Frente a la mentira y la manipulación es necesario hablar claro. Si Gadafi era un dictador y un sátrapa tan sanguinario como le pintan ahora, cómo es posible que los principales protagonistas y manejadores de este ente tramposo llamado "comunidad internacional", no se lo dijeran directamente a él, exigiéndole el cumplimiento de los Derechos Humanos, en vez de agasajarle y competir para hacer con él los mejores negocios. No lo hago siquiera en forma de pregunta ya que yo lo tengo claro pero sí sería honesto, si es que de esta "comunidad" se puede esperar un gesto honesto, que se explicara el porqué en cuestión de semanas, o de días, se cambian los abrazos a Gadafi por las bombas que matan personas y destruyen bienes de la sociedad. Se lo pide una persona, que creo puede hablar en nombre de un amplio colectivo, que nunca ha tenido relación ni ha sentido una afinidad política con Gadafi y lo que representa, ni tampoco una animosidad en su contra, y que desconocía esos telúricos hechos que, de pronto, han descubierto los paises que se disputan el petróleo y los despojos de Libia.
Resumiendo, y en consecuencia de todo lo dicho, mi propuesta es la siguiente: Que la ONU saque de los cajones y actualice su Carta de Derechos Humanos y abra un amplio debate en el que participen todos los paises como tales y las organizaciones políticas y sociales, para encontrar, con todo el asesoramiento intelectual y técnico necesario, la base mínima de cumplimiento de los Derechos Humanos, empezando por los vitales como son el derecho a la vida, a no ser torturado, a la igualdad entre hombre y mujer, a la justicia social, a comer cada día y a beber agua potable,a la educación y a la salud, a tener un techo y una protección común desde el nacimiento hasta la muerte, a la libertad de pensamiento y acción para realizarse personal y colectivamente, a la paz entre personas y pueblos como única forma de existencia civilizada. Todo ello debe ponerse en marcha en un proceso gradual en el que, teniendo en cuenta las diversas realidades históricas y las culturas que de ellas emanan, se avance progresivamente hacia una situación en la cual queden absolutamente descartadas las actitudes y costumbres criminales y lesivas.
Sé que todo esto puede parecer un brindis al sol, habida cuenta de la realidad actual; sé también que son propuestas para un difícil y complejo trabajo a medio y largo plazo, pero si alguién tiene alternativas mejores que las proponga y se discuten. Lo que no puede continuar igual es esa situación en la que las gentes que con su esfuerzo y trabajo, los y las que no están en la absoluta miseria, pobreza y marginalidad, toleren o avalen con su silencio, pasividad o acción, una situación en la que las crisis del sistema conducen a más pobreza y a más violencia y guerras. La izquierda y las personas que sin ser de la izquierda tienen un sentido humanista y solidario, tienen, tenemos, un reto, un desafío. La nueva guerra servida por el sistema es también una ocasión para no quedarnos en la retórica de la impotencia y la inutilidad. El problema no es, cuando las bombas caen y las personas se matan, hacer propaganda de los hechos manipulados, sino buscar soluciones que eviten nuevas tragedias. De lo contrario, servimos para poco.
Reiteramos la propuesta para Libia: Que una Comisión Internacional, avalada por la ONU y la Unión Africana, por la UE y por quién haga falta, siente en una mesa al gobierno libio y a los llamados rebeldes hasta encontrar una solución, previo alto el fuego inmediato. Es la propuesta que hizo el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, rechazada por la "comunidad internacional" de las bombas. Nunca es tarde para facilitar que el pueblo libio y sus representantes decidan su presente y futuro. Nunca es tarde, salvo que predominen, como hasta ahora, los intereses económicos del capital y el dominio imperialista de la zona, de acuerdo con los sátrapas del Golfo.
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