28 de octubre de 1938.
80 ANIVERSARIO DEL HOMENAJE Y DESPEDIDA DE LAS BRIGADAS INTERNACIONALES.
"Soy voluntario de las Brigadas Internacionales porque admiro profundamente el valor y el heroísmo del pueblo español en la lucha contra el fascismo internacional; porque mis enemigos de siempre son los mismos que los del pueblo español. Porque si el fascismo vence en España, mañana vencerá en mi país y mi hogar será devastado. Porque soy un trabajador, un obrero, un campesino que prefiere morir a vivir de rodillas. Estoy aquí porque soy un voluntario y daré, si es preciso, hasta la última gota de mi sangre por salvar la liberad de España, la libertad del mundo." (Declaración solemne que los miembros de las Brigadas Internacionales debían prometer).
El 21 de septiembre de 1938, Juan Negrín, presidente del Gobierno de la República, anunciaba, ante la Asamblea General de la Sociedad de Naciones radicada en Ginebra, la retirada inmediata y sin condiciones de todos los combatientes no españoles encuadrados en las Brigadas internacionales que combatían junto al Ejército de la República, con el deseo de que el bando franquista hiciera lo mismo:
"El gobierno español, en su deseo de contribuir con actos al apaciguamiento que todos deseamos, y resuelto a hacer desaparecer todo pretexto para que se pueda continua por la que se baten los Ejércitos de la República, acaba de decidir la retirada inmediata y completa de todos los combatientes no españoles que luchan en las filas gubernamentales."
En cumplimiento de una resolución de la Sociedad de Naciones de 1 de octubre de 1938, el Gobierno de la República ordenaba la retirada de las Brigadas Internacionales, aunque se quedasen en Cataluña algunos pequeños contingentes. Así se cumplía el tratado de "No Intervención" en la Guerra Civil española, que se había firmado -en el marco de la Sociedad de Naciones- por Alemania, Italia, Francia Inglaterra y la URSS. No obstante, los citados acuerdos de no intervención ofrecían un amplio margen de maniobra para que los alemanes e italianos que apoyaban al golpista Franco permaneciesen en España. De hecho hasta más allá de la finalización de la guerra siguieron permaneciendo los tropas alemanas e italianas en territorio español.
El 25 de febrero de 1938, en un acto de despedida a las Brigadas Internacionales celebrado en Les Masies (Tarragona), Juan Negrín proclamaba:
"(...) Vuestra retirada es una necesidad que nos imponemos para demostrar a esa falsa No Intervención que la retirada de los voluntarios no es un problema para la República y sí para los sublevados, coaligados con las fuerzas extranjeras que pretenden en España conquistar nueva posiciones. Y España ha adoptado esta resolución que podría contribuir a la pacificación del mundo, haciendo cuanto estuviera de su parte para localizar el conflicto, para lograr esta paz basada en la justicia de la que España no se separa jamás.
El Gobierno español quisiera testimoniaros de una manera directa su agradecimiento. Vuestro espíritu y el de vuestros muertos nos acompaña y quedan unidos para siempre a nuestra historia. El Gobierno de la República reconocerá y reconoce a los internacionales, que tan bravamente han luchado con nosotros que ya pueden decirse son connaturales nuestros, el derecho a reclamar, una vez terminada la guerra, la ciudadanía española. ¡Con ello nos honraremos todos!
Buen camino, hermanos internacionales, como os ha deseado hace unos momentos el jefe del Ejército del Este. Buen camino y continuada lucha, cerca de vuestros pueblos, para dar a conocer la verdad de lo que ocurre en España, mientras nuestro pueblo continúa vuestra gesta en los frentes de combate. Cuando hay un deber que cumplir, o se sucumbe o se cumple.(...)".
El 26 de octubre de 1938, el Gobierno republicano ordenaba la retirada del frente de las Brigadas Internacionales. En aquel momento quedaban alrededor de un tercio de los que habían llegado a España para combatir al fascismo, esperando que con este gesto de buena voluntad, el bando franquista hiciera lo propio con las fuerzas militares alemanas e italianas que luchaban contra el legítimo Gobierno de la República. Mientras, Benito Mussolini retiraba alrededor de 10.000 soldados del Cuerpo Expedicionario italiano "como gesto de buena voluntad". La noticia de la retirada de las Brigadas Internacionales fue comentada "oficiosamente" por Franco, en el sentido de que ya era tarde para cualquier posible acuerdo.
