(PUBLICADO EN LA REPÚBLICA.ES, EL 26 DE ENERO DE 2017.)
A LOS 40 AÑOS DEL ASESINATO
DE ATOCHA 55. ¿Y AHORA QUÉ?
Estos
días se ha hablado mucho de aquel acto criminal y se ha recordado a los 5
camaradas asesinados y a los 4 que, heridos gravemente, salvaron la vida. Hasta
los medios de comunicación de masas del sistema, tan reacios a hablar de las
cosas que tengan como referente, aunque lejano en este caso, al PCE, le han
dedicado una atención significativa. Yo no soy nada partidario de utilizar y,
sobre todo, de abusar, del recuerdo a
nuestros muertos como forma de recrear una situación, por muy dramática que
haya sido, buscando la fácil emoción y hasta el lloriqueo histórico para defender
una actuación en el presente, estableciendo mimetismos con el pasado. Aunque
estos días haya sentido emoción, ya que fui testigo directo de aquellos
momentos contradictorios, complejos y difíciles que nos tocó vivir, defiendo la
necesidad de recordarlos y enmarcarlos objetivamente en el momento histórico en
que se desarrollaron, para evitar utilizaciones y exageraciones, o también
relativizarlos como una anécdota rara de la transición.
En
aquel momento se vivía una dura lucha social y política entre los instrumentos
represivos, en algunos casos intactos, del régimen franquista, y los
movimientos sindicales, sociales y
organizaciones todavía ilegales que habían mantenido el núcleo central y la
responsabilidad en la lucha por las libertades y en defensa de las
reivindicaciones de los trabajadores. El PCE y CCOO en primer lugar, con muchos
de sus dirigentes todavía en las cárceles. Recuerdo para despistados o
desmemoriados que hablan como loros de “izquierda
domesticada”, que el régimen que se estaba desarbolando como tal era el
producto de un levantamiento fascista nacional e internacional contra la IIª
República Española y lo que representaba ésta de avance social y democrático
histórico. Y que los instrumentos oficiales de represión del régimen iban
acompañados de una extrema derecha terrorista, dispersa y protegida por parte
del aparado del Estado.
Y
dejo aquí el recuerdo y la emoción del aniversario de la pérdida de 5
camaradas, con una invitación a que paséis por el monumento de Juan Genovés, en
Antón Martín, a los camaradas asesinados, para dar una breve, concreta y clara
opinión, sobre verborreas que hacen circular sesudos “ultra revolucionarios”, o niñatos y snobs post modernos que van de
lo mismo. Qué fácil y qué tramposo es, a los 40 años de los hechos, pontificar
sobre “izquierda domesticada”,”traición a
la ruptura democrática”, “venta y cambalache” con el franquismo, y concluir
que todos los males, defectos y miserias de la actual democracia son el fruto
de aquella transición en la que la derecha franquista impuso a la izquierda
anti franquista, principalmente al PCE y a CCOO, su política y sus condiciones.
Y luego, inventarse una especie de ruptura democrática con el “régimen” del 78, adornada con un
florilegio político y social “constituyente”,
como escuché el otro día en el discurso de Alvaro Aguilera, actual Secretario
del PCE en Madrid, contestado políticamente por el único superviviente de
Atocha, Alejandro Ruíz Huerta.
En
aquel momento se cometieron errores importantes por parte del PCE y de CCOO,
errores que en muchos momentos han sido señalados y por los cuales hemos hecho
la correspondiente autocrítica a lo largo del actual proceso de democracia
parlamentaria, con las servidumbres e insuficiencias que ésta tiene. Pero
cometer errores en una dura lucha social y política, que venía precedida de una
guerra de 3 años y de casi 40 de Dictadura, y no poder llevar a cabo con todas
sus consecuencias la “ruptura
democrática” defendida por el partido en la calle, centros de trabajo y
estudio y en toda la sociedad, no sólo no es una traición, sino que refleja que
la relación de fuerzas activas en aquel momento, no era favorable a la misma.
Los que manipulan y tergiversan esta realidad, se merecen el desprecio moral y
una breve lección de política, que simplemente apunto. La actual
democracia parlamentaria española, burguesa por supuesto, no necesita rupturas
milagrosas ni procesos constituyentes abstractos para avanzar hacia el cambio
social, sino cosas muy concretas y entendibles por una parte importante de la
clase trabajadora, que es la que debe y puede llevarlas a cabo, si sus teóricas
organizaciones de clase las orientan, organizan y coordinan. En primer lugar,
recuperar, puesto al día de la realidad actual, el conocimiento de lo que pasa
y porqué pasa en el mundo del trabajo, en que gran parte de las cadenas
fordistas de producción son sustituidas por grandes superficies de servicios, con
altísimos niveles de paro, precarización laboral, horarios de trabajo a horas, bajos
salarios y en competencia brutal entre diversos sectores asalariados y “autónomos forzados”, y salir del estancamiento actual en el que parece
que todos aceptamos el régimen actual, abrumados por la realidad y por ser el único posible. La lucha de clases
existe, aunque adopte formas nuevas. En segundo lugar, movilizarse por la
España Federal que defendemos, en nuestro caso la Tercera República Española,
sin hacer ninguna concesión a los diversos nacionalismos y secesionismos, ni a
sus cómplices vergonzantes, que son sólo una vieja forma de continuar la
explotación, dándole un sello identitario ancestral, que es una burla a la
historia de lucha y unidad de los trabajadores y de los pueblos. La España de
las autonomías, que ha roto prácticamente con el viejo centralismo españolista,
debe desembocar en un Estado Federal, con competencias claras de cada
federación, hoy CA, y para el núcleo federal unitario. En tercer lugar,
defender un proyecto europeo e internacional, basado en nuestra concepción
internacionalista y solidaria, por tanto opuesta a la actual UE, a sus leyes y
formas de funcionamiento que, por otra parte, están fracasando, lo que no
significa de ninguna manera volver al ultra nacionalismo de cada país, con
consecuencias historicamente catastróficas para los pueblos. En cuarto lugar, y
en la línea de lo anterior, luchar por una España vanguardia de la lucha contra
la guerra y por la paz, recuperando y desarrollando el espíritu del artículo 6
de la Constitución de la IIª República Española. Esto significa, aquí y ahora,
movilizarse contra las guerras imperialistas actuales, en especial la de Siria,
y exigir la eliminación en España de las bases bélicas de EEUU y la OTAN para
convertirlas en bases para la paz y el desarrollo social de los pueblos
destruidos por las guerras y las
hambrunas.
Y
de momento nada más. Trabajar, organizarse y movilizarse para que sea posible
avanzar en una reforma constitucional profunda en todos los aspectos señalados:
económico-sociales, de construcción de una España Federal y Republicana, de una
acción rotunda contra la Europa del capital y el neoliberalismo y por una
Europa de los pueblos, por un internacionalismo solidario y de colaboración
entre todos los trabajadores y por una España movilizada por la paz y contra la
guerra.
Soy
consciente de que no digo nada nuevo, aunque también lo soy de que cuando lo
necesario y obvio no se tiene en cuenta y no se defiende, se debe insistir y
repetirlo hasta el agotamiento, si consideramos que continúa siendo una
alternativa justa a los problemas, desde la izquierda que no abdica de sus
valores.
LA REPÚBLICA.ES. 26 enero 2017.
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