Parece que en la construcción de los edificios siniestrados, o en su reforzamiento para resistir terremotos, los constructores y las mafias, difícil distinguir entre unos y otros muchas veces, escatimaron materiales para tener más beneficios. Si eso es así, se trata pura y simplemente de un crimen. Esperemos que las autoridades políticas y judiciales del Estado italiano actúen hasta las últimas consecuencias para depurar esta fechoría.
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