En ese mismo día, la Comandancia Militar de Barcelona ofrecía a la oficialidad de las Brigadas Internacionales una comida en el Cuartel Vorosilov -antiguo Cuartel de las Atarazanas- a las qeu asistieron alrededor de 1.400 personas, y ya en la noche, en el Teatro del Liceo se realizó una función de homenaje a los voluntarios internacionales con la presencia de los jefes de las Brigadas Internacionales y del Ejército republicano, así como diversas autoridades políticas del Gobierno de la República y de la Generalitat de Cataluña. Homenaje del Ejército de la República bajo el lema: "Caballeros de la libertad del mundo: ¡buen camino!".
El 28 de octubre de 1938, en la explanada del acuartelamiento de Pins del Vallés, Juan Negrín, André Marty y Juan Modesto se dirigieron a los brigadistas, teniendo lugar a continuación el acto forma de la despedida de la población de Barcelona a las Brigadas Internacionales con un desfile de brigadistas por la Avenida 14 de Abril -actualmente avenida Diagonal-, en un ambiente altamente emotivo y en donde cerca de 300.000 personas se congregaron por las calles de Barcelona par despedir, con aplausos, lloros y cubriendo las calles con rosas, a estos hombres que se habían involucrado en la defensa de las libertades y contra el fascismo, conocedores de la trascendencia del internacionalismo en un país que no era el suyo. Presidiendo la ceremonia de despedida, en la tribuna se encontraban Juan Negrín, Manuel Azaña, Diego Martínez Barrio, Lluís Companys, José Díaz, Dolores Ibárruri y los generales Vicente Rojo y José Riquelme.
El 1 de noviembre de 1938, en un mitín de despedida y reconocimiento a las Brigadas Internacionales celebrado en Barcelona, Dolores Ibárruri haría un histórico discurso hacia los brigadistas internacionales que estaban preparados para partir, saludando que empezaban a formar parte no sólo de la historia, sino también de la leyenda:
"Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.
Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas.... Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos...
Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.
De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España Inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.
Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.
Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.
Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.
Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían. Es decir, si: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.
¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!...
¡Madres!... ¡Mujeres!. Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.
Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: "¡Aquí estamos!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva".
Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.
¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticias de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.
No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...
Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!"
Sin embargo, nunca pudieron volver porque la República fue derrotada poco más de cinco meses después, tras dejar en tierra española la sangre alrededor de 10.000 combatientes y unos 7.000 desaparecidos.
El 5 de abril de 1937, en el diario de los comisarios del Pueblo: "La Voz del combatiente", el poeta Miguel Hernández había publicado un soneto en homenaje a los brigadistas internacionales fallecidos en el combate contra el fascismo y sobre las tumbas en que yacían brigadistas anónimos:
"AL SOLDADO INTERNACIONAL CAÍDO EN ESPAÑA"
"Si hay hombres que contienen un alma sin fronteras,
una esparcida frente de mundiales cabellos,
cubierta de horizontes, barcos y cordilleras,
con arena y con nieve, tú eres uno de aquellos.
Las patrias te llamaron con todas sus banderas,
que tu aliento llenara de movimientos bellos.
Quisiste apaciguar la sed de las panteras,
y flameaste henchido contra sus atropellos.
Con un sabor a todos los soles y los mares,
España te recoge porque en ella realices
tu majestad de árbol que abarca un continente.
A través de tus huesos irán los olivares
desplegando en la tierra sus más férreas raíces,
abrazando a los hombres universal, fielmente."
La mayoría de los 10.000 birgadistas internacionales supervivientes, tratando de volver a sus países, lo cual algunos hicieron sin problemas, pero otros se verían con situaciones difíciles, pues formalmente eran expulsados de España y serían detenidos a su llegada, porque habían salido sin autorización para servir a un ejército extranjero, motivo por el cual muchos birgadistas debieron ir como exiliados a terceros países. Así lso italianos, alemanes, austríacos, húngaros, ... no pudieron volver a sus países por los regímenes fascistas y nacionalsocialistas imperantes. Los estadounidenses, durante la Guerra Fría, serína denominados antifascistas prematuros, y sufrirían la caza de brujas del senador McCarthy.
Con la derrota de la República, Europa había perdido la primera batalla contra el fascismo, y muchos de esos hombres cayeron en el olvido.
El 19 de enero de 1996, se aprobaría un Real Decreto por el que se reconocía la inestimable ayuda de los voluntarios y se les daba la nacionalidad española:
"Es de justicia reconocer la labor en pro de la libertad y de la democracia llevada a cabo por los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española de 1936 a 1939. Los supervivientes de la contienda merecen ver de un modo patente la gratitud de la Nación y para ello nada más justo que entender que se dan en ellos las circunstancias excepcionales previstas en el artículo 21 del Código Civil a los efectos de la concesión de la nacionalidad española por carta de naturaleza."
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