viernes, 11 de noviembre de 2016

Mañana, si tengo ganas, hablaré de las elecciones de EEUU. De momento sólo he mirado por encima las reacciones de los medios de comunicación, especialmente los progres, y de periodistas, comentaristas y gentes de bien que están muy preocupados por el destino de la humanidad con Trump de jefe del imperio. Parece que toda esta gente estaba muy contenta con los bombardeos de Obama-Clinton y sus socios de la UE. He estado a punto de iniciar una colecta para comprarles lotes de pañuelos para que se secaran las lágrimas y los mocos, al tiempo que me carcajeaba. Hay que ver lo que amaban a Clinton, aunque haga guerras y sea amiga y reciba dinero de los jeques feudales que financian a los terroristas.



Y como ya es mañana, voy a dedicar un tiempo, no demasiado, porque ya habrá tiempo de hablar y hablar sobre los EEUU, Trump, y los diversos cataclismos que nos esperan, según los alarmistas de oficio,  con este personaje de presidente, de la misma manera que hemos tenido que hablar de Clinton y Obama y hasta denunciar algunas cosas malas que hacían. Hoy he dedicado algo de tiempo, la verdad que no demasiado ya que me aburre, a escuchar las palabras y, sobre todo, ver las caras y los gestos de periodistas del más diverso pelaje, de comentaristas cum laude en chapotear por el idioma sin decir nada, de manifestantes norteamericanos, no muchos, que se echaron a la calle a protestar por el triunfo electoral de Trump, y que nunca salieron a protestar por las guerras que su gobierno mantenía a diestro y siniestro contra los que no eran dóciles. No le dedico mucho tiempo pero sí el imprescindible para leer que "el mundo tiembla ante la victoria de Trump", y pienso que yo no debo ser de este mundo, ya que yo temblaba y tiemblo por la posibilidad de una guerra general a partir de la intervención del régimen mundial de la guerra en Siria, algo que no va a empeorar Trump. Y al contemplar los semblantes compungidos, o airados, o agresivos, con la victoria de Trump, de toda una caterva de hombres y mujeres, carcas unos, muchos otros  de la progresía liberal, todos del régimen neoliberal occidental, que ha estado callada durante años cuando sus amos destruían Afganistán, Yugoslavia, Iraq, Libia, Siria, uno continúa pensando en que la miseria moral de la condición humana es, muchas veces, insoportable. Escucharles defender a Clinton, la de la risa de hiena cuando asesinaron a Gadafi, un gesto que descalifica para siempre a una persona, y más si gobierna; una persona que declara que los EEUU, o sea ella misma, se pasaron de rosca armando a los "rebeldes" ya que de allí salió el Daesh, reconociendo explicitamente lo que parece no entrar en la cabeza de tantos/as cretinos que se dedican al periodismo de la mentira, la manipulación y la adulación; una mujer que es financiada por los jeques fascistas-feudales de Arabia Saudí, y algunas otras cosas como su intervención impulsando un golpe de Estado nazi en Ucrania, me hace  llegar a la única conclusión posible: nunca  voy a tener en consideración a estos indeseables de la desinformación.
Epílogo, con Trump no sé qué pasará, dentro de unos pocos meses podremos hablar de ello, o sea, que paciencia señores de la ira virtual y del terror ancestral al nuevo monstruo diseñado y creado. De Clinton sí sé lo que ha pasado: guerra, golpes de Estado, intervenciones, saqueos. Y también sé lo que continuaría pasando. Y tened en cuenta algo que es más importante que otras improvisaciones sobre la maldad de Trump y la inocencia de Clinton, ambos, Clinton y Trump, son hijos de un mismo régimen: el de los EEUU de América. Con sólo repasar los hechos acontecidos en las dos últimas décadas protagonizadas por este imperio sabréis a qué ateneros. Dormid, pues, tranquilas/os, me han asegurado que esta noche Trump se acostará después de cenar y no saldrá de cacería.

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