jueves, 18 de julio de 2019

JULIO, CALOR: ESCRITO HACE BASTANTES AÑOS. 

La calle estaba desierta en aquella tarde de julio suspendida en el vacío del calor. El horror lejano estaba presente en las portadas de todos los diarios y en las televisiones. La gente aprendía geografía acostumbrándose a los nombres árabes de los pueblos libaneses destruídos y masacrados, de las zonas fronterizas con Israel y de los enclaves de las NNUU bombardeados.
¿No parará nadie esta matanza? se iba preguntando David, hablando solo e intentando comprender el porqué de la sistemática destrucción de un país y del asesinato de sus habitantes. No entendía cómo era posible que los actuales actos vandálicos de Israel, las chulerías criminales de sus ministros y generales, no encontraran respuesta en el mundo que se autoproclamaba libre y civilizado. De los EEUU y de sus lobbys sionistas sabía que no podía salir ninguna condena  a los desmanes de sus cachorros en la antigua Palestina, usurpada por la decisión de 1948 de crear el Estado de Israel, echando de sus tierras a miles y miles de ciudadanos palestinos, con el aval y complicidad de NNUU. Se había iniciado la guerra fría y el Estado de Israel, creado brutalmente manipulando el síndrome del holocausto, iba a convertirse en fuerza estratégica de choque contra el comunismo y contra las legítimas aspiraciones soberanas de los pueblos de la zona.
El viejo solar de los hijos de Sem, los semitas, pertenecientes a una importante familia de pueblos asiáticos con algunas de las lenguas  más antiguas y prestigiosas de la historia de la civilización, cual son el hebreo y el árabe, soportes del judaísmo y del islam, se había convertido en la fortaleza cerrada del sionismo. Un sionismo terriblemente expansionista, políticamente racista y religiosamente integrista, que poco tiene que ver con el semitismo que agrupa a judíos y árabes en la historia, y mucho menos con la lucha revolucionaria y democrática de tantos judíos, cual es el caso de Walter Benjamín, entre muchos otros. De la reivindicación inicial de disponer de un hogar nacional en Palestina, se había pasado al dominio imperial de toda la zona. Como en muchos de los problemas actualmente existentes entre pueblos, el imperialismo británico tenía el principio de culpa, aunque luego pretendiera matizar su posición. El 2 de noviembre de 1917, el Secretario de Exteriores (Foreing Office), Arthur Balfour, emitió una declaración de simpatía hacia el movimiento sionista, en nombre del gobierno británico, en la que defendía el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, empleando todos los esfuerzos para realizar el proyecto. En la declaración se añadía que no haría nada que pudiese afectar a los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina.
De la declaración Balfour, pasando por la de las NNUU de 1948, a la situación actual, Israel ha convertido gran parte de Palestina en un Estado sionista puro, utilizando el terrorismo ( los grupos STERN E IRGUN, inicialmente) para conseguir el objetivo, y una vez conseguido consolidarlo practicando el terrorismo de Estado.
David entendía las razones de una posición imperialista de los Estados Unidos y de Israel, pero no era capaz de entrar  en las razones políticas y económicas que mantenían a Europa en una actitud de cobarde complicidad, después de las guerras y posguerras devastadoras que había sufrido en el pasado siglo. Ni tan siquiera lo encontraba explicable por la maraña de intereses comunes que el capitalismo había construido tanto en Europa como en América.
Y, lamentablemente, en estos momentos no había ningún contrapoder en el mundo para frenar la brutalidad. Rusia estaba construyendo su capitalismo, encharcada en Chechenia y en la corrupción y China estaba pendiente de los índices de crecimiento. Ni Europa, ni Rusia, ni China, eran capaces de hacer otra cosa que lamentarse de los hechos, sin poner encima de la mesa iniciativas y propuestas, acompañadas de la decisión política de defenderlas y aplicarlas. Ni tan siquiera la indignación por la prepotencia sórdida de EEUU e Israel, con el siempre cómplice Reino Unido, les impulsaba a decir basta a una acción bélica que, además de la muerte y la destrucción que estaba sembrando, iba a multiplicar la humillación, el odio y el terrorismo.
En Iraq se había iniciado una guerra con el pretexto de las armas de destrucción masiva y del compincheo de Sadam Husein con el terrorismo integrista. Cuando quedó patente que ambas cosas eran mentira se cambió la línea de ataque argumental: ahora, el motivo de la guerra y ocupación era acabar con la brutalidad de Sadam Husein, socio hasta muy poco antes de EEUU y aliados, y democratizar Iraq, como ejemplo inicial para democratizar toda la zona. Las mentiras de la guerra quedaron al descubierto pero todos ellos continuaron mintiendo, por aquello de miente que algo queda. Rajoy y su plana mayor siguieron la estela de la cómica figura del esperpento conservador y cómplice de crímenes de guerra, José M. Aznar.
También hasta aquí David empezaba a entender que los intereses contradictorios, cuando los hay, buscaban las formas de entenderse para no perjudicarse entre sí. América-Europa y países emergentes se conjuraron todos en torno a un sistema único, el capitalismo globalizado, llamado engañosamente "economía de mercado". Pero las inquietudes y angustias le asaltaron cuando se hizo la siguiente pregunta: ¿dónde están los intelectuales y artistas de la guerra de Iraq? ¿dónde están los sindicatos y sindicalistas que hicieron un importante esfuerzo para movilizar a los trabajadores entonces? ¿dónde están los políticos de izquierdas? Su silencio es estruendoso y estremecedor. ¿ A donde vamos? ¿Tanto poder tiene el lobby económico, editorial, artístico y comunicacional sionista para que callen las voces de la cultura y del trabajo contra la guerra?
Ayer estuvieron en la sociedad esas voces altas y fuertes contra Aznar y el gobierno del PP. Hoy no debían estar contra la posición del gobierno de Zapatero, sino exigirle la defensa consecuente de la paz, apoyando y potenciando esta actitud para que suene más fuerte y contundente y se sienta respaldada, para que el gobierno vaya más lejos en la exigencia de paz y en la denuncia de los principales responsables de la guerra y para que el pueblo vuelva a expresar su NO A LA GUERRA con la misma masividad que hace tres años. Hoy deberían estar presentes para que no hubiera marcha atrás en una posición moderada pero casi única en Europa. 
Todas estas reflexiones se iba haciendo David mientras andaba bajo el sol. Reflexiones que se hacían millones de personas en el mundo. David erar una más de ellas. David era judío.
El sol era cada vez más fuerte, el calor apretaba, los contornos de las cosas se difuminaban. A lo lejos continuaban crujiendo los huesos de los cuerpos destrozados, entre alaridos de pavor y el sordo rumor del desplome de las casas. Una nueva página de ignominia se estaba escribiendo. Los autores, casi los mismos de siempre. En las calles desiertas, el silencio sonaba a crimen.

(Esto, escrito después de la guerra y destrucción de Iraq, ha continuado hasta nuestros días. Todo sigue igual y los peligros son mayores ya que en España, en Europa y en América los personajillos gobernantes son más miserables, si cabe)
  




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