jueves, 12 de octubre de 2017

DECIR LA VERDAD Y SENTIR SU DESGARRO.


Hasta hoy he sido claro, contundente, y hasta despiadado, diciendo lo que pensaba del nazional-secesionismo, de las estructuras que crea para adoctrinar e imponer, y de las actuaciones de los protagonistas principales de esta peligrosa aventura que nunca puede llevarnos a nada positivo. He denunciado su invención de historietas de 1714 sobre un maravilloso pasado segado por las armas de los españoles malos; su deformación de la historia de los últimos 300 años, parece que vivida día a día por Pujol, Mas y Puigdemont; y sus mentiras, fraudes y manipulaciones grotescas sobre la actualidad, la de los últimos 40 años y la más reciente de 10 años para acá. He hablado con datos y hechos de su rancio autoritarismo y sus actitudes fascistizantes, tanto en la sociedad e instituciones como en los medios de comunicación públicos o que controlan con generosas subvenciones, en especial TV3, este engendro propagandístico que nada tiene que envidiar a la TV franquista. 
Pero, miren ustedes,  he llegado a un momento en el que todo lo anterior, y más, con las connotaciones negativas que tiene para la convivencia de los catalanes y de todos los españoles, me produce vergüenza, pena y dolor, ya que cuando hay que hacer un gran esfuerzo, incluso sacrificio, y movilizarse y actuar ante los poderes económicos y políticos establecidos, los mismos que representan el PP o el actual PDeCAT y demás socios, en defensa de los derechos individuales y colectivos, bienvenido sea siempre el compromiso, el esfuerzo y el sacrificio. Las personas de la izquierda militante que no claudica de sus principios y valores morales, ideológicos y políticos, nunca podremos pasar de los problemas. Pero cuando se pone en marcha una locura infernal sectaria e irracional, basada en el nacionalismo racista, la gente con buen sentido común, sólo podemos preguntar a los que mueven la aventura, y a los que les siguen ciegamente, por intereses, convicción dogmática o por ignorancia: ¿Por qué y para qué hacéis esto?, ¿qué se puede ganar o perder?, ¿no es suficiente tener que hacer frente a los viejos problemas e intentar solucionarlos, que además creáis artificialmente de nuevos? Yo tengo poco que ver con lo que representáis la plana mayor de este movimiento sectario separatista, ni con vuestra filosofía ni con vuestros intereses, que son lo mismo, pero respeto vuestro pensamiento, lo respetaba ya cuando todavía estabais escondidos en las conejeras, incluso cuando Pujol empezaba a robar con Banca Catalana y lo disfrazaba de ataque a Catalunya, para continuar robando treinta años más, él, su familia, su partido y todo el grupo dirigente del mismo. Lo respetaba incluso cuando el nacionalismo catalán pactaba con el PP y el ahora denostado "españolismo", las políticas económicas y sociales más conservadoras y anti obreras y se silenciaban las mutuas corrupciones.  
O sea, continuaré diciendo lo que crea conveniente sobre lo que vaya pasando, pero reitero que me produce vergüenza, pena y dolor la miserable realidad a la que nos ha llevado el secesionismo. Las clases trabajadoras y los niños, de Catalunya y de toda España, no se merecen esto. Merecerían, eso sí, una izquierda social, sindical y política, capaz de organizarlos y luchar por su dignidad y por sus derechos. Lo contrario que hizo ayer Iglesias, el jefe de  ese pupurri llamado Unidos Podemos, en el Congreso de los Diputados. Es como si quisiera regalar los votos que le sobran, ya que hasta ahora no ha podido llevar a cabo su sueño de sorpasso y mandamás, para sus ínfulas de gran estratega y gobernante. Paco frutos Gras.

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