Recién pasado el 80 aniversario de la despedida de las Brigadas Internacionales en Barcelona recuerdo las últimas palabras de Dolores Ibárruri:
"¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticias de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!"
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!"
La República Española fue derrotada, la violencia franquista sustituyó a la necesaria paz, los brigadistas como colectivo y sus familias y camaradas no pudieron volver hasta acabada la Dictadura. Cuando pudieron hacerlo recibieron los más sentidos homenajes de la izquierda, de los demócratas y republicanos, en un marco que no era el de la República Española pero que representaba la lucha de muchas personas en unas nuevas circunstancias para reencontrar el hilo de la historia segado por el fascismo. Me gustaría decir "Y en ello estamos", pero no lo haré porque tengo serias dudas, por no decir certezas, de que lo que hace la izquierda actual poco tiene que ver con el espíritu del discurso de Dolores y con el ánimo y voluntad política que se palpaba en los homenajes que se hicieron a las Brigadas, a los supervivientes y a los familiares y camaradas que acudieron. No se trata por mi parte de defender proyectos de izquierda desligados del contexto en el que vivimos, ni de recurrir a frases altisonantes sobre la libertad, la democracia, el republicanismo, el socialismo y hasta el comunismo. Eso ya lo hacen otros con una retórica que tiene poca correspondencia con algún acto efectivo. Al contrario, se trata de aterrizar en la realidad concreta para saber qué hacer y cómo hacerlo. Y ello me lleva a decir algunas cosas para intentar contribuir a que la izquierda recupere su sentido ideológico-cultural, social y político, históricos, purgado de triunfalismos ultra revolucionarios y de entreguismos claudicantes.
La izquierda, también la española, actúa en una colectividad en la que hay leyes y normas para convivir, que no se pueden eludir gratuitamente y que no anulan el pensamiento y la acción de los diversos protagonistas políticos. Leyes y normas fruto de la lucha de clases, de la relación de fuerzas, de las mayorías que se han formado democráticamente y ejercen el gobierno, de los acuerdos políticos que se generan. En este sentido, la izquierda es la más interesada en que todo ello se produzca con orden, coherencia y claridad partiendo de la base elemental de que sin leyes y normas que se hagan cumplir colectivamente no hay una perspectiva democrática sólida y razonable. Y, consecuentemente con ello, trabajar en organizar a la mayoría trabajadora para que en el proceso de acción y cambio social las leyes y normas no sean las que impone una relación de fuerzas favorable a los intereses del capital y sus testaferros políticos de la derecha, sino a las necesidades básicas y a los proyectos de igualdad y justicia social de esa mayoría trabajadora. La Revolución no es una acto de fuerza único que se produce y que lo cambia todo de la noche a la mañana, sino el proceso de implantación y consolidación progresiva de un cambio económico y social, con sus correspondientes leyes y normas que reflejen la nueva realidad.
A mi entender, desde hace tiempo se está produciendo una deriva postmoderna y reaccionaria de la izquierda en general que la conduce irreversiblemente a divagar por la retórica de frases que no tienen ninguna correspondencia con la acción real; a renunciar en la practica a un verdadero internacionalismo y a entregarse, de nuevo en la historia, a los nacionalismos que, en el caso de España representan uno de los principales activadores de la extrema derecha, hable la lengua que hable; a no actuar sistemáticamente por convicción contra la guerra y por la paz como uno de los principales motivos de su existencia; a prescindir realmente de un sentido de clase arraigado en la historia pero, sobre todo, en la existencia de unas clases trabajadoras en cada país y en general que más que nunca necesitan de un cambio social urgente, en especial en las zonas más castigadas por la rapiña y el parasitarismo del capital en su filosofía natural del máximo beneficio en el mínimo de tiempo.
Sirvan estas notas para dejar sentado que con la política actual de la izquierda en España, la llamada "socialdemócrata" y la calificada de "alternativa", tenemos derecha, o políticas de derechas, para rato, a pesar de que ahora mismo gobierne el PSOE con 84 diputados/as y unos pactos singulares.
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