jueves, 14 de noviembre de 2019

ALGUNA CLAVE DEL ASCENSO DE VOX.


La mejor forma de aguantar y hasta ganar en la política que tiene como primer objetivo los intereses propios, personales y de partido y no los de toda la sociedad, es convertirla en una especie de religión para crédulos ilustrados y también para crédulos sin luces. Y entonces se trata de enfrentar tu religión, fanatizada hasta donde sea posible, con las otras religiones. Es la politiquería, que no se basa en el estudio riguroso de los problemas colectivos y en la búsqueda de alternativas viables a todos y cada uno de ellos, sobre la base de las propuestas políticas concretas que propone cada organización política, sindical y social, sino en la obediencia servil fundamentada en un sentimiento irracional y no en el conocimiento y la razón. 
Lo anterior es lo que han hecho VOX y Abascal: se han envuelto en la bandera de España, la constitucional para que no sea dicho, y se han proclamado los únicos y solventes defensores de la unidad de España, al estilo de "Una, Grande y Libre", del franquismo. En esta línea han utilizado todo lo que está pasando en Catalunya desde hace años y especialmente los disturbios destructivos de Barcelona de las últimas semanas como la coartada para arremeter contra el nazional-secesionismo catalán, de características ideológicas y métodos de actuación fascio-identitarios parecidos a los suyos, para buscar la complicidad de los votantes, que desde lejos o cerca están hartos de esta situación sin ser necesariamente de extrema derecha. Y de pasada cargar contra el Estado de las autonomías, causante según VOX, de todos los desafueros. Para completar, acusan a Pedro Sánchez y al PSOE de colaboración o de complicidad silente con los secesionistas catalanes y no es necesario que descalifiquen a Unidas Podemos, Comuns y compañia ya que estos están descalificados desde hace mucho por su papel de palanganeros del nazional-separatismo y porque han entregado España a la derecha como un residuo franquista, sin defender la España histórica de toda la vida, con sus procesos contradicorios como los de cualquier país o Estado, y mucho menos la España de la IIª República, defendida por los trabajadores del campo y de la ciudad y por las heroicas Brigadas Internacionales. Para esa izquierda existe el concepto administrativo "Estado Español", no España, exactamente igual a cómo lo consideran los nazionalistas identitarios. Y los genios políticos del PSOE, con el oportunista inútil de Pedro Sánchez a la cabeza, se lo ponen en bandeja con su politiquería de mayo a junio y de septiembre a noviembre.
Pero esto, aunque facilita mucho las cosas a VOX, no era suficiente para pegar un salto electoral tan importante. Y por eso hablan de desigualdad social, de desempleo, de angustia obrera, de acabar con la inmigración que quita puestos de trabajo a los españoles. Y prometen acabar con esta situación. Pero para ello ni una sola propuesta real, solo la descalificación de los adversarios y enemigos, mentiras, manipulaciones y vagas utopías de futuro maravilloso, muy parecidas o iguales al paraíso económico y social que prometían los separatistas catalanes cuando se alcanzase la independencia. 
Todo muy parecido a lo que ha ocurrido en unos cuantos años en Francia, sin ir más lejos. ¿Alguién cree que Agrupación Nacional, hasta 2018 Frente Nacional, el partido de extrema derecha dirigido por Marine Le Pen, podría haber entrado y ser mayoría en muchos de los barrios y zonas obreras que votaban mayoritariamente socialista y comunista, si esta izquierda política, y la sindical, no hubiesen abandonado gran parte de la acción y lucha por las reivindicaciones sociales históricas del movimiento obrero? El antaño gran Partido Comunista Francés prácticamente desaparecido y el Partido Socialista le va a la zaga. Todo muy parecido a lo que pasa actualmente en España. Y, francamente, cuando oigo nombres como el de Asens, entre otros, para formar parte del nuevo gobierno de la coalición, hasta hace poco palabra maldita, de PSOE-Unidas Podemos, empiezo a temblar. 
Ya solo me queda desear suerte. Todavía no sé a qué.

Por cierto, después de publicar el artículo leo las declaraciones de Felipe VI, rey de España por la gracia de Dios, decir en clave de lección política democrática desde la tribuna de oradores, en presencia de las autoridades cubanas encabezadas por el Presidente Miguel Díaz Canel, "Es en democracia como mejor se representan y se defienden los derechos humanos, la libertad y la dignidad de las personas y los intereses de nuestros ciudadanos", después de haber afirmado "Cuál será el futuro lo tiene que dilucidar el propio pueblo cubano, los cambios no pueden ser impuestos".
Y podría estar de acuerdo con Felipe VI en prácticamente todo lo que dice si hubiera dicho lo mismo a los jeques feudales de Arabia Saudí y de otros regímenes de parecido cariz reaccionario, en las múltiples ocasiones en los que ha tenido encuentros de Estado con ellos. Parece que no ha sido así en ningún caso. 

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