jueves, 16 de mayo de 2019

ALGUNAS IDEAS PARA ENTENDER POR QUÉ SUBE LA EXTREMA DERECHA. 

Son diversas y complejas las razones por las que la extrema derecha sube en todas partes y es por ello necesario aproximarnos algo a esas razones para poder hacer frente a la realidad teniendo en cuenta que es en Europa donde tenemos más margen de trabajo, por estar insertos en ella con todas las consecuencias.
Desde hace tiempo, y especialmente en las últimas décadas, se han producido cambios económicos, en la producción y servicios y en la agricultura que, al afectar a los sistemas laborales y sociales y a la masa de trabajo disponible, tienen fuertes repercusiones en regiones enteras, en ciudades y barrios y, obviamente, a nivel nacional y general. Cambios industriales que no han sido sustituidos por procesos productivos similares a los anteriores, pasando en la mayoría de casos de una industria local controlada por propietarios de toda la vida a la posesión por parte de multinacionales de la capacidad de cambiar totalmente las producciones, de fragmentar las empresas a conveniencia de sus intereses y de deslocalizar puestos de trabajo y empresas cuando lo ven más rentable para obtener más ganancias en el menor tiempo posible. El capitalismo en su fase progresivamente neoliberal, desregularizado de métodos mínimamente democráticos,  ha ido pasando de unas formas clásicas de producción vinculadas a las necesidades de mercados locales, próximos, nacionales, o a exportaciones conocidas, a formas de mercado globalizado que, con el pretexto de la libertad de mercado, rompe el mercado de comprar y vender según las necesidades y se convierte en el dominio especulativo de los diversos grupos productivos y financieros, creando lo que se conoce como "sociedad de consumo". O sea, que se crean necesidades en muchos casos superfluas, acumulación de bienes de consumo y de uso prescindibles o innecesarios, mentalidades guiadas por el derroche de recursos, en vez de organizar el mercado en función de los imprescindibles productos y servicios para mejorar la vida social, educativa, cultural, de convivencia y ocio para el disfrute de toda la sociedad, con el máximo ahorro de consumismo inútil y de destrucción ambiental.
Una consecuencia de todo ello es la pérdida progresiva de una mentalidad cultural y laboral vinculada a un trabajo y a un empleo digno, estable y con derechos, y el desconcierto y degradación sociocultural. La incompetencia progresiva de la izquierda política y sindical para ir comprendiendo gradualmente los procesos que se están produciendo, explicarlos, buscar alternativas basadas en los intereses y derechos de la mayoría obrera y trabajadora y mantener permanentemente informada, unida, organizada y tensionada a la clase trabajadora, produce el desflecamiento de lo que históricamente hemos llamado conciencia de clase y, paralelamente, la subida de la extrema derecha como falaz defensora de los derechos perdidos. Una extrema derecha que, como se ha comprobado en Francia y otros países, y más recientemente en España, coge el problema de la reducción productiva, de la degradación laboral, de la deslocalización de empresas, del paro y de la precariedad laboral, como algo producido por la incapacidad de la izquierda para crear algo útil para la colectividad y su conocida capacidad para derrochar los recursos públicos. 
Y aquí la extrema derecha empieza a poner en marcha sus pautas y alternativas buscando tocar los problemas más candentes a la luz de "soluciones" fáciles y reaccionarias, todo y asumir y manipular una parte del pensamiento y la acción que la izquierda había desarrollado y convertido en mayoritario en amplias zonas de los países. El desbarajuste productivo y social y la progresiva difuminación  y descoordinación de la izquierda que se ha producido en cada país por efectos del desarrollo del capitalismo actual, es aprovechado por la extrema derecha para vender productos fáciles de comprar por un obrero precarizado o en paro: "La inmigración ocupa vuestros puestos de trabajo", "no a la inmigración, primero los de aquí", etc.
Y muchos trabajadores y trabajadoras van aceptando esta filosofía racista y reaccionaria, mientras la izquieda sindical y política declama y protesta, pero en la práctica acepta objetivamente la nueva realidad que no ha sido capaz de prever y hacerle frente. Y por todo ello, no es extraño ver a la izquierda ser cómplice de guerras y saqueos como ha sido notorio en Iraq, Libia, Siria...,defender la producción y venta de armamento a países feudales y terroristas, como ha sido el caso reciente de la venta a Arabia Saudí de armas para matar en Yemen. Y, por todo ello, no es extraño tampoco que la izquierda vuelva a abrazar el nacionalismo contra el patriotismo y el internacionalismo. 
Como conclusión al artículo: ¿Solución a todo ello? Pensar en lo anterior y opinar ya es un paso. Yo no sé ir más lejos.      

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