Parece que aquel proyecto que tenía que asaltar los cielos, arrasar electoralmente, dar un sorpasso tras otro hasta llegar a La Moncloa en olor de multitudes desgañitadas, se pasa ahora mucho tiempo en disputas internas ya que parece que los cielos están muy lejos, y ni tocando el timbre se abre la puerta; que los ciudadanos/as votan lo que les da la gana no lo que les indica Podemos para que sean felices; y del sorpasso se pasa a la disputa interna. Y en política las disputas internas casi siempre son por tener y controlar el poder interno y continuar haciendo lo que le da la gana al que tiene una mayoría, por efímera que sea, aunque los hechos sean tozudos y nieguen la metafísica del triunfalismo sin causa. Veamos.
Pablo Iglesias salta como un zascandil de un lado a otro desde el principio del nacimiento de Podemos, con episodios que puestos uno detrás del otro parecen las notas de un acordeón desafinado, por contradictorios. En el corto espacio de cuatro años, la organización que nació, según sus creadores, para combatir y acabar con la casta política, acaba actuando como la casta más degradada democrática y políticamente en menos tiempo, pudiendo competir con la que venían a superar. La historia del nacimiento de Podemos y su corta trayectoria, con grandes eventos organizativos por en medio, así nos lo dice con claridad. Podemos nació en enero de 2014 fruto de un impulso de diversas personas, entre las cuales había anteriores dirigentes máximos de IU y el PCE. Esto se producía en el momento en que IU, gracias a un trabajo político bien hecho y perseverante rozaba o superaba en todos los sondeos el 15 % de los potenciales votos, llegando en algún caso hasta el 20%. Y en vez de reforzar esta situación buscando y trabajando para un acuerdo unitario con IU, los creadores de Podemos, con Pablo Iglesias como cabeza visible, decidieron crear algo nuevo y competir en las elecciones europeas a celebrar al cabo de cinco meses. Pablo Iglesias ya tenía por entones una importante presencia en las televisiones de la derecha y en las progres, lo que le permitió divulgar un discurso de carácter neopopulista frente a la "casta". Sacó 5 diputados/as al Parlamento Europeo, lo cual, partiendo de cero, se consideró un éxito.
IU pasó de uno a seis eurodiputados, en la línea que marcaban los sondeos, pero teniendo como adversaria una organización acabada de nacer que disputaba el mismo espacio. A partir de aquel resultado y el de Podemos, a la plana mayor de las direcciones de IU y del PCE les entró el canguelo por el futuro y por los cargos y empezaron a disertar sobre la unidad en abstracto con Podemos y a cuestionar y laminar progresivamente el patrimonio político de IU y del PCE. Se volvió a poner de actualidad, con lenguaje "renovador y moderno", aquella vieja consigna de años atrás de "Pasar el Rubicón". Lo cual entonces quería decir simplemente que el PCE debía desaparecer e IU subordinarse a una nueva realidad, una nueva realidad que se iba creando con la renuncia a toda una historia propia que, con sus virtudes y defectos, tenía un pasado de lucha, acción y conquistas sociales y una perspectiva de futuro. El PCE no tiene actualmente ningún papel en la realidad política general e IU está sumergida en Podemos. En ambos casos hay importantes sectores de militantes y afiliados que no han renunciado a su historia ni renuncian a participar en la construcción de una alternativa desde la izquierda.
Volviendo al principio, Podemos hace como cualquier otro partido de la casta criticada, toma decisiones en sus congresos, que matiza y cambia en la práctica, imitando a Groucho Marx en aquella escena en la que dice con la naturalidad de siempre "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". Pues eso, no pasa nada con defender unas ideas hoy y cambiarlas mañana, ni abrazarse un día como hermanos entrañables los principales dirigentes y expulsarse entre si a la semana siguiente. Aunque de momento siempre gana, o flota, Iglesias. En esa misma línea, lo de Catalunya en Comú, el socio catalán, es un auténtico esperpento. No son independentistas, dicen, pero hacen lo que el independentismo más cutre, sea de Puigdemont o Torra, hace y dicta.
Tanto en Podemos como en Catalunya en Comú cada grupúsculo inventa sus historietas y quiere imponer su pirrico poder, aunque a veces se tenga que incurrir en engaños y mentiras. Lo peor es que se lo creen ellos y muchos de los seguidores que tienen también. Las actitudes de los populistas y progres son las que siempre contribuyen a dar alas a la derecha, sea la derecha secesionista o la centralista. En este caso no es diferente. ¿Alguién cree que si la actitud de la izquierda política y sindical en Catalunya y en el conjunto de España hubiera sido otra en relación a los nacionalismos secesionistas y al papel nefasto que han jugado siempre en la historia todos los nacionalismos, enfrentando a los trabajadores y al pueblo, hubieran llegado estos tan lejos?
