miércoles, 6 de marzo de 2013

ANIVERSARIO DE IRAQ, RECORTES, DESAHUCIOS Y CORRUPCIÓN



A los 10 años del inicio de la guerra imperialista de EEUU y Gran Bretaña contra Iraq, miles de muertos después, queda un país destruido, profundamente empobrecido y enfrentado por diferencias “étnicas”, religiosas y odios, que los ocupantes agitaron y potenciaron para que el país no levante cabeza en muchos años y así los saqueadores de las multinacionales y sus ejércitos privados puedan continuar su enriquecimiento criminal a costa de la miseria de las gentes. Y la España y la Europa del capital, no teniendo bastante con el desastre iraquí, han continuado sus desmanes en Libia, Siria y Malí con la pasividad y el silencio cómplice de la izquierda. Y mientras, siguen los recortes en las condiciones de vida de las clases trabajadoras y populares en España. Y los desahucios acompañados de dramas humanos y suicidios, cuyos máximos responsables son bancos, financieras e inmobiliarias, salvados todos ellos con lo que nos roban para que recuperen sus ganancias. Y planeando sobre toda esta situación la corrupción, a la cual voy a dedicar hoy el grueso de la columna, previo recuerdo de cosas que no deben olvidarse.

La corrupción es una herencia histórica que nos ha legado la derecha económica y política en sus diversas expresiones: aristocrática, burguesa, terrateniente, financiera. De la derecha procede el caciquismo, el clientelismo, el enriquecimiento sin escrúpulos a costa de la explotación de la mayoría y de la miseria de amplios sectores marginados. La izquierda, en un sentido amplio, especialmente desde la Revolución Francesa en adelante, nació con los valores y principios de justicia social, igualdad, fraternidad y honestidad. Y en el proceso histórico esos principios y valores se fueron aflojando y relativizando, asumiendo progresivamente gran parte de los de la derecha, que una vez tras otra y contra el viento de los tiempos salían triunfantes de las luchas de clases. Cuando la izquierda va perdiendo sus genuinas señas de identidad, se incorpora progresivamente a los métodos de la derecha y a la corrupción. Y la sociedad, sin referentes éticos y políticos sólidos se acostumbra a la corrupción como una especie de mal natural y ésta se generaliza y disculpa. Y así, como sucede actualmente en España, los dirigentes políticos del sistema pueden decir sin atragantarse que todos cometen corrupciones. Incluso algunos dirigentes del PP y CIU, y antes del PSOE, afirman que la corrupción es consubstancial a la democracia. Recuerdo que una vez un dirigente de IU, rojo, muy rojo, representante en un consejo bancario, ante la queja de una afiliada dijo lo mismo. Es el pensamiento único también en la concepción de la democracia y la honradez. En resumen, la falta de principios éticos en política produce el cinismo colectivo que se extiende como el aceite: el que no roba es porque no puede. Por todo ello no puede extrañar que una vez tras otra se vote a personas imputadas por corrupción, o que incluso están en la cárcel. Es la amnistía popular al delito.

La responsabilidad principal, como señalo al principio, es un sistema basado en el privilegio y en la desigualdad, servido por los corruptores, los que compran servicios, algo que suele ponerse en segundo plano, y los políticos a su servicio, genéricamente a través de la elaboración de leyes evasivas, o bien que se dejan comprar más allá de éstas a cambio de las substanciosas comisiones que reciben. Los financieros y banqueros que venden productos sin ningún valor real con la ingeniería contable en pirámide, engañando a millones de incautos que se creen que el capitalismo regala el dinero y amenazando a las personas que no pueden pagar sus créditos o hipotecas, son grandes corruptores. Gentes, sin ningún escrúpulo moral, que bien pueden calificarse de criminales sociales y en algunos casos de criminales a secas por ser causa de destrucción humana y suicidios. Hay también una responsabilidad de la propia gente que acepta el tinglado y se abandona permitiendo con su complicidad la perpetuación del delito.

Soluciones: en primer lugar, un rigor extremo y la máxima rapidez en la aplicación de las leyes actuales, teniendo en cuenta que muchas de ellas están desfasadas por tener origen en el siglo XIX, por ser mamotretos farragosos sin ninguna eficacia real y por mantener los principios de igualdad jurídica y política emanados de la Revolución Francesa y siguientes pero no la desigualdad económica y social que engendra el capitalismo. Desigualdad que, en España, después de las últimas medidas de Gallardón, aumentará. En segundo lugar, aprobación de las leyes necesarias, resumidas, claras y concretas, que liquiden mucha hojarasca de las antiguas y faciliten la aplicación rápida y eficaz de la justicia. Es inconcebible que en estos momentos haya 300 sumarios sobre corrupción, algunos de ellos muy sonados, que llevan varios años en los cajones de los juzgados sin saberse cuando se solucionarán. Izquierda Unida ha presentado un proyecto de ley en esa línea. En tercer lugar, la acción por un sistema económico, social, cultural y político, fundamentado en valores democráticos sin trampa, en los principios de la igualdad, la fraternidad, la solidaridad y la corresponsabilidad colectiva ante todo lo que acontece, como única forma de avanzar hacia una democracia participativa, reduciendo las zonas de pasividad social. Y como elemento transversal una educación radical basada en los principios anteriores, desde la infancia hasta la universidad.

Y, finalmente, en la izquierda real no puede haber ninguna tolerancia auto exculpatoria ante la corrupción.

RECORDAR AL CARCELERO OBAMA QUE SUELTE A LOS CINCO PATRIOTAS CUBANOS.

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