, los estudiantes, las mujeres y en los sectores populares de las barriadas. La actuación de los/as militantes del partido en una situación de clandestinidad, con los peligros que ello entrañaba para la libertad, la integridad física, la pérdida del lugar de trabajo y hasta en algunos casos el exilio o la muerte, fue siempre unitaria y por la convergencia de todos los sectores antifranquistas, con especial énfasis en la unidad de la clase obrera. La idea de unidad popular fue siempre un elemento considerado imprescindible, tanto en la acción como en la línea política del PCE. No es algo nuevo inventado ahora para echar al PP del gobierno y de las instituciones y acabar con un bipartidismo complementario, que puede dar luz a otro.
En consecuencia con todo lo dicho hasta aquí, no hay ninguna novedad en el terreno de la unidad popular, del Frente Popular en mayúscula, o de la unidad de la izquierda más modestamente, concepto y expresión que algunos no usan porque consideran que derecha-izquierda es algo pasado de moda. Como siempre, el problema está en cómo se pasa de las palabras a los hechos. Sobre qué bases se hace la unidad, sobre si es con la hegemonía de las ideas, programas y propuestas colectivas, o sobre la imposición directa o subliminal de un trágala al estilo Podemos, aceptado con resignación sumisa por los interlocutores que pierden papeles, libertad de criterios e identidad. Sí, la identidad de ser y defender lo que se considera oportuno, sin meterse bajo el paraguas protector del "socio" que quiere imponer sus normas autoritarias. Quedo un poco perplejo ante las argumentaciones de algunos/as que relacionan demagogicamente defender la identidad, o sea, valores, principios y organización con defender una secta. Son embusteros de la política cuyo principal objetivo es medrar en ella no importando a cambio de qué. Hasta he escuchado en los últimos días que IU es secundaria, puede diluirse o desaparecer, no importa, que lo fundamental es la existencia del PCE y alumbrar algo nuevo, no importa cómo y con qué contenidos, Dios proveerá. Todo esto se defiende siempre con el sello de la renovación y la refundación. A veces escuchando a unos/as y otros/as, cierro los ojos y creo estar escuchando al loro del vecino que se ha escapado de la jaula, haciendo méritos para repetir lo mismo.
Terminaría diciendo, no inventen lo que ya está inventado desde hace mucho, preocúpense de cómo se organiza y funciona mejor el trabajo desde IU y desde el PCE, corrijan errores y procuren superar las contradicciones que surgen entre una actuación correcta en la defensa de las reivindicaciones populares y la forma de hacerlo asequible y entendible por los beneficiarios, sin olvidar explicar para convencer de que las mejoras sociales y laborales concretas que se conquistan con la lucha se pueden perder mañana si no hay cambios políticos y jurídicos que salvaguarden las conquistas. Y, repito, no olviden que la política y el movimiento de convergencia y unidad, la unidad popular y los frentes populares están inventados hace mucho. Sin ir más lejos, el nacimiento de IU fue un acto de unidad popular, recogiendo hasta donde fue posible entonces el sentido unitario del gran movimiento contra la permanencia de España en la OTAN. Ahora, en circunstancias muy diferentes, también es momento de convergencia y unidad popular de todo lo que se mueve en sentido de cambio para derrotar a la ínfima minoría que controla y asalta la riqueza creada colectivamente y construir una nueva realidad favorable a los intereses de la mayoría social trabajadora. Esto sólo es factible si se hace respetando la pluralidad y la personalidad e identidad de cada cual aplicando de verdad la democracia participativa.
NO A LAS GUERRAS. NO A LA OTAN.
LIBERTAD DE MANNING, ASSANGE Y SNOWDEN.
Yo una vez leí una larga novela que arrancaba en el siglo XIX, recorría todo el XX y alumbraba ideas en el XXI. En esa novela se hablaba de manifiestos comunistas, revolución, comunas, unidad popular, frente popular o de izquierdas. En la década de los años treinta del pasado siglo, en la 2ª República, hasta se convirtió en la convergencia y unidad en un Frente Popular para combatir y derrotar a la derecha y para enfrentarse al golpe fascista de 1936. El triunfo del levantamiento de Franco y de los fascismos nazi e italiano, con la aquiescencia y silencio cómplice de las "democracias", cortó de raíz el proceso de profundo cambio económico, social y cultural que había puesto en marcha la república para acabar con el dominio capitalista caciquil del antiguo régimen monárquico, modernizar España en sentido profundo y superar la miseria, el analfabetismo y la humillación que afectaban a amplios sectores de la sociedad española.