Pablo Iglesias salta como un zascandil de un lado a otro desde el principio del nacimiento de Podemos, con episodios que puestos uno detrás del otro parecen las notas de un acordeón desafinado, por contradictorios. En el corto espacio de cuatro años, la organización que nació, según sus creadores, para combatir y acabar con la casta política, acaba actuando como la casta más degradada democrática y políticamente en menos tiempo, pudiendo competir con la que venían a superar. La historia del nacimiento de Podemos y su corta trayectoria, con grandes eventos organizativos por en medio, así nos lo dice con claridad. Podemos nació en enero de 2014 fruto de un impulso de diversas personas, entre las cuales había anteriores dirigentes máximos de IU y el PCE. Esto se producía en el momento en que IU, gracias a un trabajo político bien hecho y perseverante rozaba o superaba en todos los sondeos el 15 % de los potenciales votos, llegando en algún caso hasta el 20%. Y en vez de reforzar esta situación buscando y trabajando para un acuerdo unitario con IU, los creadores de Podemos, con Pablo Iglesias como cabeza visible, decidieron crear algo nuevo y competir en las elecciones europeas a celebrar al cabo de cinco meses. Pablo Iglesias ya tenía por entones una importante presencia en las televisiones de la derecha y en las progres, lo que le permitió divulgar un discurso de carácter neopopulista frente a la "casta". Sacó 5 diputados/as al Parlamento Europeo, lo cual, partiendo de cero, se consideró un éxito.
IU pasó de uno a seis eurodiputados, en la línea que marcaban los sondeos, pero teniendo como adversaria una organización acabada de nacer que disputaba el mismo espacio. A partir de aquel resultado y el de Podemos, a la plana mayor de las direcciones de IU y del PCE les entró el canguelo por el futuro y por los cargos y empezaron a disertar sobre la unidad en abstracto con Podemos y a cuestionar y laminar progresivamente el patrimonio político de IU y del PCE. Se volvió a poner de actualidad, con lenguaje "renovador y moderno", aquella vieja consigna de años atrás de "Pasar el Rubicón". Lo cual entonces quería decir simplemente que el PCE debía desaparecer e IU subordinarse a una nueva realidad, una nueva realidad que se iba creando con la renuncia a toda una historia propia que, con sus virtudes y defectos, tenía un pasado de lucha, acción y conquistas sociales y una perspectiva de futuro. El PCE no tiene actualmente ningún papel en la realidad política general e IU está sumergida en Podemos. En ambos casos hay importantes sectores de militantes y afiliados que no han renunciado a su historia ni renuncian a participar en la construcción de una alternativa desde la izquierda.
Volviendo al principio, Podemos hace como cualquier otro partido de la casta criticada, toma decisiones en sus congresos, que matiza y cambia en la práctica, imitando a Groucho Marx en aquella escena en la que dice con la naturalidad de siempre "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". Pues eso, no pasa nada con defender unas ideas hoy y cambiarlas mañana, ni abrazarse un día como hermanos entrañables los principales dirigentes y expulsarse entre si a la semana siguiente. Aunque de momento siempre gana, o flota, Iglesias. En esa misma línea, lo de Catalunya en Comú, el socio catalán, es un auténtico esperpento. No son independentistas, dicen, pero hacen lo que el independentismo más cutre, sea de Puigdemont o Torra, hace y dicta.
Tanto en Podemos como en Catalunya en Comú cada grupúsculo inventa sus historietas y quiere imponer su pirrico poder, aunque a veces se tenga que incurrir en engaños y mentiras. Lo peor es que se lo creen ellos y muchos de los seguidores que tienen también. Las actitudes de los populistas y progres son las que siempre contribuyen a dar alas a la derecha, sea la derecha secesionista o la centralista. En este caso no es diferente. ¿Alguién cree que si la actitud de la izquierda política y sindical en Catalunya y en el conjunto de España hubiera sido otra en relación a los nacionalismos secesionistas y al papel nefasto que han jugado siempre en la historia todos los nacionalismos, enfrentando a los trabajadores y al pueblo, hubieran llegado estos tan lejos?
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