Han sido unas elecciones marcadas por unos años, de 2008 a 2015, en los que se han producido una serie de hechos y decisiones políticas que marcan una etapa, dícese repetitiva en la historia, en la que a un ciclo de crecimiento económico y riqueza sigue otro de recesión y desactivación económica.
Quede claro que hablamos de economía capitalista de mercado, que acentúa sus niveles anti sociales en su fase actual de globalización neoliberal y especulación financiera. Una economía que sólo puede perdurar en momentos de "crisis ciclica", que no es otra cosa que crisis sistémica, endureciendo todavía más los niveles de explotación, reduciendo derechos sociales y condiciones de trabajo. Es lo que ha ocurrido desde el inicio de la crisis, con una importante variante: no estamos ante una crisis cíclica y limitada del capitalismo, esto ya no será nunca más así, sino en una crisis total, en la que ha quedado patente que el capitalismo no tiene alternativas para un funcionamiento basicamente equilibrado de la economía que permita mantener, ya no el llamado "estado de bienestar" keynesiano, sino un elemental estado social digno de tal nombre, teniendo en cuenta a los países economicamente desarrollados y a los empobrecidos. Situando las cosas en este marco general pasemos a lo que anuncia el título del artículo.
Las elecciones del 20 D están precedidas a nivel interno por el fín de los 8 años de la etapa Zapatero, con algunos gestos iniciales sociales de carácter populista y con un final de aceptación de todos los recortes impuestos por la Troika, expresados con claridad en la aceptación de la modificación, de acuerdo con el PP, del artículo 135 de La Constitución; política continuada y profundizada por el gobierno de un PP que gana las elecciones por mayoría absoluta en 2011 con un programa demagogicamente social y "obrerista", y que inmediatamente echa a la papelera para aplicar medidas que aumentan los recortes laborales, sociales, las privatizaciones, y recortan la libertad de huelga y de protesta...
En ese contexto surgen Podemos y Ciudadanos, la segunda sólo existente en Catalunya como Ciutadans. Podemos, cuyos principales representantes, en especial Pablo Iglesias, son lanzados desde las televisiones privadas, se proyecta inmediatamente como la "nueva" formación política que se hace cargo de todos los problemas que padece la sociedad de "abajo", concepto que sustituye al de clase trabajadora, con la promesa de soluciones milagrosas. El surgimiento de Podemos se produce en un momento en que IU, por su política de izquierdas basicamente correcta, alcanza en todos los sondeos expectativas de voto entre el 15 y el 20 por cien. La pregunta es ¿por qué se repite 1977 y, especialmente, 1982, con el ascenso meteórico del PSOE entonces y de Podemos ahora? Que cada uno saque sus conclusiones, las mías son que el sistema necesita recambios para sustituir a las organizaciones que sufren un fuerte desgaste, después de haber aplicado las políticas que el sistema diseña y aplica. Ciudadanos se desarrolla espectacularmente en toda España, a pesar de ser sólo una organización existente en Catalunya. Una y otra organización carecen de organización, cuadros e infraestructuras en el conjunto del estado. Los grandes medios de comunicación impulsan y proyectan a sus principales dirigentes. Hay cosas que están escritas en el ADN histórico y que siempre se reproducen de la misma manera o cambiando las formas.
(Este artículo continuará mañana ya que es algo largo.)
Quede claro que hablamos de economía capitalista de mercado, que acentúa sus niveles anti sociales en su fase actual de globalización neoliberal y especulación financiera. Una economía que sólo puede perdurar en momentos de "crisis ciclica", que no es otra cosa que crisis sistémica, endureciendo todavía más los niveles de explotación, reduciendo derechos sociales y condiciones de trabajo. Es lo que ha ocurrido desde el inicio de la crisis, con una importante variante: no estamos ante una crisis cíclica y limitada del capitalismo, esto ya no será nunca más así, sino en una crisis total, en la que ha quedado patente que el capitalismo no tiene alternativas para un funcionamiento basicamente equilibrado de la economía que permita mantener, ya no el llamado "estado de bienestar" keynesiano, sino un elemental estado social digno de tal nombre, teniendo en cuenta a los países economicamente desarrollados y a los empobrecidos. Situando las cosas en este marco general pasemos a lo que anuncia el título del artículo.
Las elecciones del 20 D están precedidas a nivel interno por el fín de los 8 años de la etapa Zapatero, con algunos gestos iniciales sociales de carácter populista y con un final de aceptación de todos los recortes impuestos por la Troika, expresados con claridad en la aceptación de la modificación, de acuerdo con el PP, del artículo 135 de La Constitución; política continuada y profundizada por el gobierno de un PP que gana las elecciones por mayoría absoluta en 2011 con un programa demagogicamente social y "obrerista", y que inmediatamente echa a la papelera para aplicar medidas que aumentan los recortes laborales, sociales, las privatizaciones, y recortan la libertad de huelga y de protesta...
Izquierda Unida hace una buena campaña electoral en contenidos, precedida de un año y medio de decisiones erráticas, dudas, indefiniciones, temores, complejos y propuestas unitarias escasamente enraizadas en la realidad social, que deben trabajarse a fondo en el marco de la acción social cotidiana. Sólo cuando Pablo Iglesias y Podemos dan el portazo a IU, con groseras descalificaciones e insultos IU saca a flote su verdadera política, la que ha defendido en los años precedentes, lo que le permite activar y hacer participar a miles de militantes, activistas y seguidores, muchos de ellos sumidos hasta entonces en la perplejidad. Los más de 900.000 votos obtenidos, a pesar de la marginación casi total de los medios del sistema, sean progres o carcas, de IU y de la Ley Electoral, significan que hay un muy importante sector de personas que quieren a una IU fuerte que no se arrugue ante las dificultades. Si los votos que en Catalunya y Galicia son debidos a la presencia de IU en las coaliciones se sumasen a los más de 900.000, el resultado hubiera sido mejor. Podemos ha ingresado estos votos en su cuenta corriente como si fueran propiedad exclusiva, después de haber realizado una campaña en la que Pablo Iglesias se paseaba como un caudillo pastoreando su rebaño. Es algo rayano en la inmoralidad política que personas que continúan ostentando el cargo de máximos dirigentes de IU, cual es el caso de Yolanda Díaz, la todavía Coordinadora de EU Galicia, o de Nuet coordinador de EUiA, le peguen una patada a IU y afirmen que ellos pertenecen a otra cosa. El oportunismo, arribismo y capacidad de medrar en política debería ser una práctica de la derecha, que lo ha practicado siempre, no de las personas que, desde la izquierda, afirman querer cambiar las cosas.
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