sábado, 29 de octubre de 2016

Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL

Se ha convocado para el día 29 de octubre una manifestación en los alrededores del Parlamento para protestar por la más que previsible investidura este sábado de Mariano Rajoy como Presidente de Gobierno. Nada que objetar a la convocatoria, incluso puede ser un positivo signo de salud e inquietud democrática y de sano pluralismo político. Y puede tener pleno sentido para muchos expresar públicamente la denuncia y el desacuerdo de mantener al frente del Gobierno al dirigente político y al partido que han amparado la Gurtel, la Púnica, al del “Luis, sé fuerte …” etc. etc.

Lo que entiendo que no está tan claro como signo de salud y pluralidad democrática son algunos de los argumentos que explican la convocatoria y los eslóganes que llaman a participar en esta movilización. Porque tanto la manifestación ante el Congreso, como el voto que hará Presidente a Rajoy, serán un ejercicio formal de democracia.

Vale la pena detenerse a considerar el significado del slogan de la convocatoria “Ante el golpe de la mafia, democracia” por la exageración del lenguaje ya que, como nos recuerda el sabio refrán, “con frecuencia, el exceso empequeñece el tema”. Es una enorme exageración, un evidente y grave error y,  peor aún, identificar esta operación política con la imagen gráfica del golpe de estado de Tejero.

Nada que objetar, insisto, ante el derecho a manifestarse de los ciudadanos y ciudadanas que quieran expresar su rechazo y protesta con lo que se debate y decide en el hemiciclo en ese momento; o diputados que simpaticen o participen también en la protesta si la consideran justa y necesaria. Llamar “golpe de estado”, a lo que algunos,  legítimamente, pueden entender como grave error político, y calificar de “mafia” a los miembros de la dirección del Partido Socialista Obrero Español por el sentido del voto que van a expresar es, además de un gratuito insulto, un grave error político para la causa que dicen defender los que convocan y participan en la movilización.

Un “golpe de estado”, sabemos bien qué es, lo miremos donde lo miremos: “la acción grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro (Diccionario Ideológico de la lengua española, Julio Casares de la Real Academia Española)”, “la acción de apoderarse violenta e ilegalmente del gobierno de un país alguno de los poderes del mismo, por ejemplo, el ejército (Diccionario de uso del español, María Moliner)”, “la usurpación ilegal y violenta del poder de una nación (Espasa Calpe)”.

La historia ha ido demostrando los peligros de banalizar el lenguaje y con ello   devaluar el sentido de algunos conceptos que, para todos los demócratas, deberían significar lo mismo, sin dobles interpretaciones o matices, como son “fascista”, “nazi” o “golpe de estado”. No deberíamos usarlos en vano para que no pierdan contundencia, ni como moneda de uso corriente para ganar un titular de prensa  o para llamar la atención en una acalorada discusión en el debate político. Los ciudadanos y ciudadanas de este país sabemos bien qué es un “golpe de estado”, un “fascista”, o un “nazi”. Para recordar su significado no hace falta que vayamos muy lejos pues por desgracia, el recuerdo de nuestra historia social y política explica, con dramática claridad, el sentido y significado de cada una de estas malditas palabras.

Relacionar, como se está haciendo, la imagen del intento de golpe de estado del 23 de febrero de 1981 y un golpista, pistola en mano, entrando al Congreso de los Diputados, con la votación libre los diputados y diputadas el próximo 29 de octubre, como si formaran parte del mismo fotograma es, además de una barbaridad, un gravísimo error que, por otra parte, beneficia indudablemente a Tejero, ya que supone banalizar su acto criminal al compararlo, aunque sea de lejos, o en sentido metafórico, con una acción cien por cien democrática legal y legítima de una parte de los representantes de la soberanía popular. Aunque, miles, o incluso millones, de ciudadanos y ciudadanas consideren que puede ser un desacierto, un error político imperdonable, o incluso que con esta votación están asistiendo al funeral del PSOE.

Aunque pueda desagradar profundamente, aunque se considere un grave error de algunos o de muchos, lo que ocurrirá el 29 de octubre 2016 será el ejercicio de la más absoluta normalidad democrática, nada parecido a un “golpe de la mafia”, por suerte para todas las personas de este país.



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