Ha habido unas jornadas en el Parlamento Europeo, que, convocadas por Javier Couso, con el título “Política de buena vecindad (de la UE) con el Sur y el Este” han reunidos a representantes de Europa, la de la UE y la del Este, y a representantes del Norte de África, con notorias ausencias por todos lados. En mi blog, el 13 de diciembre escribí una larga crónica sobre las jornadas.
Pasando al asunto central de mi artículo, empiezo diciendo que si el PCE nació después de un error y un horror: el horror, la 1ª Gran Guerra, (1914-1918), producto del choque de intereses del capitalismo, cuya burguesía en cada país levantaba la bandera de su nacionalismo frente a las burguesías de los otros países; el error, la participación en ella de la Internacional Socialdemócrata, en la que estaban presentes los partidos comunistas, después de haber aprobado antes de la guerra una solemne declaración en la que se decidía la total negativa a participar en la guerra y a aprobar en cada estado los presupuestos de guerra para enfrentar a los trabajadores de un país contra los trabajadores de otros países. Frente a la mendacidad moral y la caída en el nacionalismo de la Internacional Socialdemócrata nació la Internacional Comunista y el PCE en ella. Aunque haya llovido mucho, el PCE es más necesario que nunca. El PCE nació para impulsar la construcción de otra realidad basada en la paz, la igualdad y la libertad, a partir de un proyecto de ideas, teorías, concepción del mundo, y el consiguiente compromiso en la organización y acción para desarrollarlo. Se partía en su análisis marxista de algo tan simple como el materialismo histórico: no hay milagros sociales, al capitalismo sólo se le derrota con la lucha de clases y una relación de fuerzas favorable. El ideal del comunismo no es otro que una filosofía humana, optimista, creadora, revolucionaria. Ningún pensamiento ha influido tanto en la realidad del siglo XX, en la Revolución de Octubre, en otras revoluciones, en conquistas laborales y sociales. También ha sufrido grandes fracasos, fruto de graves errores.
¿Alguien que no sea un granuja al servicio del capital, un indocumentado, o un cínico, se atreverá a negarlo y proclamar que nuestras ideas, que la democracia participativa y el socialismo son el pasado y están caducados? En España, en la IIª República, el PCE tuvo un importante papel en la lucha por mejorar la vida y cambiar las costumbres arcaicas y reaccionarias contra la igualdad de derechos entre hombre y mujer, y en la defensa de la República cuando la derecha derrotada por el Frente Popular, apoyada en el fascismo internacional, se levantó contra ella. Posteriormente, en la Dictadura franquista, el PCE fue el principal activador de la lucha obrera y social, por los salarios y derechos laborales, por las libertades políticas y sindicales. CCOO, el Sindicato Democrático de Estudiantes, las asociaciones vecinales fueron creados e impulsados en gran parte por el PCE. La actuación del PCE en la transición y posteriormente ha sido contradictoria y en algunos casos negativa, sin aceptar en absoluto esta crítica fácil que hacen ahora los que ni siquiera estuvieron. El derrumbe de la Unión Soviética fue, sin embargo, el golpe más directo y contundente a las ideas del socialismo y el comunismo. El capitalismo mundial, que no esperaba este desplome, aunque lo estuviera preparando desde siempre, aprovechó el momento para decretar el pensamiento único, desarrollar el neoliberalismo más desenfrenado, acentuar el saqueo de los pueblos, la violencia y las guerras para dominar el mundo sin tener ningún contrapoder que lo impidiese o frenase. Y ahí estamos, en un momento especialmente difícil y peligroso, a pesar del fracaso estrepitoso del capitalismo financiero y parasitario para dar una vida mínimamente digna a la humanidad. Pero las debilidades de las organizaciones políticas y sindicales más que su fuerza le permite actuar casi impunemente en el mundo del trabajo, eliminando derechos conquistados por el mundo obrero, en la mercantilización absoluta de toda forma de producción material y espiritual, en la ideología, en la alienación de todas las formas de relación humana, en la comunicación, mintiendo y manipulando la verdad.
Y como no es tan fácil negar el sentido emancipador de nuestras ideas, además del recorte de derechos, la represión y las guerras recurren a los ideólogos más reaccionarios y a los “progres” cómplices para que confundan las conciencias, desmovilicen y desorganicen a la sociedad para cortar de raíz su acción, según dicen, ante la imposibilidad del socialismo.
Ante ello sólo hay un camino: convicción, discurso fuerte y político y propuestas concretas y alternativas claras: trabajo digno, no a la precarización; paz e internacionalismo, un no rotundo al nacionalismo y defensa del federalismo republicano; valores, principios y conceptos de clase frente al concepto de clase de la explotación. No aceptar una concepción claudicante de la historia y de la política para llegar al “poder”, dejando por el camino ideas, historia y personas.
NUESTRAS IDEAS SON DE AHORA Y DE FUTURO. DEFENDÁMOSLAS.
Esta sería una larga conversación porque recojo impresiones de la gente, acá y allá. Comunistas todos/as, algunos desesperanzados porque no hay una alternativa real al capitalismo, por las dificultades enormes de los intentos truncos para crear nuevos caminos hacia la construcción del socialismo en una economía de mercado si a la vez no se desarrollan los sectores productivos a tope, y eso implica también cambios subjetivos en trabajadores/as y dirigentes. Está claro que no alcanza la justicia distributiva si no va acompañada de estos cambios subjetivos, de mirada, de conciencia, de sentido colectivo. Y lo comprobamos en nuestros países latinoamericanos, como dolorosa realidad. Saber nuestra historia es un elemento FUNDAMENTAL, hay que darla a conocer una y otra vez, pero en este momento de búsqueda, desarticulación y desencanto de compañeros/as economistas para contribuir a crear alternativas frente al capitalismo depredador y criminal en el que estamos, se me ocurre como gran frente de lucha y resistencia, impulsar el movimiento internacionalista por la PAZ. La solidaridad y la emoción que genera el sufrimiento de la gente no debe ser también manipulado y reconducido por los mismos que los han generado. Se me ocurre que MIENTRAS TANTO, el gran frente de trabajo para comunistas y personas de bien es la lucha contra las guerras y por la paz. Allí echar sangre, sudor y lágrimas.
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