miércoles, 21 de noviembre de 2018

EL PP, CASADO, COSIDÓ, SUMA Y SIGUE. 


Que son de derechas vale, ya lo sabíamos. Que por serlo dicen cosas referentes a economía, política, cultura, historia y educación..., con las cuales no coincido ni puede coincidir nadie que se sienta de izquierdas y que, por tanto, se deben denunciar y combatir social y políticamente, está claro. Que se pueda llegar a acuerdos de todos los partidos, incluido el PP, para cuestiones de bien general, vale. Pero que sean tan torpes e inútiles para expresar y defender sus ideas y propuestas o, simplemente, para hacer la más elemental acción política, hasta me ofende. Yo siempre preferiré que mis adversarios políticos sean inteligentes, que tengan una dialéctica conservadora pero que actúen para defender las ideas más contrarias a las mías de una forma que no abochorne a los asnos. 
Lo anterior viene a cuenta de que a Ignacio Cosidó, director general de la Policía Nacional durante tres años, amén de haber ostentado otras responsabilidades políticas, se le ocurre enviar mensajes a sus diputados y senadores comunicándoles que no se preocupen nada porque el PSOE tenga 11 representantes en el Tribunal Supremo y el PP esté en minoría con 9, ya que la presidencia recae sobre Manuel Marchena, que es un representante del PP. Así de zafio, lo que provoca la inmediata dimisión de Marchena como presidente de este tribunal y la ruptura del acuerdo entre el PP y el PSOE. O sea, que además del caciquismo que representa la elección entre los dos partidos de todos los representantes del Tribunal Supremo, sin buscar un acuerdo político democrático en el que participen todos las organizaciones de carácter constitucional, algo básico para la elección de organismos de esta importancia, Cosidó aún se jacta de lo hábil que son en los tejemanejes de las instituciones. Si son un poquito más torpes no nacen. 
A nadie extrañe que la política sea vista cada día más como algo extraño, un juego de intereses partidistas y personales alejada de los problemas reales de la gente y, muchas veces, hasta grotesca. Y aunque esto afecte a todos los partidos, hoy tocaba hablar de la última cacicada frustrada.

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