lunes, 22 de julio de 2019

BARBARIE Y VANDALISMO RACISTA IDENTITARIO CAMUFLADO DE DEMOCRACIA. 

Como dijo,  a mi entender acertadamente en este caso, no en otros que no comparto, el filósofo y escritor italiano Diego Fusaro, "muchos tontos de izquierda combaten un fascismo inexistente y aceptan el mercado". Ya he escrito en alguna otra ocasión que el fascismo que dice combatir la izquierda progre es una especie de justificación para su propia existencia, a falta de otras capacidades para abordar la lucha de clases en las nuevas condiciones históricas, científicas y técnicas. Se sustituye esta, como si no existiera y todo se arreglara con "los de ariba, los de abajo", nuevos "valores", que si no existen se inventan o crean, y la lucha contra el fascismo, llegando a calificar la situación actual en España de puramente franquista. Y los que más énfasis ponen en ello son los que nunca han vivido el franquismo, o porque eran niños todavía o no habían nacido, o porque muchos talluditos que lo dicen ahora no hacían nada entonces contra la dictadura y por la libertad y la mejora de las condiciones de vida y  estaban escondidos como los conejos por miedo a la represión, cuando no eran franquistas sociológicos, de esos que con Franco había paz y pan. 
Y si a todo lo anterior le añadimos el cuadro humano y político actual de "hombrecitos engreídos o niñatos ridiculos", tenemos una aproximación a la realidad. Y, claro está, ante esto muchas barbaries y vandalismos existen y se hacen pasar por democráticos, populares y de izquierdas.     
En el conjunto de España, la extrema derecha articulada en VOX y sus seguidores o socios necesarios, crecida a partir de la aventura del racismo secesionista catalán, aunque ahora esté contenida en retroceso político y electoral, quiere ser la representación genuina de la mejor España, siendo solo un detritus, o residuo, del franquismo y de la situación que estamos viviendo desde hace tiempo. Y los independentistas fracasados adoptan todo tipo de formas para esconder que solo son una expresión vulgar del racismo identitario secesionista. Mientras en Catalunya los "seces" siguen descalificando, insultando y amenazando en calles, plazas, universidades, bares y en todas las redes sociales, calificando cualquier acto, conferencia o persona que defienda la Constitución y el Estatut, de fascista; y mientras derrochan el dinero público para conocer exactamente lo que escriben y comunican los jueces en su labor jurídica, o para  controlar en los colegios el habla exclusiva en catalán, y para que la castellana se utilice lo menos posible; y cuando, sin ánimo de agotar los temas,  llaman a boicotear a las tiendas y empresas que no comulgan con su locura o, simplemente, que no rotulan en catalán, en algo parecido al boicot y amenazas a las tiendas judías en el régimen nazi. Y menos mal que no tienen el poder coercitivo violento que tenía aquel régimen. 
Y en Euzkadi, los etarras reciclados de Bildu persiguen al más viejo estilo de la etapa de tiro en la nuca y de las pintadas de amenaza de muerte en las casas de los no adictos,  a cualquier grupo o colectivo que se atreva a organizar un acto en alguno de sus territorios "liberados" con el cual no estén de acuerdo. Quieren dejar constancia que, al igual que en la época que le pegaban un tiro a Yoyes por decidir abandonar la banda, hoy son ellos los que continúan decidiendo qué se puede hacer y qué no. Hasta se atreven a boicotear a Woody Allen, no sé si haciendo ver que le repudian por las denuncias de "agresor sexual", y de "violencia machista", acusaciones verdaderas o falsas por las cuales no ha sido condenado ni tiene causas abiertas, o por contaminar y prostituir San Sebastián con la nueva película que ha empezado a rodar, ya que Bildu considera que la ciudad no puede sufrir un auge turístico "desenfrenado" que ponga en cuestión la recreación identitaria que los etarras hicieron de San Sebastián y de Euzkadi. Parece que San Sebastián era más bella cuando servía de marco turístico para pegar un tiro en la nuca por parte de los colegas de ETA y que el mundo lo viera como parte de su futura emancipación independentista. Los exetarras, fracasados con las armas pero en auge institucional, lavados y desinfectados  por todo tipo de cómplices y palanganeros, no están dispuestos a tolerar que la vida siga su curso sin que se haga caso de sus brabuconerías violentas. 
Y ya que el país no da más de sí, esperemos a ver qué pasa cuando haya sido investido Pedro Sánchez presidente de gobierno y se estabilice y deje de moverse de un lado para otro, mareando a todo el mundo sin consolidar nada políticamente sólido.  

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