Durante la Dictadura, junto a diversos grupos antifranquistas más o menos presentes en el terreno de la resistencia y la denuncia, hubo una fuerza activa permanente luchando por las libertades y en defensa de las reivindicaciones populares con propuestas constantes para hacer frente a la realidad, impulsando las luchas sociales y organizando a los trabajadores y trabajadoras: el PCE. Sin afán de darle un falso protagonismo que no se merezca, sólo basándome en la historia, el PCE impulso amplios movimientos reivindicativos y antifranquistas entre la clase obrera, los estudiantes, las mujeres y en los sectores populares de las barriadas. La actuación de los/as militantes del partido en una situación de clandestinidad, con los peligros que ello entrañaba para la libertad, la integridad física, la pérdida del lugar de trabajo y hasta en algunos casos el exilio o la muerte, fue siempre unitaria y por la convergencia de todos los sectores antifranquistas, con especial énfasis en la unidad de la clase obrera. La idea de unidad popular fue siempre un elemento considerado imprescindible, tanto en la acción como en la línea política del PCE. No es algo nuevo inventado ahora para echar al PP del gobierno y de las instituciones y acabar con un bipartidismo complementario, que puede dar luz a otro.
En consecuencia con todo lo dicho hasta aquí, no hay ninguna novedad en el terreno de la unidad popular, del Frente Popular en mayúscula, o de la unidad de la izquierda más modestamente, concepto y expresión que algunos no usan porque consideran que derecha-izquierda es algo pasado de moda. Como siempre, el problema está en cómo se pasa de las palabras a los hechos. Sobre qué bases se hace la unidad, sobre si es con la hegemonía de las ideas, programas y propuestas colectivas, o sobre la imposición directa o subliminal de un trágala al estilo Podemos, aceptado con resignación sumisa por los interlocutores que pierden papeles, libertad de criterios e identidad. Sí, la identidad de ser y defender lo que se considera oportuno, sin meterse bajo el paraguas protector del "socio" que quiere imponer sus normas autoritarias. Quedo un poco perplejo ante las argumentaciones de algunos/as que relacionan demagogicamente defender la identidad, o sea, valores, principios y organización con defender una secta. Son embusteros de la política cuyo principal objetivo es medrar en ella no importando a cambio de qué. Hasta he escuchado en los últimos días que IU es secundaria, puede diluirse o desaparecer, no importa, que lo fundamental es la existencia del PCE y alumbrar algo nuevo, no importa cómo y con qué contenidos, Dios proveerá. Todo esto se defiende siempre con el sello de la renovación y la refundación. A veces escuchando a unos/as y otros/as, cierro los ojos y creo estar escuchando al loro del vecino que se ha escapado de la jaula, haciendo méritos para repetir lo mismo.
Terminaría diciendo, no inventen lo que ya está inventado desde hace mucho, preocúpense de cómo se organiza y funciona mejor el trabajo desde IU y desde el PCE, corrijan errores y procuren superar las contradicciones que surgen entre una actuación correcta en la defensa de las reivindicaciones populares y la forma de hacerlo asequible y entendible por los beneficiarios, sin olvidar explicar para convencer de que las mejoras sociales y laborales concretas que se conquistan con la lucha se pueden perder mañana si no hay cambios políticos y jurídicos que salvaguarden las conquistas. Y, repito, no olviden que la política y el movimiento de convergencia y unidad, la unidad popular y los frentes populares están inventados hace mucho. Sin ir más lejos, el nacimiento de IU fue un acto de unidad popular, recogiendo hasta donde fue posible entonces el sentido unitario del gran movimiento contra la permanencia de España en la OTAN. Ahora, en circunstancias muy diferentes, también es momento de convergencia y unidad popular de todo lo que se mueve en sentido de cambio para derrotar a la ínfima minoría que controla y asalta la riqueza creada colectivamente y construir una nueva realidad favorable a los intereses de la mayoría social trabajadora. Esto sólo es factible si se hace respetando la pluralidad y la personalidad e identidad de cada cual aplicando de verdad la democracia participativa.
NO A LAS GUERRAS. NO A LA OTAN.
LIBERTAD DE MANNING, ASSANGE Y SNOWDEN.
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