En una conferencia acabada de celebrar en el Club Siglo XXI de Madrid, el Presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sandín, afirma que es una realidad incuestionable, avalada por los datos y argumentos que da en su intervención, que "La enfermedad más grave a la que nos enfrentamos los médicos, es la pobreza". No es por tanto una opinión individual, sino cualificada y representativa de lo que opinan gran parte del colectivo de médicos, conocedores de la situación social por la que atraviesan amplios sectores sociales.
El Presidente de la OMC utiliza datos que, aunque no son desconocidos, están en un segundo o tercer plano en la denuncia de la realidad que vive mucha gente, a causa de la profundización de la crisis económico-social del capitalismo en su fase neoliberal actual, crisis en la que, como siempre, éste supera la bajada de ganancias con el recorte de salarios, empeoramiento de las condiciones laborales y drástica reducción de servicios públicos básicos. Los presupuestos sanitarios han perdido más de 9.000 millones de euros en lo que va de 2009 a 2014, y los datos posteriores deben ser similares, lo que ha significado, entre otras cosas, la liquidación de 30.000 empleos en enfermería y 10.000 médicos menos.
El Presidente de la OMC señala, apoyado por sólidos datos y argumentos, que han empeorado los indicadores de salud, con prevalencia de enfermedades crónicas y más utilización de servicios asociados a diabetes, depresión, ansiedad y transtornos mentales. Con listas de espera cada vez más largas, relacionadas directamente con la reducción de puestos de trabajo, con la no sustitución y con la precariedad en el conjunto del sistema sanitario. Lo que en conjunto representa un importante empeoramiento en el Servicio Nacional de Salud que, a pesar de los recortes, tiene una estructura para recuperar su calidad, y no ocupar el puesto 19 en la UE.
Esta realidad que empeora un servicio básico fundamental como es el de la salud, tiene causas objetivas y evitables en gran parte y en el momento de denunciar la situación deben hacerse propuestas. Yo voy a citar, sin pretender dar soluciones mágicas, que no tengo, ni ser exhaustivo, algunos elementos que permitan disponer de más recursos para la recuperación de lo perdido en el sistema de salud y para su permanente mejora, recuperando presupuestos y personal necesarios y sacando el dinero de dónde está: evitando gastos en torno a locuras identitarias y akelarres nacionalistas; tomando y, sobre todo, aplicando, medidas drásticas contra la corrupción y la recuperación del dinero robado; reduciendo los gastos parasitarios en armamento y apostando por la paz y el fin de las guerras neocoloniales; haciendo que el sistema de impuestos saque más recursos de las grandes fortunas, patrimonios y ganancias. En esa línea debe ir el programa concreto, urgente e imprescindible que la izquierda política y sindical tiene la obligación de defender en la calle, en los centros de trabajo y estudio, en las instituciones y en las mesas de diálogo social, en vez de estar bailando el agua al gobierno del PP y a la patronal en mesas de tute amistoso; denunciar y combatir las políticas de la Generalitat en vez de hacerse fotos vergonzosas en Catalunya con los primeros que pusieron en marcha las medidas de privatización y recorte sanitario; llevar hasta las últimas consecuencias la lucha contra la corrupción en la Gürtel y derivados, en el caso Pujol y complicidades, en los ERES andaluces, y recuperar el dinero robado. Y, finalmente, o en primer lugar, articular en toda España una permanente actividad y movilización social y política por alternativas concretas a los principales problemas que afectan a la clase trabajadora. La izquierda sindical y política, que ha perdido toda la ideología con sentido de clase, algún cretino dice que esto es una antigualla dogmática, emulando el vocabulario de la derecha de toda la vida, debe recuperar el internacionalismo solidario, con programas políticos breves, concisos y entendibles y propuestas concretas en España y en Europa, para hacer frente a las medidas que ha impuesto la globalización neoliberal, y que han sido aceptadas como algo irreversible. Junto a propuestas concretas frente a imposiciones concretas, reconstruir un pensamiento y una acción para el cambio social, desde la perspectiva de que bajo el sistema capitalista-neoliberal no hay solución alguna de fondo a los problemas que sufren los que con su trabajo crean la riqueza. No hacerlo así es continuar aceptando el deterioro social y en la salud y dejar el camino expedito a la ultra derecha a la que no se combate con vacuas e inútiles denuncias, sino no dejando que se atribuya la defensa de las clases populares haciendo las políticas que antes defendía y aplicaba la izquierda sindical y política.
La pobreza es la peor forma de violencia. Está siendo fabricada y fomentada.
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